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jueves, 7 de septiembre de 2023

Jn 21,8

 <<Los otros discípulos fueron en la barca (no estaban lejos de tierra, sino a unos cien metros) arrastrando la red con los peces>>.

El resto del grupo no imita el gesto de Pedro, no necesita el cambio radical de actitud. Van en la barca juntos, como estaban al principio (21,2), hacia el lugar donde está Jesús. No estaban lejos de <<la tierra>>. Este término, en el original con artículo las tres veces que aparece (21,8.9.11), designa el lugar propio de la comunidad donde ella vive con Jesús (cf. 1,39), de donde sale (21,3b) para su labor en el mundo, simbolizado por el mar. Es figuradamente <<la tierra prometida>>, representada en los episodios anteriores por el local con las puertas atrancadas (20,19.26), donde Jesús se manifiesta a los suyos. Es la tierra adonde ellos habían llegado siguiéndolo en su éxodo (6,21 Lect.). Los discípulos que se quedan en la barca no estaban lejos de esa tierra; no habían tomado ellos la iniciativa de trabajar en la noche.

sábado, 5 de agosto de 2023

Jn 20,8

 <<Entonces, al fin, entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, vio y creyó>>.

Jn subraya que el discípulo quiso esperar a que Pedro entrase primero. Al repetir la frase el que había llegado primero al sepulcro recuerda su gesto de amor y reconciliación, insistiendo en la actitud de este discípulo, igual a la de Jesús. Ve las mismas señales que había visto Pedro y comprende: la muerte no ha interrumpido la vida, simbolizada por el lecho nupcial preparado. El sudario no había tapado la cara a Jesús, sólo le había cubierto la cabeza porque su muerte era un sueño (19,30). El dador de la vida no podía quedar prisionero de la muerte.

El discípulo que está en sintonía con Jesús, la Vida (11,25; 14,6), comprende sus señales y podrá ser testigo de la resurrección como lo ha sido de la muerte y del amor de Jesús (19,35). Ahora cree y ve así la gloria de Dios (11,40: ¿No te he dicho que si llegas a creer verás la gloria de Dios?), es decir, el alcance de su amor, que vence la muerte dando la vida definitiva.

Jn pone de nuevo en contraste a los dos discípulos al señalar solamente la fe del segundo. Recuérdese que en la cercanía a Jesús y en la percepción de las señales este discípulo precede siempre a Pedro (13,24.25; 18,15s; 21,7). En caso que Pedro hubiese llegado a interpretar las señales, para que la relación entre los dos personajes conservara aquí su coherencia con los otros pasajes del evangelio, se habría señalado la fe de Pedro después de la del otro discípulo.

miércoles, 19 de julio de 2023

Jn 19,8

 <<Cuando Pilato oyó decir aquello, le entró más miedo>>.

El miedo de Pilato a las autoridades judías se había manifestado en su actuación vacilante y en la falta de decisión para dar libertad a Jesús, a quien reconoce inocente. Ahora su miedo aumenta ante el temor de la acusación que hacen a Jesús. En el conflicto de poderes, las autoridades judías son más fuertes que Pilato.

La acusación lo impresiona. Teme a las autoridades, pero se pregunta si no ha de temer también a Jesús. Si éste fuese puro hombre, podría tratarlo injustamente con impunidad; ante la posible presencia de lo divino, no sabe cómo comportarse, se siente inseguro.

En la narración, el poder judío juega con la inseguridad de Pilato. Ellos con su saña y él con su miedo se van envileciendo. En el centro se va descubriendo la fuerza de Jesús, que con su entrega se mantiene fiel a sí mismo y a su misión.

SÍNTESIS

Esta perícopa central está cargada de contenido teológico. Se define en ella la verdadera realeza, que es sinónimo de riqueza y libertad. <<El rey>> es <<el Hombre>>, el que realiza el proyecto divino entregándose por amor hasta la muerte, demostrando así ser Hijo de Dios.

Señala Jn la calidad del Mesías que Dios destina a la humanidad: no es un rey dominador, sino aquel que posee la plenitud humana y puede capacitar al hombre para conseguirla. Ser <<el hombre>> terminado es lo mismo que ser hijo de Dios. Esa es la verdadera grandeza. Su riqueza es el amor que, con plena libertad, se da a sí mismo. Por esa razón, este Mesías no se encierra en una cultura ni responde a sus imperativos, sino que es válido para la humanidad entera.

