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miércoles, 16 de agosto de 2023

Jn 20,22

 Y dicho esto sopló y les dijo: <<Recibid Espíritu Santo>>.

La acción de Jesús está en conexión con sus palabras anteriores (dicho esto); al dar el Espíritu capacita para la misión y la confiere.

El verbo usado por Jn: sopló, exhaló su aliento, es el mismo que se encuentra en Gn 2,7 para indicar la animación del hombre al infundirle Dios un aliento de vida; con aquel soplo se convirtió el hombre en ser viviente.

Jesús infunde ahora a sus discípulos su aliento de vida, que es el Espíritu. Es aquel que había entregado en la cruz una vez terminada la creación del hombre (19,30: dijo <<Queda terminado>>. Y ... entregó el Espíritu). El proyecto creador contenía vida (1,4); el Espíritu es el principio vital que realiza este proyecto; la creación del hombre no está terminada hasta que Jesús no se lo infunde, como lo muestra la frase de Jn (sopló). La calidad de vida propia del hombre según el designio de Dios es la vida definitiva que supera la muerte física (8,51) y que se identifica con la resurrección que Jesús había de conceder el último día a los que le dieran su adhesión (6,39.40); <<el último día>>, inaugurado en la cruz (19,30a Lect.), es el tiempo mesiánico que se prolonga a partir de <<este primer día>>.

El Espíritu que Jesús comunica crea en los suyos la nueva condición humana, la de ser <<espíritu>> (3,6: del Espíritu nace espíritu; 7,39: aún no había espíritu, porque la gloria de Jesús aún no se había manifestado). Esta condición la crea el <<amor y lealtad>> que el hombre recibe de Jesús Mesías (1,17: el amor y la lealtad han existido por medio de Jesús Mesías). Aquí culmina la obra creadora; esto significa <<nacer de Dios>> (1,13), estar capacitado para <<hacerse hijo de Dios>> (1,12).

Así supera el hombre su condición de <<carne>> (3,6), es decir, la de lo débil y transitorio, pues esa <<carne>> queda asumida y transformada por el Espíritu, la fuerza divina que capacita al hombre para darse generosamente a los demás, como Jesús (13,34: igual que yo os he amado, también vosotros amaos unos a otros).

El Espíritu bajó sobre Jesús desde el cielo, es decir, fue la comunicación directa del Padre que lo constituyó <<el Proyecto hecho Hombre>> (1,14), <<el Hijo de Dios>> (1,34). Los discípulos reciben el Espíritu de Jesús, según lo anunció Juan Bautista: ése es el que va a bautizar con Espíritu Santo (1,33). En la escena del Calvario, el testigo, para figurar el Espíritu, usó la imagen del agua que fluía del costado de Jesús (19,34); por ella el hombre nace <<de arriba>>, del Hombre levantado en alto (3,3.7); aquí describe la misma realidad de otro modo: el Espíritu que les infunde Jesús produce en ellos una vida nueva. Del Espíritu que bajaba del cielo nació el Hombre-Dios, el único engendrado; ahora nace la nueva comunidad humana, la de los hijos de Dios, primicia de su reino (3,5).

Vuelven a unirse los dos temas entrelazados a lo largo del evangelio: el de la creación y el de la nueva Pascua-alianza. Terminar la creación del hombre, dándole el Espíritu, y con él la capacidad de amar hasta el extremo, es lo que lo libera del pecado del mundo, sacándolo de la esfera de la opresión. La experiencia de vida que da el Espíritu es la verdad que lo hace libre (8,31-32 Lect.), sacándolo de la esclavitud.

El éxodo del Mesías no se hace saliendo físicamente del <<mundo>> injusto (17,15), sino saliendo de él hacia Jesús; los discípulos dejan de pertenecer <<al mundo>>, es decir, rompen con el sistema de injusticia entrando en el espacio de Jesús. La comunidad alrededor de él, unida a él por la sintonía de su Espíritu, es la nueva tierra prometida, situada en medio del Egipto opresor. No vive, sin embargo, en situación estática, recorre su camino hacia el Padre (14,4-6), secundando en la misión el dinamismo del Espíritu-amor. Jesús, en medio de los suyos (cf. Nm 11,20: El Señor que camina en medio de vosotros; 14,14: tú, Señor, estás en medio de este pueblo), los acompaña como la presencia de la gloria de Dios en el santuario de su cuerpo (1,14; 2,21). La gloria-amor de Dios es el Espíritu que ahora les comunica (17,22), los ríos de agua viva que habían de brotar de Jesús, nuevo templo (7,37-39).

