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viernes, 4 de agosto de 2023

Jn 19,39

 <<Fue también Nicodemo, aquel que al principio había ido a verlo de noche, llevando unas cien libras de una mezcla de mirra y áloe>>.

Jn no llama a Nicodemo discípulo. Era, por el contrario, fariseo y jefe entre los Judíos (3,1). Había esperado que fuese Jesús el Mesías-maestro y realizase la restauración promoviendo la rigurosa observancia de la Ley (3,2), pero su propia fidelidad a ésta le impidió captar el mensaje de Jesús. Jn recuerda su primera visita de noche; conociendo que <<la noche>> significa el espacio de donde Jesús, la luz, está ausente (cf. 9,4s), alude Jn con este detalle a la resistencia de Nicodemo a admitir el mensaje de Jesús (3,4.9.12). Siendo, sin embargo, hombre de la Ley, escrupuloso de su observancia, consideraba injusto el modo de proceder de sus compañeros fariseos y salió en defensa de Jesús en nombre de la misma Ley (7,50-51 Lect.). También él consideraba una injusticia el acuerdo del Consejo de matarlo sin haberlo escuchado (11,53) y quiere protestar honrando su sepultura.

Los aromas son símbolo de vida. Con la enorme cantidad que lleva, se propone Nicodemo eliminar el hedor de la muerte (cf. 11,39), que da por descontado. Para él, Jesús ha terminado para siempre, pero quiere perpetuar su memoria.

Esta clase de aromas, mirra y áloe, no se empleaban para la sepultura. Por el contrario, se usaban para perfumar la alcoba (Prov 7,17) y a ellos olían los vestidos del rey-esposo (Sal 45,9). Se mencionan con frecuencia en el Cantar en claro contexto nupcial (4,14: con árboles de incienso, mirra y áloe, con los mejores bálsamos y aromas; cf. 3,6s, de la litera del esposo; 4,6; 5,1.13). Su significado en la escena aparecerá a continuación.

martes, 18 de julio de 2023

Jn 18,39

 <<Pero tenéis por costumbre que os suelte a uno por Pascua, ¿queréis que os suelte al rey de los judíos?>>.

La Pascua fue en su origen la fiesta de la liberación de Egipto y de la constitución del pueblo. Soltar un preso en la fiesta recordaba la antigua liberación y simbolizaba su permanencia.

A pesar de su veredicto de inocencia, Pilato no se atreve a dar el paso que exigiría la justicia: poner a Jesús en libertad. Él mismo no es libre, siente la presión de las autoridades judías y cede a ella. Propone entonces una solución de compromiso que deje bien a todos: los dirigentes renunciarán a su acusación y él mismo podría poner a Jesús en libertad sin ofenderlos.

domingo, 8 de enero de 2023

Jn 11,39

 Dijo Jesús: <<Quitad la losa>>. Le dice Marta, la hermana del difunto: <<Señor, ya huele mal, lleva cuatro días>>.

La orden de Jesús pide a la comunidad que se despoje de esa creencia que demora la resurrección hasta el final, separando a los vivos de los muertos. Lo mismo que el paralítico tenía que disponer de su camilla, también esta comunidad tiene ella misma que echar a un lado la mentalidad que le impide creer plenamente en Jesús.

El texto subraya de nuevo el vínculo entre Marta y Lázaro, el muerto. La comunidad piensa que la muerte es el fin (el difunto). Marta objeta a la orden de Jesús. La nueva mención de los cuatro días (11,17 Lect.) subraya los estragos de la muerte y muestra una vez más que la hermana no ve diferencia entre la muerte de un discípulo y la que ha sufrido la humanidad desde siempre. No cree que la adhesión a Jesús haya cambiado la condición del hombre. La fe expresada antes por Marta, clara en su formulación (11,27), vacila ante la cruda realidad (ya huele mal); no conoce la calidad del amor de Dios ni el alcance de su obra creadora.

sábado, 27 de agosto de 2022

Jn 10,39

 Otra vez intentaron entonces prenderlo, pero se les escapó de las manos.

Ya no responden, porque ha puesto al descubierto sus verdaderas motivaciones, y no tienen respuesta. Como de costumbre (otra vez: cf. 7,30; 8,20.59), apelan a la violencia, pero Jesús se les escapa.

Jesús sale definitivamente del templo, la ciudadela del sistema judío que rechaza al Mesías de modo irrevocable. Ya no volverá a tratar con los dirigentes, hasta que no llegue su hora, cuando lo detengan para matarlo (18,1ss). Jesús sale para marcharse más allá del Jordán, la nueva etapa de su éxodo.

SÍNTESIS

En este episodio, ante el interrogatorio oficial, define Jesús su condición de Mesías. Pero, en vez de aplicarse el título, se describe como el Hijo de Dios, es decir, como el Consagrado por el Padre por medio del Espíritu para una misión salvadora. Esta consagración confiere un dinamismo, que es la misma fuerza de Dios. De ahí que sus credenciales no sean jurídicas, sino que nazcan de su actividad, igual a la del Padre.

Las obras de Jesús, que realizan el plan creador, son las del Padre, cuyo amor comunica vida al hombre. No enseña doctrinas sobre Dios, muestra quién es a través de su acción misma. Se le enfrentan en la escena los dirigentes judíos, que de palabra respetan a Dios, mientras en su conducta son opresores del hombre.

En el trasfondo se oponen dos cadenas de realidades: vida (Dios), cuya actividad, el amor, produce vida: muerte, cuya actividad, el odio, produce muerte (8,44: homicida). Es la oposición entre Dios y <<el Enemigo>> (8,44), que se identifica con el poder del dinero (8,20).

jueves, 4 de agosto de 2022

Jn 7,39

 Esto lo dijo refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que le dieran su adhesión (aún no había espíritu, porque la gloria de Jesús aún no se había manifestado)

La invitación central de Jesús será realidad en el momento de la manifestación de su gloria.