La Ley, como instrumento de opresión, se opone a que el hombre llegue a realizarse; lo somete, privándolo de la libertad y le impide así disponer de la propia vida para darla. Los opresores condenan a muerte al hombre-hijo de Dios.

sábado, 1 de julio de 2023

Jn 18,8

 Replicó Jesús: <<Os he dicho que soy yo; pues si me buscáis a mí, dejad que se marchen éstos>>.

Jesús se identifica de nuevo y les da orden de limitarse a la misión que traen y dejar en libertad a los suyos. Su entrega los pone a salvo, él va a dar la vida por sus amigos (15,13). <<Marcharse>> es el movimiento de sentido contrario a <<seguirlo>> y estar con él (cf. 6,66-67). Jesús, que los había elegido (6,70; 15,16.19), les da ahora la posibilidad de alejarse de él y del peligro. Aún no son capaces de ir adonde él va (13,33) ni Pedro es capaz de seguirlo (13,36). Además, el seguimiento ha de ser libre, no forzado por las circunstancias. No pueden simplemente perder la vida por la violencia, tienen que aprender a darla por amor.

jueves, 25 de mayo de 2023

Jn 16,8

 <<Cuando llegue él, le echará en cara al mundo que tiene pecado, que llevo razón y que se ha dado sentencia>>.

El mundo o sistema injusto se ha erigido en juez de Jesús y lo ha condenado como a un criminal. Con su sentencia ha afirmado su propia legitimidad y razón y la culpa de Jesús (18,30: Si éste no fuese un malhechor, no te lo habríamos entregado). Ahora, el Espíritu, que es la fuerza de Dios, va a abrir de nuevo el proceso para pronunciar la sentencia contraria. Los que se hicieron jueces son los culpables; el condenado tenía la razón y, en consecuencia, el sistema que se atrevió a cometer semejante injusticia está condenado por Dios.

La muerte de Jesús será al mismo tiempo dos cosas: en primer lugar, la máxima manifestación del poder mortífero del sistema injusto; ella va a desenmascararlo del todo, demostrando hasta dónde llega su maldad. Pero, por otra parte, será la máxima manifestación del amor de Dios, que coincide con ese paroxismo de odio del mundo. Al matar a Jesús, el mundo pronuncia su propia acusación: quien se atreve a asesinar a Dios muestra no detenerse ante nada; de por sí, tiende a acabar con toda vida, puesto que mata al autor de la vida. <<El mundo>> o sistema, cuyo principio inspirador es <<el Enemigo>> (8,44) y cuya unidad de propósito y de acción se expresa bajo la denominación <<el jefe del orden este>> (12,31; 14,30; 16,11), encarna la solidaridad humana vaciada de amor y de vida; desata una fuerza destructora que trasciende a los individuos que la componen. El pecado consiste en integrarse en ese orden perverso, haciéndose solidario de su injusticia.

domingo, 14 de mayo de 2023

Jn 15,8

 <<En esto se ha manifestado la gloria de mi Padre, en que hayáis comenzado a producir mucho fruto por haberos hecho discípulos míos>>.

La gloria, que es el amor del Padre, se manifiesta en la actividad de los discípulos, que siguen trabajando en favor del hombre (5,18). Esta constatación lo pone en el contexto de las comunidades posteriores.

Jesús habla en el seno de su comunidad, que está en medio del mundo, en forma de mensaje profético. El Espíritu está haciendo comprender a los discípulos (14,26). Este estilo profético aclara incluso el uso de los tiempos (se ha manifestado... hayáis comenzado a producir mucho fruto): es una experiencia del grupo en la misión.

domingo, 16 de abril de 2023

Jn 14,8

Felipe le dijo: <<Señor, haz que veamos al Padre, y nos basta>>.