Viendo las señales de su cuerpo, pueden dar fe los discípulos al texto de la Escritura: La pasión por tu casa me consumirá (2,17); al recibir la efusión del Espíritu, reconocen en Jesús el nuevo santuario de Dios (2,19.21s).

El Espíritu es, al mismo tiempo, el vino del amor que inaugura la nueva alianza; él da a los discípulos la experiencia de Dios como Padre, llevándolos al conocimiento que es la vida definitiva (17,2-3). Por asimilar a Jesús, es la Ley de la nueva alianza (7,37b-38 Lect.).

Toda esta temática se encuentra en el contexto de la misión. Para ella había pedido Jesús al Padre que consagrase a los discípulos con la verdad, que es su mensaje (17,17s). Es el Espíritu Santo (= el que consagra, 14,25-26 Lect.) el Espíritu de la verdad, el mensaje del amor, la unción con que el Padre los consagra. Por ser la misma misión de Jesús, necesitan el Espíritu que los identifique con él. La de Jesús nacía de su consagración con el Espíritu (10,36; cf. 1,32s), así la de los discípulos: movidos por su dinamismo se entregarán como Jesús a la obra de Dios en favor del hombre (9,4).

El Espíritu es la savia de la vid, que los identifica con Jesús, les enseña recordándoles su mensaje (14,26) y los mantiene en su amor (15,4.9). Se constituye así la comunidad mesiánica (15,1 Lect.), por el amor recibido de su plenitud y que responde al suyo (1,16). La vida que les comunica debe producir fruto (15,5.8.16). En el contexto de la misión, el Espíritu es el valedor que Jesús envía a los suyos (16,7). Él les dará seguridad frente al mundo, haciéndoles conocer que Jesús está con el Padre y que <<el jefe del mundo este>> ha recibido su sentencia (16,10s).

jueves, 27 de julio de 2023

Jn 19,22

 Replicó Pilato: <<Lo que he escrito, escrito lo dejo>>.

Otra vez se contraponen los jefes judíos y Pilato, y éste aparece en mejor luz que aquéllos, porque, para Jn, el pecado más grave es adulterar la idea de Dios y hacerlo cómplice de la opresión (19,11a Lect.).

La frase de Pilato tiene tono de oráculo: lo escrito es definitivo, queda fijado y no se puede cambiar. Este carácter indeleble (10,35) asimila la proclamación de la realeza de Jesús a la antigua Escritura; Jesús crucificado por amor al hombre y así proclamado en todas las lenguas es el cumplimiento de las promesas mesiánicas y la Escritura definitiva.

La Escritura daba testimonio de él; ahora se cumple su contenido y cesa su papel. Para el futuro, no hay más libro que éste. De ahí la insistencia del evangelista en el verbo escribir (19,19: escribió, estaba escrito; 19,20: estaba escrito en hebreo, etc.; 19,21: No dejes escrito; 19,22: Lo que he escrito, escrito lo dejo).

La Escritura contenía las cláusulas de la alianza, que establecían una relación bilateral: Dios se comprometía a ayudar al pueblo, y éste a ser fiel a su Dios, su Soberano.

Jesús es el nuevo código de la alianza. Pero éste no enuncia preceptos que expliciten la voluntad soberana de Dios. El letrero o título de la cruz anuncia que su contenido es Jesús mismo crucificado. El designio de Dios no consiste en imponerse al hombre, sino en encontrarse con él para darle vida definitiva (6,38-40).

La Escritura nueva no es un enunciado, sino una persona que revela una presencia: la del Padre que manifiesta su amor hasta el extremo. Así, Jesús en la cruz enseña lo que es Dios y, al mismo tiempo, lo que es el hombre, cuya máxima realización queda visible en él.

Esta Escritura-persona es normativa; no es, sin embargo, mandamiento externo que se prescribe, sino presencia que contiene y comunica el Espíritu. Éste identifica con Jesús, confiere su misión y hace recorrer su camino. Tal es la única cláusula de la alianza (13,34; 15,12s): lo que Dios pide al hombre es que sea como él, y lo que es él queda expresado en el libro de la cruz. Así se realiza el objetivo de la alianza: Yo seré tu Dios, y tú serás mi pueblo (Jr 31,33) o, expresado en categorías de Jn: para que todos sean uno (17,21-23).

