La prueba es que de su plenitud todos nosotros hemos recibido: un amor que responde a su amor.
En el testimonio de Juan ha reconocido el grupo cristiano la realidad de Jesús Mesías como el fundador de la comunidad de la nueva alianza, de la que ella forma parte. La locución: La prueba es, conecta lo que sigue con los hechos anteriormente expuestos. En primer lugar, establece la relación entre contemplar (1,14) y recibir (1,16), acciones correspondientes a las dos actividades de la luz: la intransitiva, brillar (1,4, correlativo de 1,14: contemplar la gloria), y la transitiva, iluminar (1,9, correlativo de 1,16: hemos recibido). La vida-amor que brilla como luz-gloria ilumina comunicándose.
Por el amor que en ella reina, la comunidad cristiana es la prueba fehaciente de la salvación-vida comunicada por Jesús, el Mesías portador del Espíritu, y de la existencia de la nueva alianza. El amor y la lealtad que brillaban como gloria del Hijo único se han comunicado a los suyos. Todos nosotros designa el grupo de los que no pertenecen al mundo dominado por la tiniebla (8,23; 17,14.16), porque el Mesías Jesús los ha sacado de él (15,19) liberándolos del pecado del mundo (1,29). Son los que viven en la zona de la luz-vida y contemplan la gloria (1,14), por haber realizado el éxodo de Jesús.
Todos han recibido de su plenitud de amor y lealtad (1,14), todos participan así de la gloria / riqueza del Padre (17,22), comunicada enteramente a Jesús. El Hijo único y heredero universal hace a los suyos coherederos, partícipes de la misma herencia, es decir, les confiere la condición de hijos. Este tema se repetirá a lo largo del evangelio, en particular usando la fórmula <<estar donde está él>>, puesta en boca de Jesús (7,34; 12,26; 14,3; 17,24). Si no se emplea sencillamente el término <<hijos>> es porque, para Jn, esta calidad no se confiere instantáneamente, sino que implica un proceso de crecimiento (1,12 Lect.). La recepción de la gloria / amor leal corresponde, por tanto, a <<nacer de Dios>> (1,13), momento inicial de los que han de hacerse hijos de Dios.
La humanidad de Jesús es ahora el receptáculo de la vida, que sólo de él puede recibirse; él es por eso el centro de la nueva comunidad, su origen y la garantía de su existencia y de su fruto (15,5s). La experiencia y participación del amor-vida es lo específico cristiano (todos nosotros).
El don que se recibe es la respuesta de Jesús a los que lo reciben a él (1,12), es decir, a los que le dan su adhesión, en cuanto es la realización del proyecto de Dios, y el modelo de lo que debe realizarse en todo hombre a partir del nuevo nacimiento.
Por ser participación de la plenitud de Jesús, el amor recibido es semejante al suyo y, con su ejercicio, llevará al hombre a realizar en sí el proyecto divino (1,12). Al comunicar su amor, comunica su gloria, que resplandece en la comunidad (17,10: en ellos dejo manifiesta mi gloria; 17,22: la gloria que tú me has dado se la he dado a ellos). Es el amor que existe en la comunidad la prueba de la realidad y la acción de Jesús (17,22s: para que sean uno como nosotros somos uno ... para que queden realizados alcanzando la unidad, y así conozca el mundo que tú me enviaste). El amor recibido, que tiene una relación radical a su persona, identifica con él (17,23: yo identificado con ellos y tú conmigo) y se mostrará en una actividad como la suya (13,34: igual que yo os he amado).
Su amor llegará hasta el don de la vida, y en ese momento comunicará su vida-amor a los que creen en él. Este doble amor, demostrado y comunicado, estará representado en la cruz por la sangre y el agua que salen de su costado (1,14e Lect.). Los pasajes 1,14.16 describen, por tanto, desde el punto de vista de la comunidad, lo sucedido en la exaltación de Jesús (muerte y resurrección). El cuerpo de Jesús, santuario de Dios (2,19.21) por ser morada del Espíritu (1,32s), queda abierto en la cruz, y su plenitud puede comunicarse (19,34) completando la obra de la creación por el don del Espíritu (7,37-39), el aliento de vida (20,22).
En la frase: un amor que responde a su amor, no aparece el término <<lealtad>> (1,14), que será repetido en el verso siguiente (1,17). Puesto que el amor recibido es participación del suyo, la lealtad está incluida en él. Esto muestra que la <<lealtad>> es adjetival respecto al amor, término principal (= amor leal).
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