Jesús en la cruz será el nuevo templo, de donde corre el agua del Espíritu (19,34). A él los dirigentes judíos no pueden acercarse (7,34: donde yo estoy, vosotros no sois capaces de venir). Pueden ir en procesión al antiguo, como lo hacen en la fiesta, pero no hasta Jesús, porque en este templo nuevo no se celebra ya el culto ceremonial, sino el culto con espíritu y verdad, es decir, el amor leal al hombre, a imitación del Padre (4,24).

Invitando a beber, Jesús promete calmar la sed del hombre. La condición es sentirla: el satisfecho, el instalado no se acerca a él porque no siente la sed. Resuena en su invitación el texto de Is 55,1: <<Oíd, sedientos todos, acudid por agua, también los que no tenéis dinero>>. En el templo, convertido en un mercado, eran objeto de compraventa los dones de Dios (2,16 Lect.). Jesús ofrece el verdadero don de Dios, el Espíritu, sin más condición que esta sed que no sólo implica la necesidad de agua, sino que, por lo mismo, denota la carencia. <<Sentir la sed>> significa darse cuenta de que la antigua institución no ofrecía el agua del Espíritu, como ya apareció en el episodio de la Samaritana, con referencia a la Ley (4,13-14a Lect.), y no podía, por tanto, responder a la necesidad del hombre. Es la misma carencia expresada en Caná bajo la imagen de la falta de vino (2,3 Lect.).

<<Acercarse>> (7,37b) equivale a darle adhesión a él, en cuya persona quedan sustituidas todas las antiguas instituciones y realizadas las promesas. La fe en Jesús implica, por tanto, la ruptura y realizadas las promesas. La fe en Jesús implica, por tanto, la ruptura con el antiguo templo (5,13s Lects.) y con la  antigua Ley (5,23 Lect.). La fe es un encuentro con Jesús como dador del agua-Espíritu. El creyente es el que acepta el amor de Jesús manifestado en la cruz y se asimila a él (beber). De su costado brotará la sangre, símbolo de su amor por el mundo, que lo lleva hasta dar la vida, y el agua, símbolo del Espíritu, el don de amor que él comunica a los hombres (1,16), dándoles la vida y la capacidad de amar como él amó (13,34).

Existe en este versículo una doble mención del Espíritu. La primera, con artículo, se refiere al que habita en Jesús (1,32), que es la gloria, el amor leal del Padre (1,14); la segunda, sin artículo, designa al espíritu recibido por el hombre y a ése mismo en cuanto, al recibirlo, se convierte en <<espíritu>>. Corresponden las dos menciones a las de 3,6: del Espíritu nace espíritu. El hombre-espíritu, que no existía, llegó a existir a través de Jesús: el amor y la lealtad (en el hombre) han existido por medio de Jesús Mesías (1,17). Si el Espíritu es el amor de Jesús, el <<espíritu>> que se recibe de él y constituye al hombre nuevo es el amor que responde a su amor (1,16). Por eso puede afirmar Jn que aún no había espíritu, es decir, hombre acabado; la creación del hombre no será terminada por el Espíritu hasta que éste no brote del costado de Jesús en la cruz (19,34; 20,22 Lect.).

domingo, 24 de abril de 2022

Jn 6,39

 Y éste es el designio del que me mandó: que de todo lo que me ha entregado no pierda nada, sino que lo resucite el último día.

Es la primera vez que aparece la expresión el último día (6,39.40.44.54; 11,24; 12,48), que, en este discurso, se repite con insistencia.

Curiosamente, además de los textos citados, se encuentra la expresión <<el último día>> introduciendo un episodio en el templo: El último día, el más solemne de las fiestas (7,37-39), donde Jesús invita al que cree a beber del agua que va a brotar de su entraña. Tal invitación, sin embargo, aunque situada en el presente, no puede hacerse realidad en aquel momento, se hará posible en su muerte, cuando manifieste su gloria y se dé el Espíritu (19,30.34).

Jugando el evangelista con la doble referencia, al presente (en el templo) y al futuro (en su muerte), muestra que la muerte de Jesús, Cordero pascual, será el verdadero último día, el mayor de la fiesta, cuando a todos sea posible acercarse y beber el agua del Espíritu. Al ser ése el último día, será entonces cuando él conceda la resurrección a todos los que el Padre le ha entregado; es decir, el don del Espíritu que lleva consigo el de la resurrección. Por eso afirma en 8,51: Quien cumpla mi mensaje no sabrá nunca lo que es morir. En consecuencia, no aceptará Jesús el sentido que da Marta al último día (11,24), interpretándolo como final de los tiempos, según la concepción de la época. El último día es aquel en que termina la creación del hombre, el día sexto de la muerte de Jesús, cuando acabada su obra entregue el Espíritu (19,30) y la vida definitiva empiece a ser realidad (7,37 Lect.).

Al conceder la resurrección con el don del Espíritu muestra Jesús que la realización del hombre no es un mero producto del proceso histórico. Aparece aquí una de las implicaciones de la frase de Jesús: al elegiros yo os saqué del mundo (15,19). Jesús los sustrae al influjo destructor de la sociedad injusta. Sin salir de ella (17,11: ellos están en el mundo; 17,15: no te pido que los saques del mundo), participando en ella, su comunidad representa una fuerza de vida, por la que la creación va adquiriendo su condición definitiva.

Jn 21,24-25

  Jn 21,24a Jn 21,24b Jn 21,25  La comunidad presenta el testimonio del evangelista. Autor del Evangelio, el discípulo predilecto de Jesús. ...