No existe una Ley intermediaria entre Jesús-código y el hombre; la adhesión a Jesús-norma se realiza por el amor personal a él (14,15: Si me amáis cumpliréis los mandamientos míos). Por eso la alianza queda absorbida por el símbolo nupcial (2,1ss; 12,2s20,1.11ss; cf. Jr 31,33; Ez 36,25-27).

SÍNTESIS

El Mesías prometido al pueblo judíos, el realizador de las promesas, se manifiesta en la cruz como el salvador universal. En él se realiza la nueva alianza de Dios con la humanidad, cuyo código es Jesús mismo. Él es la Escritura nueva, que contiene la definición esencial de Dios-amor y del hombre, proyecto de su amor y respuesta a él. La relación del hombre con Dios no se hace ya a través de textos escritos, sino a través del amor personal a este Hombre-Dios crucificado. Su condición humana y su muerte por el hombre lo ponen por encima de todo condicionamiento cultural. La esencialidad de esta Escritura, donde aparece el hombre como expresión de Dios, la hace patrimonio común de la humanidad entera, por encima de todo particularismo. Todo hombre puede leerla; el lenguaje de este amor es universal.

martes, 4 de julio de 2023

Jn 18,22

 Apenas dijo esto, uno de los guardias presentes dio una bofetada a Jesús, diciendo: <<¿Así le contestas al sumo sacerdote?>>.

Guardia, subordinado (hupêretês), es término que denota la existencia de la autoridad y la sumisión a ella. Según este individuo, al jefe no se le puede contradecir en nada; con él no hay que pretender diálogo, sino rendirle obediencia. El poder está sostenido por sus esclavos; los que se reconocen súbditos le proporcionan la base que lo hace posible. La reacción del siervo se debe a la supuesta ofensa a su señor; se identifica con él. El sistema le roba su identidad y le presta la suya propia; el individuo se define a sí mismo por su dependencia.

El subordinado estima que las palabras de Jesús al sumo sacerdote son una falta de respeto. No a causa de su contenido, que no ha analizado, sino porque ante el jefe hay que mostrar obsequiosidad sin condiciones. Identificado con el jefe, es instrumento ciego de represión.

Este subordinado ofrece un paralelo con Pedro en la escena de la detención de Jesús. También Pedro salía en defensa del líder, atacando al siervo del sumo sacerdote. En ambos, la violencia obedece al instinto de sumisión a un jefe. Pero Jesús no es como Anás, no necesita ni quiere súbditos que lo defiendan (cf. 18,36).

viernes, 26 de mayo de 2023

Jn 16,22

 <<Así, también vosotros ahora sentís tristeza, pero cuando aparezca entre vosotros os alegraréis, y vuestra alegría no os la quitará nadie>>.

El verbo traducido antes, me veréis aparecer (16,16.17.19), tiene ahora por sujeto a Jesús, que vuelve a ver a los suyos; indica así la nueva clase de experiencia y visión. El tema del gozo se une al del nacimiento y restauración en Is 66: <<Al verlo (el consuelo) se alegrará su corazón, y sus huesos florecerán como un prado>> (66,14); <<Antes de los espasmos dio a luz, antes que le llegaran los dolores ha dado vida a un varón ... ¿se da a luz a un pueblo de una sola vez? Apenas sintió los espasmos, Sión dio a luz a sus hijos>> (66,7s).

Aplica aquí Jesús claramente el tema de la tristeza-alegría a los acontecimientos de su muerte y resurrección. Las pone así en paralelo con la imagen que había usado: su muerte representa los dolores de parto; su resurrección, el nacimiento del hombre. Es a través de la entrega total como llega el hombre a su condición definitiva. En la vida de que goza Jesús a partir de su muerte culmina el designio creador. Lo que nace es el hombre; la condición de Jesús resucitado no deja, por tanto, de ser humana; al contrario, es la plenitud de existencia que Dios ha destinado al hombre.

Comienza así en Jesús la humanidad en su etapa definitiva. Hasta tal punto es importante para Jn subrayar este hecho, que lo llama <<el nacimiento del hombre>>. Se explica así su falta de interés por la genealogía de Jesús y por las circunstancias de su nacimiento en la carne (7,42 Lect.). El hombre alcanza su plenitud solamente cuando ha llegado a amar hasta el extremo (13,1).