La petición de Felipe denota su falta de comprensión. Había sido invitado por Jesús a seguirlo, pero lo identificó con la figura del Mesías que podía deducirse de la Ley de Moisés y de los profetas (1,43-45). No ha comprendido, por tanto, que Jesús es la realización, no de la Ley, sino del amor y la lealtad de Dios (1,14.17). En la escena de los panes (6,5-7) mostró no haber entendido la novedad del reino mesiánico; tampoco entiende aún la calidad de Jesús Mesías. Queda estancado en la mentalidad de la antigua alianza. Ve en Jesús al representante de Dios (cf. 12,13: Bendito el que llega en nombre del Señor), en quien se cumplen las antiguas promesas. No se ha dado cuenta de que Jesús desborda toda promesa, que és es la presencia misma de Dios en el mundo.

sábado, 4 de febrero de 2023

Jn 12,8

 <<pues a los pobres los tenéis siempre entre vosotros, en cambio a mí no me vais a tener siempre>>

La presencia de Jesús con los suyos tiene un doble aspecto. El primero es el de la identificación con su persona (14,20) por el Espíritu la gloria que él recibe del Padre y comunica a los suyos. Se realiza así la unión con él y con el Padre (17,22s). Esta presencia de Jesús es permanente (14,18-20.23), es un dinamismo unificador que hace participar de su misma condición (17,24). En este sentido, Jesús está presente en la comunidad, más que como término de relación, como fuente de vida, que es principio y capacidad de relación con todo hombre. A este nivel, la relación personal con Jesús consiste en permanecer en él, aceptando la vida que de él dimana (15,4-5).

El segundo aspecto considera a Jesús presente como término exterior de la relación; esta presencia termina con su muerte. El término de la relación lo constituirán en adelante <<los pobres>>, que permanecen siempre. Jesús, presente en la comunidad, le comunica el dinamismo de su amor y, a través de ella, alcanza la persona de los otros.

La comunidad no se centra, pues, en Jesús como en una presencia estática hacia la que confluye toda su vida. Está centrada en Jesús en cuanto permanece en él y participa de su Espíritu que la lleva hacia <<los pobres>>.

La frase a los pobres los tenéis siempre entre vosotros indica la forma de relación que se establece entre la comunidad y los pobres. Estos no son el término de una actividad hacia el exterior, como si estuviesen fuera del grupo cristiano; se les considera dentro de él, bien porque pertenecen a la comunidad o bien porque se les acoge en ella. La comunidad está separada del mundo, pero no de los pobres.

A través de su muerte, Jesús va a vincularse con todos los pobres, oprimidos, perseguidos de este mundo. Como él, la comunidad cristiana tendrá que manifestar su solidaridad con ellos. Al morir, Jesús va a dar la posibilidad y señalar el camino par abolir la opresión, pero no partiendo de una situación de fuerza y dominio (dinero), sino de solidaridad (don de sí hasta la muerte). La comunidad no se distingue de los pobres, es una comunidad de pobres que se aman y que, a través del compartir, expresión del amor, superan su condición de oprimidos.

El amor que hace presente a Jesús, respuesta al suyo y réplica del suyo, es necesariamente amor mutuo (13,34s Lect.); tiende a integrar y, por la relación humana, a crear comunidad de iguales. Por eso, los pobres no pueden ser el objeto externo de la solicitud de la comunidad. El amor no pone una limosna en la mano para desentenderse luego. El amor de Jesús consiste en acoger admitiendo a la propia mesa y a la propia intimidad. Así es como los pobres han de estar siempre entre los discípulos. Es en la relación personal donde se manifiesta el amor de Jesús.

La comunidad cristiana, por tanto, tiene su clara identidad (13,35), pero es la del amor mutuo, que consiste precisamente en estar abiertos a los demás. No se identifica por oposición a nadie, sino, como Jesús, por su capacidad de acogida y donación. El amor que acoge, personaliza. Este es el don que, al ser aceptado, produce la experiencia del Espíritu, que es vida y amor (17,22 Lect.). Jesús da al hombre su plena dignidad y estatura humana; así sale de su opresión y pobreza. Subvierte de este modo la dinámica homicida que vacía al hombre de su contenido, reduciéndolo a objeto utilizable por cualquier sistema opresor; elimina la voluntad de poder, causa de la opresión, dándose a los pobres no en cuanto pobres, sino en cuanto hermanos.

Resalta ahora por contraste la postura de Judas: al poner obstáculo al amor a Jesús, mata la posibilidad de amar a los pobres. El que no acepta el amor hasta la muerte, es decir, una actitud de donación sin tasa, como la de Jesús, se convierte necesariamente en acaparador y sacrificará el bien de los demás al suyo propio.

