<<Fueron, pues, los soldados, y les quebraron las piernas, primero a uno y luego al otro de los que estaban crucificados con él. Pero, al llegar a Jesús, viendo que estaba ya muerto, no le quebraron las piernas>>.
Los soldados comienzan por los compañeros de Jesús. Éstos estaban aún vivos; ahora, una vez que él ha muerto, pueden morir ellos. Él ha abierto el camino hacia el Padre y pueden seguirlo.
Nadie puede quitarle la vida, la ha dado por propia iniciativa (10,17s; 19,30). Al afirmar que no le quebraron las piernas prepara Jn la cita del texto sobre el cordero pascual (19,36). Jesús, como Lázaro, está muerto (11,44; 12,1); para los soldados, es una muerte definitiva, como las demás.
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