La alegría será permanente. Una vez que los discípulos hayan visto el triunfo de la vida sobre la muerte, no habrá motivo de tristeza, la victoria es segura. El gozo de la comunidad estriba en la presencia de Jesús resucitado, signo de la vida invencible, experiencia de que no puede ser extinguida por el poder de la muerte. Es la muerte en cualquiera de sus modalidades, muerte en vida y muerte final, la única causa de tristeza. El poder, que representa y causa esa muerte (8,44; 16,2), es sembrador de tristeza. El sistema de poder se alegraba del aparente triunfo de la muerte sobre la vida; los discípulos se alegrarán del triunfo de la vida sobre la muerte.

domingo, 21 de mayo de 2023

Jn 15,22

 <<Si yo no hubiera venido y les hubiera hablado, no habrían mostrado su obstinación en el pecado; pero ahora no tienen excusa de su pecado>>.

Jesús había afirmado que la ceguera de los dirigentes es voluntaria (9,41); son los que, viendo la luz, optan por las tinieblas (12,42s). Las palabras y las obras de Jesús (15,24) les han dado la ocasión de rectificar. Él ha explicado sus obras, les ha expuesto su sentido y les ha hecho ver su propia incoherencia (5,19-47; 8,12-58; 9,39-10,38), pero la respuesta ha sido la oposición (8,48; 10,20), el intento permanente de matar a Jesús (5,16.18; 7,1.19.25.30.32.44; 8,20.37.40; 11,47ss; 12,10) y, en ocasiones, la violencia (8,59; 10,31.39), hasta llegar a la condena a muerte (11,53). Cometen la injusticia a sabiendas.

Este pasaje alude directamente al de 9,41, en el cual el pecado que los fariseos cometen al rechazar a Jesús prolonga un pecado ya existente. El pecado del mundo es anterior a la venida de Jesús, es la situación que él viene a suprimir (1,29 Lect.). Jesús ha denunciado la explotación que ejercían (2,16 Lect.); los dirigentes eran ladrones y bandidos antes de su venida (10,8); han creado un sistema que los hace tener por padre al <<Enemigo>> (8,44). Ese es el pecado que los llevará a la muerte (8,21) y del que no pueden salir si no es por la adhesión a Jesús (8,23).

El rechazo de Jesús, por tanto, es el pecado que da remate al que ya tenían y que consistía en la opción por sus propios intereses y en contra del hombre (8,23 Lect.).

Por eso afirma Jesús que su venida hace inexcusable su pecado. Su mensaje, que es el del Padre (14,24), en vez de hacerlos abandonar su injusticia los ha llevado a su oposición final contra Dios. Antes de Jesús no era tan evidente su mala fe; podía haber habido esperanza de conversión; ahora, en cambio, han cerrado voluntaria y definitivamente los ojos a la luz. Y esto se debe a lo dicho en 3,19: Los hombres han preferido la tiniebla a la luz, porque su modo de obrar era perverso. La presencia de la luz los ha llevado a confirmar para siempre su pecado. A sabiendas, prefieren sostener una ideología falsa (la tiniebla) que autoriza su injusticia, a reconocer la verdad que la denuncia y les exige desistir de ella.

domingo, 23 de abril de 2023

Jn 14,22

 El otro Judas, no el Iscariote, le preguntó: <<Señor, y ¿a qué se debe que nos vayas a manifestar tu persona a nosotros y al mundo no?>>.

Se trasluce la decepción del discípulo. Esperaba una vuelta gloriosa y triunfante de Jesús, y no se explica por qué va a ser sólo una manifestación personal a individuos. La pregunta de Judas recuerda la invitación hecha a Jesús por su gente: Si haces estas cosas, manifiéstate al mundo. Sigue Jn mostrando la incomprensión de los discípulos, que no renuncian a su concepción mesiánica. Judas, cuyo nombre lo pone en relación con <<Judios/Judea>> (cf. 7,1), participa de la mentalidad común, que veía en el Mesías un triunfador terreno.

sábado, 25 de marzo de 2023

Jn 13,22

 Los discípulos se miraban unos a otros sin poderse explicar por quién lo decía.

Jesús ha tenido siempre conciencia de la falta de adhesión de Judas, quien, encubiertamente, ha estado siempre contra él (6,64.71). Pero es la primera vez que anuncia claramente la traición, después de las alusiones explícitas del episodio anterior. Coge por sorpresa a los discípulos; su declaración provoca inquietud en ellos y crea una sospecha difusa.

viernes, 6 de enero de 2023

Jn 11,22

 <<pero, incluso ahora, sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará>>.