Estamos al principio del período de seis días que encierran <<la hora>> de Jesús, la de su muerte. El conflicto que se plantea en Betania es el que va a tener su desenlace en la cruz. Judas, el traidor, encarna el mundo y su postura. En el último encuentro que tenga con Jesús estará al frente de todos los poderes hostiles (18,3-5). Él es el enclave del mundo dentro del grupo.

La perícopa está en estrecha relación con la escena de los panes en Galilea (6,1ss). Allí se iniciaba el éxodo de Jesús fuera de la sociedad injusta; en Betania se ha llegado a la tierra prometida (6,21 Lect.), la nueva comunidad humana. En Galilea, el compartir el pan prefiguraba la característica de la nueva comunidad, que no comienza creando una organización, sino estableciendo un estilo de vida humano, cuya expresión es el amor (6,10b-11). La comunidad tiene a los pobres con ella y en medio de ella. En Galilea, la asimilación a Jesús aparecía como el fundamento de la nueva humanidad, cuyo trabajo es la fidelidad a él y a su mensaje de amor al hombre (6,26). En Betania, la comunidad muestra y mantiene su adhesión a Jesús y se prepara a mostrársela en su muerte, que será la norma de su propio amor.

SÍNTESIS

La comunidad de Jesús celebra la vida recibida de él y su celebración se centra en Jesús, dador de la vida. Los discípulos le agradecen la plenitud alcanzada. Le demuestran su amor y su identificación con él, que los lleva a entregarse ellos mismos como él para dar vida a los demás.

Se oponen en la perícopa dos manera de ver. La primera es la del <<mundo>>, representado por un discípulo que, por una parte, con su afán de acaparar, crea la pobreza, y por otra, bajo pretexto de beneficencia, utiliza a los pobres para su propio provecho. La segunda es la de Jesús, para quien la solución a la pobreza está en el don de sí a los demás; la relación personal da a los oprimidos la dignidad y la libertad, haciéndolos así salir de la opresión y capacitándolos para construir la comunidad humana fraterna.

domingo, 16 de octubre de 2022

Jn 11,8

 Los discípulos le dijeron: <<Maestro, haca nada querían apedrearte los judíos, y ¿te marchas otra vez allí?>>

Los discípulos objetan. Tienen miedo por Jesús (cf. 10,31-39), piensan que su muerte será el final de todo y debe ser evitada a toda costa. No llegan a comprenderla. Sólo ven el peligro, no el motivo y, mucho menos, el fruto de una muerte aceptada por amor. No creen que Jesús disponga de su propia vida (10,18) ni que sea capaz de vencer la muerte. Quieren protegerlo del peligro, y, al mismo tiempo, protegerse ellos.

lunes, 15 de agosto de 2022

Jn 9,8

 Los vecinos y los que antes solían verlos, porque era mendigo, preguntaban: <<¿No es éste el que estaba sentado y mendigaba?>>.

La curación del ciego provoca una perplejidad entre la gente que lo conocía. Algunos estiman que no puede ser la misma persona, otros, en cambio, afirman que lo es. Por primera vez aparece que el ciego era un mendigo. Pedía limosna sentado; estaba inmóvil, impotente, dependiente de los demás. Jesús, al darle la vista, le ha dado la movilidad y la independencia. El caso del ciego presenta un estrecho paralelismo con el del inválido. Uno estaba echado, el otro sentado, ambos sin poder valerse; son muertos que reciben vida (5,21), oprimidos que reciben libertad.

sábado, 30 de julio de 2022

Jn 7,8

 <<Subid vosotros a la fiesta, yo no subo a esta fiesta, porque para mí el momento no ha llegado aún>>.

Después de haberles explicado las razones que tiene el mundo para odiarlo, Jesús, al indicarles a ellos que suban a la fiesta, les pone ante los ojos su complicidad con la injusticia. Él, en cambio, no va a una fiesta <<de los Judíos>>; llegará su momento y celebrará la suya, que reunirá los rasgos de la Pascua y de las Chozas (12,13 Lect.). El gran día de su fiesta será cuando en la cruz deje correr el torrente del Espíritu (7,37-39; 19,34).

