martes, 8 de agosto de 2023

Jn 20,11a-18

 

  • Jn 20,11a
  • Jn 20,11b-12
  • Jn 20,13
  • Jn 20,14
  • Jn 20,15
  • Jn 20,16
  • Jn 20,17a
  • Jn 20,17b
  • Jn 20,18
  • Jesús había anunciado a los suyos la tristeza por su muerte, pero asegurándoles la brevedad de la prueba y la alegría que les produciría su vuelta (16,16-23a). María, en cambio, llora sin esperanza (xf. 11,33) (11); ha olvidado las palabras de Jesús. No se separa del sepulcro, donde no puede encontrarlo.
  • Los guardianes del lecho (dos ángeles) (12) son los testigos de la resurrección y están dispuestos a anunciarla. Blanco, color de la gloria divina; su presencia es un anuncio de vida. El vestido y la pregunta de los ángeles (13) muestran que no hay razón para el llanto. Mujer, apelativo usado por Jesús con su madre (2,4 y 19,6), la esposa fiel de Dios en la antigua alianza, y con la samaritana (4,21), la esposa fiel. Los ángeles ven en María a la esposa de la nueva alianza, que busca desolada al esposo, pensando haberlo perdido. Respuesta de María: como la primera vez que llegó al sepulcro (20,2), sigue pensando que todo ha terminado con la muerte.
  • Mientras siga mirando al sepulcro no encontrará a Jesús. En cuanto se vuelve (14), lo ve de pie, como una persona viva, pero la idea de la muerte la domina y no lo reconoce. La pregunta de Jesús (15) repite en primer lugar la de los ángeles: no hay motivo para llorar. Añade ¿A quién buscáis?, como en el prendimiento (18, 4.7), para darse a conocer. Pero María no pronuncia su nombre. Hortelano: vuelve la idea del huerto/jardín, según el lenguaje del Cantar (19,41). Se prepara el encuentro de la esposa (Mujer) con el esposo (3,29). María, obsesionada con su idea, piensa que la ausencia de Jesús se debe a la acción de otros (si te lo has llevado tú).
  • Jesús la llama por su nombre (16) y ella reconoce su voz (10,3; cf. Cant 5,2). Se vuelve del todo, sin mirar más al sepulcro, que es el pasado. Al esposo responde la esposa (cf. Jr 33,11; Jn 3,29): se establece la nueva alianza por medio del Mesías. Rabbani, “señor mío”, tratamiento de los maestros, pero también de la mujer dirigiéndose al marido. El lenguaje nupcial expresa la relación de amor y fidelidad que une la comunidad a Jesús; pero este amor se concibe en términos de discipulado, es decir, de seguimiento.
  • Gesto implícito de María (Cant 3,4: “Encontré el amor de mi alma; lo agarré y ya no lo soltaré”). La alegría del encuentro hace olvidar a María que su respuesta a Jesús ha de ser el amor a los demás. A ese gesto responde Jesús al decirle: Suéltame. Da la razón (aún no he subido, etc.). La fiesta nupcial será el estadio último, cuando la esposa, la humanidad nueva, haya recorrido su camino, el del amor total, y la creación queda perfectamente realizada.
  • Jesús envía a María con un mensaje para los discípulos, a los que por primera vez llama sus hermanos: amor fraterno, comunidad de iguales. Antes de la subida definitiva de Jesús al Padre (para quedarme), junto con la humanidad nueva, hay otra subida que dará comienzo a la nueva historia. Volverá con los discípulos (14,18). La mención de Padre de Jesús como Padre de los discípulos responde a la promesa de 14,2-3: “En el hogar de mi Padre hay vivienda para muchos, etc”.
  •  Jesús sube ahora para dar a los suyos la condición de hijos (mis hermanos), mediante la infusión de su Espíritu (14,16s). Esta experiencia les hará conocer a Dios como Padre (17,3); será su primera experiencia verdadera de Dios. No van a llamar Padre al que conocen como Dios, sino al contrario: llamarán Dios al que experimentan como Padre. No reconocen a otro Dios más que al que ha manifestado en la cruz de Jesús su amor gratuito y generoso por el hombre, comunicándole su propia vida. Es el único Dios verdadero (17,3). La comunidad recibe la noticia de la resurrección de Jesús (18).
  • Síntesis. Jn concibe la obra de Jesús como la creación de una humanidad y un mundo nuevos. En paralelo con la pareja primordial, Adán y Eva, aparece en el huerto/jardín la nueva pareja que da origen a la humanidad nueva. La presencia de Jesús en la comunidad no absorbe las energías de ésta, sino que la proyecta hacia fuera, enviándola a la misión.

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