Es la primera de las dos cosas que sabe Marta (cf. 11,24), ambas por debajo del nivel de fe propio del discípulo. No penetra la realidad de Jesús, lo ve como un mediador infalible ante Dios, sin comprender que el Padre y Jesús son uno (10,30) y que las obras de Jesús son las del Padre (10,32.37).

Se percibe en las palabras de Marta la esperanza de una intervención taumatúrgica de Jesús; como el funcionario, espera la salvación desde fuera. El profeta Eliseo había resucitado un muerto (2 Re 4,8ss). Marta estima que también Jesús, con su intervención, puede restituir la vida a un difunto.

No sabe que el Padre ha entregado a Jesús todos los que se le acercan para que el mismo Jesús les dé la vida definitiva y la resurrección (6,37-40). Ésta no es una excepción para un caso particular; está contenida en la vida misma que él comunica. La salvación que trae Jesús no se realiza por actos aislados, que no cambian la condición humana: consiste en una transformación desde dentro del hombre entero, confiriéndole una calidad de vida que es indestructible. Marta no ha comprendido aún hasta donde llega el amor del Padre a Jesús (3,35: el Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano), ni que el Padre le enseña a hacer todo lo que él hace (5,20); lo mismo que el Padre, Jesús dispone de la vida para comunicarla (5,21.26).

martes, 16 de agosto de 2022

Jn 9,22

 Sus padres respondieron así por miedo a los dirigentes judíos, porque los dirigentes tenían ya convenido que fuera excluido de la sinagoga quien lo reconociese por Mesías.

La alegría natural por la curación del hijo no puede manifestarse. Impera el miedo. Tal es la situación del pueblo ante las autoridades (cf. 7,13). Los súbditos no deben tener opinión propia, sino depender de la declaración de los dirigentes (7,26). Estos pueden imponerla porque disponen de medios de coacción: tenían ya convenido que fuera excluido de la sinagoga. No dan razones, es un acto de pura autoridad. Se ve ahora por qué Jn ha cambiado la denominación <<los fariseos>> por <<los dirigentes>>; la decisión no es sólo farisea, pertenece al círculo de poder en su conjunto. Es curiosa la mención del Mesías en este lugar. La multitud de Jerusalén, al menos en gran parte, lo había reconocido por tal, y eso había alarmado a los fariseos, que, de acuerdo con los sumos sacerdotes, habían mandado prender a Jesús (7,31s.41). La incredulidad total era propia de los dirigentes (7,48; 8,19.25.53.59), aunque había partidarios del sistema que le daban crédito (8,31). Los representantes oficiales de Dios y de su Ley excomulgan al que reconoce en Jesús, que libera a los que ellos oprimen, al enviado de Dios, al Mesías.

domingo, 7 de agosto de 2022

Jn 8,22

 Los judíos del régimen comentaban: <<¿Irá a suicidarse, y por eso dice ´Adonde yo me marcho, vosotros no sois capaces de venir´?>>.

Los dirigentes comentan la frase de Jesús. Por segunda vez se sienten intrigados, pero no ya inquietos (7,35s). Su comentario es irónico. Ellos, que quieren matarlo (7,1.19.25), piensan ahora que Jesús querrá quizá matarse él mismo. De una manera o de otra, no abandonan la idea de su muerte.

Han intentado legitimar su odio (5,16-18), pero éste no ha cesado. Su tradición y su Ley, manejadas desde el rencor (7,51s), sólo han encubierto su verdadero sentimiento. Jesús habla de marcharse, acentuando su propia iniciativa, la voluntariedad de su gesto. Es él quien va a dar su vida (10,17-18) por sus ovejas (10,11.15), por sus amigos, como señal extrema de amor (15,13). Ellos, incapaces de amar, no ven en ella más que el fin, la destrucción. No pueden entender que muerte pueda significar donación de la vida y que ésta, dada así, no se destruya, sino que se conserve para siempre (12,25). Cuando creen adivinar que Jesús habla de su muerte, sólo se les ocurre pensar en el suicidio. Para ellos, aceptar la muerte equivale a suicidarse. No comprenden el don de la propia vida, porque buscan únicamente su propio interés.

domingo, 17 de abril de 2022

Jn 6,22

 Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar se dio cuenta de que allí no había habido más que un bote y que no había entrado Jesús con sus discípulos en aquella barca, sino que sus discípulos se habían marchado solos.