En esta ocasión no subirá al templo hasta ya mediadas las festividades, y no será para participar en las celebraciones, sino para enseñar. Su presencia y sus declaraciones provocarán un grave conflicto que llegará hasta el intento de apedrearlo (8,59).

viernes, 15 de abril de 2022

Jn 6,8

 Uno de los discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro.

En el grupo se hace oír otra voz, la de Andrés, ya conocido, uno de los discípulos de Juan Bautista que se pasaron a Jesús y se quedaron a vivir con él (1,35ss). Entre los discípulos mencionados por su nombre representa la plenitud de la experiencia cristiana (1,39b Lect.). Es el hermano de Simón Pedro.

Con la mención de éste aparecen en la escena los tres discípulos principales que entraron en contacto con Jesús al principio (1,35-51, además del discípulo innominado y Natanael, figura exclusiva). Así como Felipe, en su respuesta a Jesús, ha mostrado una vez más su concepción mesiánica de continuidad con el pasado (1,45), y Andrés, el que se quedó a vivir con Jesús (1,39), va a mostrar su disposición al amor de obra (6,9), queda en suspenso la figura de Simón Pedro, al que no se atribuye papel alguno, como tampoco lo tuvo en 1,43. Su figura, cuyo significado personal se revelará a partir de la Cena deberá tenerse presente en las vicisitudes descritas en el episodio. Como representante del grupo, será él quien, al final de sta sección (6,68s), reafirme la mesianidad de Jesús.

sábado, 29 de enero de 2022

Jn 5,8

 Le dice Jesús: <<Levántate, carga con tu camilla y echa a andar>>.

Jesús responde al deseo. La situación sin salida puede remediarla él. Inmediatamente le da la salud y con ella la capacidad de actuar por sí mismo, sin depender de otros: le llega de donde no se lo esperaba, sin clamor. El hombre puede disponer de la camilla que lo tenía inmóvil y puede caminar a donde quiera. La camilla, mencionada cuatro veces (5,8.9.10.11), adquiere un relieve particular. Ella cargaba con el hombre inválido; ahora, curado, el hombre carga con ella. La palabra de Jesús es la que cura (4,50 Lect.), dando fuerza y libertad.

Jesús no lo levanta, lo capacita para que se levante él mismo y camine. Su orden es triple: Levántate, carga con tu camilla y echa a andar. Bastaría la primera, y, si acaso, la última, para indicar la curación y la libertad. La repetida intercalación de la frase: carga con tu camilla y echa a andar. Bastaría la primera, y, si acaso, la última, para indicar la curación y la libertad. La repetida intercalación de la frase: carga tu camilla (5,8.9.10.11) muestra su importancia en la narración. Jesús lo hace dueño de aquello que lo dominaba, le hace poseer aquello que lo poseía. El hombre estaba sometido y privado de iniciativa propia; ahora puede disponer de sí mismo, con plena libertad de acción (echa a andar). De un hombre inutilizado hace un hombre libre.

miércoles, 1 de septiembre de 2021

Jn 3,8

 El viento sopla donde quiere, y oyes su ruido, aunque no sabes de dónde viene ni adónde se marcha. Eso pasa con todo el que ha nacido del Espíritu.

El término <<espíritu>> significa originariamente <<viento>>, y Jn juega con su doble significado. El viento/espíritu es fuerza y dinamismo. El término <<ruido>> significa también <<voz>>: ruido del viento/voz del Espíritu.

La necesidad del nuevo nacimiento, enunciada antes por Jesús, excluía que el reino de Dios se identificase con Israel. Se plantea la cuestión de quiénes son los llamados al reino A ella responde Jesús en este versículo.

La contraposición carne/Espíritu y la concepción de éste como principio de vida están en la línea de Gn 2,7. El aliento vivificador de Dios sopla sobre <<el hombre>>, comunica vida sin estar limitado por raza o región, como el viento sopla donde quiere.

Así, el Espíritu/viento, que prepara ciudadanos para el reino de Dios, no conoce fronteras. Es decir, no sólo la Ley no es camino para el reino, sino que éste tampoco está circunscrito a Israel, a su raza y tradición. El Espíritu creador es libre, no está ligado a nada ni por nadie. Y paralelamente, los que nacen del Espíritu no se sienten encerrados en los límites de un pueblo o tradición. Si no se pueden establecer reglas para el Espíritu, tampoco el origen, historia o experiencia anterior puede ser norma última para el hombre nuevo que nace de él.

