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jueves, 25 de mayo de 2023

Jn 15,27b

 <<porque desde el principio estáis conmigo>>.

Los discípulos pueden dar testimonio de Jesús por estar con él desde el principio. Hay que preguntarse qué significa esta expresión. En el evangelio sólo aparecen con Jesús desde el principio Andrés y otro discípulo de Juan. Pedro, Felipe y Natanael (1,35-51).

La expresión desde el principio no puede, pues, tener un mero sentido cronológico. Todo discípulo, en cualquier época, está llamado a dar testimonio de Jesús. Estas palabras son, por tanto, válidas y aplicables siempre. Lo que el evangelista afirma es que para dar ese testimonio hay que aceptar como norma toda la vida de Jesús, desde el principio, sin separar a Jesús resucitado del Jesús terrestre. Relacionarse únicamente con Jesús glorioso es la tentación espiritualista y gnóstica ( 1 Jn 4,2-3; 5.6); insiste Jn por eso en la aceptación de Jesús Hombre-Dios.

Hay que poner en paralelo dos testimonio s que aparecen en el evangelio: el de Juan Bautista, que precede a la misión de Jesús, y el de los discípulos, que la sigue.

El testimonio de Juan se concentraba en la visión del Espíritu que bajaba y permanecía sobre Jesús (1,32s) y en el anuncio del don del Espíritu (1,33); el objetivo de su misión era que el Mesías se manifestara a Israel (1,31).

El testimonio de los discípulos sobre Jesús concierne su misión realizada, de la que ellos son fruto y que ellos continúan. Ellos han recibido el Espíritu, y éste los sostiene en su misión, dando testimonio juntamente con ellos. Juan anunciaba un hecho venidero; ellos, su experiencia personal de Jesús.

Acentúa así Jn la centralidad de Jesús en la historia, Con el Bautista termina la época de la expectación. Después de Jesús, que ha inaugurado la etapa final, toca a los discípulos anunciar su experiencia de él. Pero no se puede dar ese testimonio si no se está con él, es decir, si no se experimenta su presencia, y eso desde el principio, aceptando su entera realidad humano-divina.

sábado, 25 de marzo de 2023

Jn 13,27b

 Por eso le dijo Jesús: <<Lo que vas a hacer, hazlo pronto>>.

Percibiendo Jesús la actitud de Judas, no intenta forzarlo; él le ha mostrado la suya hasta el último momento. No lo ha denunciado ante el resto de los discípulos, le ha dejado plena libertad de opción, aun a costa de su propia vida. Pero ahora ya es inútil prolongar la situación. Jesús mismo le facilita la salida. Respeta la decisión libre y malvada del discípulo, como el Padre respetará la de Pilato (19,11a Lect.).

Se ve aquí la absoluta libertad que deja Dios al hombre. Su ofrecimiento de vida no se impone en ningún sentido. Su amor es indefectible, continuo, hasta el final, pero nunca fuerza. Se puede aceptar la vida plena y definitiva o consumar la propia ruina. No es Dios quien juzga, el hombre se da su propia sentencia (3,16-21).

sábado, 11 de febrero de 2023

Jn 12,27b

 <<pero ¿qué voy a decir: ´Padre, líbrame de esta hora´? ¡Pero si para esto he venido, para esta hora!>>.

El sentido de su vida entera depende de su hora, que será su enfrentamiento final con <<el mundo>> homicida y la manifestación suprema de su amor al hombre. Su hora es la consecuencia y el coronamiento de su vida entera. Desde el principio la tenía presente (2,4).

Se muestra aquí la realidad de la carne de Jesús, el Hombre. Hace su opción consciente en contra de su inclinación natural. Sus dos frases, la hipotética (¿qué voy a decir...?) y la que de hecho pronuncia (12,29: ¡Padre, manifiesta la gloria de tu persona!), se oponen una a la otra, como lo involuntario a lo involuntario. Jesús no va a la muerte con la sonrisa en los labios, la empresa es muy seria y dolorosa. Pero en la paradoja de que el hombre de carne pueda amar hasta ese punto, brilla la gloria de Dios y la del hombre mismo (12,23). Jesús es el hombre acabado, lleno del Espíritu, la fuerza de amor capaz de superar la debilidad de la carne.

jueves, 19 de agosto de 2021

Jn 1,27b

 y a ése yo no soy quién para desatarle la correa de las sandalias.

Juan afirma su inferioridad respecto al que viene, declarando que no tiene talla para ocupar su puesto. El texto hace clara alusión a la ley judía del levirato, según la cual, cuando uno moría sin hijos, un pariente debía casarse con la viuda para dar hijos al difunto. Si el que tenía el derecho y la obligación de hacerlo no la cumplía, otro podía ocupar su puesto. La ceremonia para declarar la pérdida del derecho consistía en desatar la sandalia (cf. Dt 25,5-10;, Rut 4,6-7). Al afirmar Juan que él no puede tomar el puesto del que vien (cf. 1,15), anuncia a éste como Esposo. En los términos simbólicos de los profetas, que a menudo presentaban la alianza como la unión conyugal entre Dios y el pueblo (1,15 Lect.), el Esposo que llega anuncia la inauguración de una alianza nueva. Es, por tanto, el Mesías (1,17), aquel a quien la profecía llamaba <<el Señor>> (1,23).

Existe, pues, una alusión a 1,20. Juan, que negaba ser el Mesías, anuncia ahora su llegada inminente (el que llega), porque de hecho ya está presente entre los que escuchan. La llegada sucederá a su presencia y significará el comienzo de su actividad. Juan bautiza con agua; no es aún el bautismo propio de los tiempos mesiánicos, es la preparación de la esposa (el pueblo) para el Esposo que viene a llevársela (3,29).

Jn 21,24-25

  Jn 21,24a Jn 21,24b Jn 21,25  La comunidad presenta el testimonio del evangelista. Autor del Evangelio, el discípulo predilecto de Jesús. ...