La datación muestra la íntima conexión con el episodio anterior. Aquella noche, los discípulos habían intentado separarse de Jesús. La gente, en cambio, había permanecido en el mismo sitio; querían continuar en la situación que había dado solución a su indigencia. Desean encontrar de nuevo a Jesús.

Se dan cuenta, por una parte, de que allí había habido una sola barca, la que habían cogido los discípulos, y, por otra, que Jesús no se había embarcado con ellos. Los discípulos se habían marchado solos, como Jesús había subido solo al monte (6,15). La repetición del adjetivo (solo ... solos) muestra la situación violenta e innatural que se había creado. Esto provoca la desorientación de la gente. El punto de referencia para encontrar a Jesús es su comunidad. Cuando ésta se separa de él, no se puede localizar su presencia.

domingo, 6 de marzo de 2022

Jn 5,22

 <<pues ni siquiera el Padre da sentencia contra nadie, sino que la sentencia la ha delegado toda en el Hijo>>.

La primera actividad de Jesús era común con la del Padre. La segunda que describe es exclusiva de Jesús, por delegación del Padre.

Hay aquí una alusión a Dn 7,9-12, donde se describe la celebración de un juicio contra los poderes surgidos del océano. Es Dios mismo, el anciano, quien, sentado en su trono, lo ejerce. Sólo más tarde aparece en la visión la <<figura humana>> a quien se concede poder real y dominio sin fin sobre todos los pueblos (7,13s).

Jn, sin embargo, es mucho más audaz que Daniel. No es Dios quien ejerce el juicio y da la sentencia, sino Jesús, en quien el Padre ha delegado toda sentencia. Dará otro paso más: el personaje que en Daniel aparecía como <<una figura humana>>, claramente identificada más tarde con el pueblo de los santos (7,27), es para Jn <<un hombre>>, Jesús, a quien ha sido entregada ya toda potestad de pronunciar sentencia (5,27).

Hay aquí, por tanto, un uso del lenguaje de Daniel, pero traspuesto a una clave histórica, la de la persona de Jesús. Jn no espera un juicio más allá de la historia (5,28-29 Lect.); el juicio, como ya lo había expuesto en 3,18, se está celebrando ya, la sentencia se la da el hombre mismo. En esta perícopa no se propone la cuestión del juicio propiamente dicho, sino la de dónde se encuentra la voluntad de Dios, que distingue entre bien y mal. A la antigua Ley ha sucedido Jesús como única expresión de esa voluntad. El código a que hay que apelar es Jesús mismo. Lo que está de acuerdo con él y su actividad, está de acuerdo con Dios y queda considerado como bueno; lo que a él se oponga, está contra Dios y es condenado como malo. Jesús es la expresión plena y total de la voluntad de Dios, y su presencia discrimina entre bien y mal, entre buenos y malos. El Padre ha vaciado su voluntad en este mandamiento vivo que es Jesús, la expresión de su ser, el lugar de su gloria (1,14).

Pero esa voluntad de Dios en Jesús no se manifiesta, como la de la Ley, en un precepto negativo <<no está permitido>> (5,10), sino en una actividad vivificante (5,21.25). Este mandamiento vivo, que es Jesús, es el proyecto creador de Dios sobre el hombre, la plenitud de vida. Quien la acepta, está con Dios; quien la rechaza, está contra él.

Dios no da sentencia para nadie, es decir, él no dirime. Su voluntad está expresada total y exclusivamente por el Hijo, Jesús. No es criterio de estar a bien con Dios observar lo que prescribe la Ley, invocada por ellos para condenar a Jesús (5,16-18); sólo él define lo que Dios quiere o no quiere: estar a bien o a mal con Dios se mide por estarlo con Jesús.

miércoles, 20 de octubre de 2021

Jn 4,22

 <<Vosotros adoráis lo que no conocéis, nosotros adoramos lo que conocemos; la prueba es que la salvación proviene de los judíos>>.

La frase: lo que no conocéis, es alusión a Dt 13,7: <<Si ...: ´Vamos a dar culto a dioses extranjeros, desconocidos para ti y para tus padres´>> (LXX: <<a los que tú no conocías ni tampoco tus padres...>>; cf. 13,3.14). Jesús denuncia, por tanto, la idolatría de los samaritanos. No hay duda alguna sobre quién representa al verdadero Dios, si Jerusalén o el Garizín. El culto celebrado en este monte era idolátrico. El único Dios verdadero es aquel a quien está dedicado el templo de Jerusalén (2,15: la casa de mi Padre). Por eso la salvación sale de la comunidad judía, no de la samaritana. El salvador ha de ser enviado del verdadero Dios.