Al Espíritu y al nacido de él se les conoce por su voz (ruido del viento/voz del Espíritu). Este pasaje está en estrecho paralelo con 8,14: mi testimonio (la voz) es válido, porque sé de dónde he venido y adónde me marcho, mientras vosotros no sabéis de dónde vengo ni adónde me marcho. Se trata aquí de la identidad de Jesús (8,12: Yo soy la luz del mundo, etc.), que él puede afirmar por ser consciente de su procedencia y de su destino. Lo mismo, los que han nacido del Espíritu, no se definen ya por su <<carne>> ni se identifican por ella; en eso se diferencian de Israel, que encontraba su identidad en su genealogía e instituciones; de hecho, su vida tiene origen <<arriba>>. Tampoco sus objetivos son los que podrían deducirse de su pertenencia a un pueblo o a una sociedad. Saben de dónde vienen y adónde van, cuál es su itinerario: el camino hacia el Padre por el amor leal hasta el extremo (13,1). Pero el que no ha nacido del Espíritu y sigue en la esfera de la <<carne>> no puede comprenderlo ni acepta, por tanto, la veracidad de su testimonio. Para él la voz del Espíritu es un ruido (cf. 12,28s; 1 Cor 2,14).

Se trasluce detrás de estas frases la polémica de las comunidades cristianas con la sinagoga. Estas comunidades han surgido en todas partes, sin responder a criterios de raza o pueblo, pero se las reconoce por tener una misma voz y dar un mismo testimonio, el de Jesús.

El Espíritu/viento, que no sigue la regla de ellos, les resulta imprevisible. No está vinculado, como Israel, a instituciones; solamente su voz delata su presencia y ella afirma su libertad.

Nicodemo creía saber (3,2: sabemos). Había intentado encasillar a Jesús, pero se había equivocado, porque no sabía de dónde venía ni adónde iba. Las señales de Jesús (2,23) eran la voz del Espíritu; ellos han querido interpretarlas en función de su origen judío, en un marco de <<carne>>, de tradición, de lo ya conocido (3,2: como maestro). Pero el Espíritu no admite tales marcos de referencia. Lo mismo ocurrirá a otros, que creerán saber y, en realidad, no sabrán (cf. 7,27s.33-36; 8,21s). Nicodemo poseía el saber de la <<carne>>, del hombre inacabado, sin conocer el proyecto de Dios.

miércoles, 25 de agosto de 2021

Jn 2,8

 Entonces les mandó: <<Sacad ahora y llevadle al maestresala>>. Ellos se la llevaron.

Jesús da una segunda orden. El maestresala era el encargado y responsable de la organización y marcha del banquete, pero no estaba al corriente de la falta de vino El jefe del banquete representa a la clase dirigente, a <<los Judíos>> (2,6). Los jefes se despreocupan de la situación del pueblo. Es más, que Dios se encuentre alejado por la mediación de la Ley y no se experimente su amor les parece normal. Ellos dirigen el sistema religioso. Sólo el pueblo fiel siente que la situación es insostenible.

martes, 1 de diciembre de 2020

Jn 1,8

 No era él la luz, vino sólo para dar testimonio de la luz.

Se insiste ahora sobre la persona y el papel de Juan de un modo negativo. Aunque enviado por Dios, Juan no es la luz; tiene sólo una misión respecto a ella. Esta insistencia delata que había quienes identificaban a Juan con la luz. No era él la luz porque no realizaba en sí plenamente el proyecto divino, porque no contenía la vida ni podía comunicarla. De hecho, la afirmación no era él la luz está en paralelo con la declaración de Juan: Yo no soy el Mesías (1,19). La luz siempre existente, la plenitud de vida, ideal que brilla para el hombre (1,4), va a tener una manifestación histórica. Esa persona hará posible colmar esa aspiración, pero no se identifica con Juan.

El testimonio de éste se apoya en la aspiración del hombre (la luz perenne) y anuncia al mismo tiempo la posibilidad de su realización (la luz histórica, el Mesías). Suscita la esperanza y anuncia el cumplimiento.

Jn 21,24-25

  Jn 21,24a Jn 21,24b Jn 21,25  La comunidad presenta el testimonio del evangelista. Autor del Evangelio, el discípulo predilecto de Jesús. ...