Mostrando entradas con la etiqueta 19-20. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta 19-20. Mostrar todas las entradas

domingo, 17 de abril de 2022

Jn 6,19-20

 Habían ya remado unos cinco o seis kilómetros cuando percibieron a Jesús, que, andando por el mar, se acercaba a la barca, y les entró miedo; pero él les dijo: <<Soy yo, no tengáis miedo>>.

Avanzada ya la travesía, perciben a Jesús que, caminando sobre el mar, se acercaba a la barca. El hecho de <<caminar sobre el mar>> era propio de Dios (Job 9,8: Sólo él ... camina sobre el dorso del mar>>). La escena de Jn describe, pues, una manifestación de la divinidad de Jesús. Los discípulos lo reconocen; la presencia de Jesús, Hombre-Dios, del que han desertado, les causa miedo; esperan una reprimenda o represalia. Jesús, por el contrario, les dirige la palabra y los tranquiliza: Soy yo, no tengáis miedo. Las palabras Soy yo dan el motivo para no temer (1,20; 4,25-26 Lects). Él es el Mesías, el que los escogió, mostrándoles con eso su amor, y el que los sigue queriendo a pesar de su deserción: lleno de amor y lealtad (1,14; cf. 13,1). Ha caminado por el lago para ir a buscarlos, no tiene barca (comunidad), pero nada hay imposible para el amor. Ellos han querido volverse atrás, Jesús vuelve a ellos para no dejarlos solos con su mal designio. No quiere que se pierdan en la tiniebla (6,39; cf. 10,28; 12,35).

La huida en la barca anticipa la angustia y la desorientación del grupo después de la muerte de Jesús. Sus palabras: Soy yo, no tengáis miedo, anuncian su victoria sobre el mundo (16,33) y el saludo pascual: Paz con vosotros (20,19).

Job. CAPÍTULO 9.

domingo, 6 de marzo de 2022

Jn 5,19-20

 Reaccionó Jesús diciéndoles: <<Pues sí, os lo aseguro: Un hijo no puede hacer nada de por sí, tiene que verlo hacer al padre. Así, cualquier cosa que éste haga, también el hijo la hace igual, pues el padre quiere al hijo y le enseña todo lo que él hace, y le enseñará obras mayores que éstas para vuestro asombro>>.

Jesús responde con fuerza (Pues sí, os lo aseguro). Describe la identidad de acción entre él y el Padre tomando pie de un hecho de experiencia, el del padre que enseña su oficio al hijo. Lo hace por cariño, y para el hijo no tiene secretos (cf. 1,14: comunicación de toda la gloria / riqueza del Padre; 3,35: el heredero universal). Pero aún no han visto ellos todo lo que el Padre puede enseñar a Jesús. El futuro les reserva sorpresas.

Con esta comparación identifica Jesús de nuevo su actividad con la del Padre: es la misma obra creadora (5,17) aprendida de él. Recalca la legitimidad de su postura y, por tanto, priva a sus adversarios de todo argumento. Lo que practican y enseñan no lo han aprendido de Dios. De hecho, ellos, que ya se proponen matar a Jesús (5,18), aprenden su actividad de otro padre, <<el diablo>>, el enemigo del hombre (8,44). La Ley, en cuyo nombre se oponen a Jesús, no es expresión de la voluntad divina, ni refleja el ser de Dios (1,17). La controversia ya no gira en torno al episodio particular del inválido (cargar con la camilla); opone la Ley mosaica, representada por el precepto del descanso (5,18a), y la persona de Jesús, que se coloca por encima de ella haciéndose igual a Dios (5,18b). Tampoco Jesús se refiere a una acción particular, sino que ha enunciado un principio general (mi Padre trabaja y yo también trabajo), que se extiende a toda su actuación. Afirma que no admite norma exterior que limite su actividad y que ellos no son quién para juzgarla, pues se trata de la actividad de Dios mismo. Excluye, por tanto, como norma, a la Ley en cuanto tal, no a una interpretación particular del precepto. A continuación va a exponerles algunos aspectos de la actividad aprendida del Padre.

miércoles, 20 de octubre de 2021

Jn 4,19-20

 La mujer le dijo: <<Señor, veo que tú eres profeta. Nuestros padres celebraron el culto en este monte; en cambio, vosotros decís que el lugar donde hay que celebrarlo está en Jerusalén>>.

La denuncia de su situación, que le hace Jesús, hace comprender a la mujer que es un profeta y espera de él un oráculo que le declara cómo remediar el adulterio que la separa de Dios. Para ella, el encuentro con el verdadero Dios se reduce a una cuestión cúltica. Quiere saber qué culto es el verdadero y cuál el falso. Muestra inseguridad; no sabe con certeza si su tradición es legítima. Había sido Jeroboán la causa del primer cisma, prohibiendo a los habitantes del reino de Samaría ir en peregrinación al templo de Jerusalén y erigiendo sus propios altares (1 Re 12,25-33). El cisma se había hecho definitivo ante la prohibición hecha a los samaritanos en tiempo de Esdras de participar en la reconstrucción del templo de Jerusalén (Esd 4,1-3), lo que llevó a la erección de un templo propio en el monte Garizín. La mujer vuelve a apelar a sus antepasados (nuestros padres), que construyeron su propio templo, rival del de Jerusalén, único legítimo. El profeta debe resolver la cuestión. Ella sigue aferrada a la validez de Jacob como origen del pueblo: si dentro de su descendencia ha habido un cisma, la solución tiene que encontrarse sin salir de esa tradición; no concibe una novedad.

Jn 21,24-25

  Jn 21,24a Jn 21,24b Jn 21,25  La comunidad presenta el testimonio del evangelista. Autor del Evangelio, el discípulo predilecto de Jesús. ...