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domingo, 5 de marzo de 2023

Jn 12,43

 pues prefirieron la gloria humana a la gloria de Dios.

Habiendo percibido en Jesús la gloria de Dios, el resplandor de su amor por el hombre, se encuentran ante un dilema. Aceptar esa gloria como norma de su vida significa perder su situación de privilegio. En la alternativa optan por continuar donde estaban, renunciando a la vida (12,25; 3,36), a ser hijos de Dios (1,12). Verifican la acusación hecha por Jesús (5,44: ¿Cómo os va a ser posible creer a vosotros que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la gloria que se recibe de Dios sólo? Su posición social los tiene atados. Así, aunque saben que Dios está por el hombre, como lo ha manifestado Jesús, ellos, conscientemente, siguen siendo opresores del hombre.

Existen, pues, dos causas de la incredulidad. Una, en el pueblo, la tradición que le han enseñado (12,34). En definitiva, los responsables principales de la situación son los jefes, pues ellos son los que tienen sometido al pueblo con su prestigio y su doctrina, impidiéndole ver la realidad.

SÍNTESIS

La gran tragedia del pueblo oprimido es haber asimilado la ideología del sistema que los oprime, aceptando como valores los principios de muerte que éste propone. Quedan ciegos para ver y apreciar toda realidad que de alguna manera la contradiga.

De ahí la enorme responsabilidad de los dirigentes. En la perícopa aparece la traición al pueblo por parte de muchos jefes judíos, que, convencidos ya de que Dios estaba de parte de Jesús, el condenado por su sistema, no se atreven a ser honrados consigo mismos y permanecen públicamente en el bando opuesto, por miedo a perder su posición.

Se dibuja en la perícopa el dilema que se presenta ante el hombre, cuando la acción de Dios derriba sus antiguas seguridades doctrinales. Es el momento en que se juega su entero porvenir: o bien ha de fiarse de Dios y aceptar el riesgo, o bien se cierra al Espíritu aferrándose a su propio pasado, aunque ya no le conste su validez. Es la opción de todo hombre entre la luz y las tinieblas. Quien entonces no se acerca a la luz, por motivos más o menos inconfesables, empezará a odiar la luz, que es Jesús, el Hijo de Dios.

domingo, 8 de enero de 2023

Jn 11,43

 Dicho esto, dio un grito con voz muy fuerte: <<¡Lázaro, ven fuera!>>.

El sepulcro en que habían colocado a Lázaro, según la costumbre y la mentalidad judía, no era su lugar propio. Han sido ellos lo que lo han colocado allí (11,34: ¿Dónde lo habéis puesto?). Es el sepulcro del pasado (11,38b). El creyente no está destinado a él, porque, aunque muera, sigue viviendo (11,25; 19,41 Lect.).

Por eso, con su orden, Jesús muestra a Lázaro vivo en la muerte. Su grito brota de su acción de gracias (Dicho esto, dio un grito). Los destinatarios de su acción son los circunstantes (11,42: para que lleguen a creer que tú me has enviado): han de convencerse de que la muerte física no ha interrumpido la vida del discípulo.

miércoles, 10 de agosto de 2022

Jn 8,43

 <<¿Por qué razón no entendéis mi lenguaje? Porque no sois capaces de escuchar ese mensaje mío>>.

Ya en varias ocasiones los adversarios de Jesús han mostrado no comprender lo que les decía (7,35s; 8,19.27.37). Esa imposibilidad de comunicación nace de que perciben una amenaza en el mensaje que Jesús propone. El amor al hombre, la ayuda a los débiles, el don de sí mismo a los demás, son conceptos que les repelen, porque exigen la ruptura con el orden injusto que sostienen y en el que ocupan una posición de dominio. Ellos son los hombres de la situación; Jesús es el hombre del pueblo (6,42; 7,52) que se pone de parte de los débiles, de los ignorantes considerados malditos por los fariseos (7,49). Jesús es la negación misma de todo sus sistema. Ellos, para defenderlo, habían creado una ideología, que Jesús rechaza (5,17). Ha puesto al descubierto su ambición de honores y prestigio (5,43s), les ha echado en cara su infidelidad a Moisés (5,45-47) y a las Escrituras (5,39s); los ha acusado de no cumplir la Ley que Moisés les había dado (7,19) y de juzgar sin justicia (7,24); les ha predicho la ruina (7,34), haciéndolos responsables del desastre que se cierne sobre el pueblo (8,21). Les ha reprochado pertenecer a un orden opresor contrario al plan de Dios (8,23); los ha llamado esclavos, negando que sean hijos de Dios (8,42). Ellos, aferrados al sistema que respalda sus intereses, se cierran a su mensaje. No pueden soportar de hablar de Jesús. Ponen su estado de privilegio por encima del hombre, y cada vez que Jesús se lo recuerda, se exasperan y se defienden atacándolo.

domingo, 13 de marzo de 2022

Jn 5,43

 <<Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me aceptáis; si otro viniese en su propio nombre, a ése lo aceptaríais>>.

Venir en nombre del Padre significa representarlo, realizar su obra trabajando en favor del hombre, sin buscar la propia ventaja. Al actuar así, Jesús está en contradicción con los dirigentes, para quienes no cuenta el pueblo, sino su propio interés (5,42: no tenéis el amor de Dios). Por eso no lo aceptan. Si otro viniese buscando su propio interés, despreocupándose del hombre, pero con deseo de propia afirmación, a ése sí lo aceptarían; estaría al nivel de ellos, entraría en su juego de poder. 

Se delimita aquí la frontera entre Jesús y <<el mundo>>, que se identificaría con <<los Judíos>>, los partidarios del sistema y sus instituciones (cf. 7,1.7). Se distinguen uno del otro en los objetivos que persiguen. Jesús y, tras él, los suyos (cf. 8,23; 17,14-16) son los que no buscan honor mundano; su gloria consiste en transmitir el amor y la vida de Dios al hombre (17,22), liberándolo de la esclavitud y de la muerte. <<El mundo>>, por el contrario, se caracteriza por perseguir al propio interés, la propia gloria, despreciando y matando al hombre (8,44; 10,10). Es la oposición entre la vida, que es luz (1,4) y la tiniebla, que intenta apagarla (1,5).

Jn 21,24-25

  Jn 21,24a Jn 21,24b Jn 21,25  La comunidad presenta el testimonio del evangelista. Autor del Evangelio, el discípulo predilecto de Jesús. ...