Además, los samaritanos, por su cisma, no han recibido el mensaje profético, que aseguraba la continuidad de la revelación; los judíos, en cambio, a pesar de sus infidelidades, tienen en sus manos los testimonios que Dios había ido dejando en la historia y que preparaban el camino al Mesías (5,39: las Escrituras dan testimonio en mi favor). Dentro de la comunidad judía se ha ido verificando ese designio de Dios como preparación a la época nueva; por eso es de ella de donde ha de salir el salvador, en el contexto de la antigua revelación, que ha terminado con Juan Bautista (1,31: para que se manifieste a Israel). Jesús procede de la comunidad judía (2,1: la madre de Jesús), aunque ese origen suyo no va a tener por consecuencia la continuidad de su obra con el pasado (1,17).

La salvación que <<proviene de los judíos>> es Jesús mismo como Mesías (4,26), <<el rey de los judíos>> (18,33; 19,3.19). Su reino, sin embargo, será universal, pues no morirá solamente por la nación, sino para reunir en uno a los hijos de Dios dispersos (11,52); así lo anunciará en la cruz el letrero redactado en tres lenguas (19,20) y la división del manto en cuatro partes, herencia del crucificado para la humanidad entera (19,23 Lect.). Esta universalidad del salvador será reconocida por los samaritanos (4,42: El salvador del mundo).

martes, 12 de octubre de 2021

Jn 3,22

 Algún tiempo después fue Jesús con sus discípulos a la comarca de Judea, se detuvo allí con ellos y bautizaba.

Teniendo en cuenta el episodio anterior, se indica un desplazamiento de Jerusalén, la capital, a la provincia; el dato temporal es vago y Jn no marca itinerario preciso. La comarca de Judea se encontraba bajo la inspección y jurisdicción directa de Jerusalén (4,1).

Es la primera vez, desde el prólogo (1,11: vino a su casa, pero los suyos no lo acogieron), que Jesús es sujeto del verbo ir/venir (en griego un mismo verbo). Las frases son, pues, paralelas: vino a su casa, vino/fue a la comarca de Judea. Se presenta Jesús por primera vez en Judea para ejercer una actividad con el pueblo. En Jerusalén había hecho una proclama y una denuncia, rechazadas o mal interpretadas. Se aleja de la capital y, en la provincia, va a reclutar adeptos.

La identificación de la comarca de Judea con su casa/lo suyo (1,11) explica que Jesús, hablando con la Samaritana, se identifique como perteneciente a Judea (4,22) y que más tarde, con ocasión de su ida a Galilea por causa del recelo de los fariseos (4,1-3,43), puede citar, aplicándolo a sí mismo, el proverbio: a ningún profeta se le honra en su propia tierra (4,44).

Los fariseos de Jerusalén no reconocerán que <<la casa>> de Jesús sea Judea, lo tiene por galileo (7,52: verás que un profeta, de Galilea, no sale). Juzgan por criterios geográficos, mientras el lugar de origen de Jesús es la esfera divina (3,31: de arriba, del cielo) y, como Mesías, pertenece al pueblo como tal.

Según el texto, Jesús bautizaba, aunque por medio de sus discípulos, como se precisará en 4,2. Sin embargo, no se indica que estuviese fijo en un lugar. Como el bautismo de Juan (cf. 1,25as.31.33), también el de Jesús simboliza ruptura con el pasado y adhesión a la novedad que él representa. Expresa un cambio de lealtad, por eso despertará las sospechas de los fariseos (4,1). En la circunstancia presente, después del episodio del templo (2,13-22), incluye la ruptura con las instituciones de Israel. Jesús despierta la inquietud y gana adeptos en plena Judea, no lejos de la capital. Es, con toda evidencia, un desafío a las autoridades centrales, que lo han rechazado.

domingo, 29 de agosto de 2021

Jn 2,22

 Así, cuando se levantó de la muerte se acordaron sus discípulos de que había dicho esto y dieron fe a aquel pasaje y al dicho que había pronunciado Jesús.

Los hechos iluminan las palabras, sin la experiencia no hay entero conocimiento. Ante su muerte y resurrección, los discípulos ya no asociarán directamente la escena del templo con el AT, sino con las palabras de Jesús (había dicho esto) y con su realización. Antes habían interpretado su gesto en coherencia con el pasado (Sal 69,10), como celo por el templo material; cuando resucite, lo comprenderán como pasión/celo por la presencia liberadora de Dios entre los hombres, que lo han llevado hasta la muerte. A la luz de los hechos y de sus palabras verán también hasta qué punto eran verdad las palabras del salmo (me consumirá). Comprenderán entones que él es el nuevo santuario, y la falsedad de su primera interpretación.

Al señalar Jn que los discípulos no comprendieron hasta después de la resurrección de Jesús, avisa al lector sobre el significado de ciertas posturas de discípulos que encontrará en sucesivos pasajes del evangelio. Durante todo el relato seguirá en vigor para ellos la primera interpretación que han dado de este hecho, viendo a Jesús como Mesías que, según la concepción del tiempo, debería instalarse como rey en Jerusalén. Ya había sido preparada esta reacción en 1,45 (Al descrito por Moisés en la Ley, y por los profetas) y 1,49 (tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel). No tendrá nada de extraño el intento de hacerlo rey (6,15).

Coexiste, por tanto, en los discípulos la adhesión a Jesús, nacida de la experiencia de su amor (2,11), con una ideología anterior a la fe, el apego a su tradición. Esta doble lealtad continuará a lo largo de todo el relato. La persistencia en la idea tradicional del Mesías-rey terreno hará que abandonen a Jesús (6,16ss). Aun después de la muestra de amor de éste, que los recupera (6,19-21), la explicación de su programa y del compromiso que exige la fe en él (6,22-59) provocará una profunda crisis en el grupo de discípulos, de los cuales la mayor parte lo abandonará definitivamente (6,60-66). Aun los que optan decididamente por él (6,67-71) no renunciarán a su ideología, como se ve claramente en el caso de Pedro con ocasión del lavado de los pies (13,8-10), por su arrogancia en querer morir por Jesús (13,36-38), en su conato de ataque en el huerto (18,10-11) y en su desánimo ante la detención de Jesús, que lo lleva a negar su identidad de discípulo (18,15-18.25.27).

SÍNTESIS

Desde el prólogo ha aparecido Jesús Mesías como el lugar donde reside la plenitud de la gloria de Dios (1,14.17), por eso Jn comienza la actividad pública mostrando su incompatibilidad con el templo oficial. En aquella ciudadela del régimen judío y usando símbolos (el azote), que declaran su calidad de Mesías, propone abiertamente su intención y hace su denuncia, más con acciones que con palabras. Escoge una ocasión en que la ciudad está llena de peregrinos; quiere que su actuación sea una proclama que alcance a todos los ángulos del país.

Simbólicamente, con la expulsión del ganado, anuncia su propósito de liberar al pueblo de la explotación disfrazada del culto, denuncia el dominio del dinero y acusa a las autoridades religiosas de abusar de los pobres con el comercio de lo sagrado.

Por un lado, da a conocer al pueblo el verdadero carácter de la institución religiosa, preparándolo a aceptar el éxodo que él va a proponer más adelante; por otra, acusa a los dirigentes de haber desvirtuado la misión histórica del templo en beneficio de sus propios intereses.

La reacción de las autoridades es típica; en lugar de abandonar su evidente injusticia, se oponen a Jesús. De todos modos, el templo ha caducado; será la persona de Jesús la que lo sustituya, pues en él está el Padre presente. Dios se relaciona con el hombre dándole vida, no exigiendo muerte; habitará en el hombre mismo, no en edificios.

jueves, 19 de agosto de 2021

Jn 1,22

 Entonces le dijeron: <<¿Quién eres? Tenemos que llevar una respuesta a los que nos han mandado. ¿Cómo te defines tú?>>.

Acabado el interrogatorio, los enviados no han sacado nada en limpio. Esto crea la desazón y piden a Juan que se defina él mismo. No quieren volver sin haber obtenido alguna información. Se repliegan a la posición inicial y vuelvan a la pregunta genérica: ¿Quién eres?

Las autoridades esperan una respuesta clara para juzgar si Juan representa un peligro. No bastan sus declaraciones negativas ni el rechazo de toda pretensión mesiánica; querrán saber qué pretende con su actividad.

Jn 21,24-25

  Jn 21,24a Jn 21,24b Jn 21,25  La comunidad presenta el testimonio del evangelista. Autor del Evangelio, el discípulo predilecto de Jesús. ...