Mostrando entradas con la etiqueta 26b. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta 26b. Mostrar todas las entradas

domingo, 3 de septiembre de 2023

Jn 20,26b

 estaban de nuevo dentro de casa de sus discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús estando las puertas atrancadas, se hizo presente en el centro y dijo: <<Paz con vosotros>>.

Los discípulos están <<dentro>>, es decir, en el lugar de Jesús, en la esfera del Espíritu, opuesto al <<fuera>>, el lugar sin Jesús y, por tanto, sin Dios, adonde debía ser arrojado <<el jefe del orden este>>. El <<dentro>> es la tierra prometida, distinta del mundo injusto que la rodea; equivale a otra determinación local figurada: <<arriba>>, la esfera de Dios y del Espíritu (8,23: Vosotros pertenecéis a lo de aquí abajo, yo pertenezco a lo de arriba).

Tomás se ha reintegrado a la comunidad; puede experimentar el amor. <<Sus discípulos>>, como <<los discípulos>> de la perícopa anterior, incluyen la totalidad de los suyos.

Las puertas cerradas ya no indican temor. El Espíritu ha dado a los discípulos la seguridad y libertad ante <<el mundo>> (20,19: los dirigentes judíos), convirtiéndolos en acusadores de su injusticia (cf. 16,8-11). Las puertas trazan ahora la frontera entre la comunidad y ese mundo que la circunda. Jesús se hace presente a los que lo aman, no se manifiesta al mundo (14,22s).

El verbo: Llegó, está en el texto en presente: Llega, a diferencia de la perícopa anterior (20,19: llegó). Este contraste es significativo: en el episodio anterior Jesús fundaba su comunidad, infundiéndoles por primera vez el Espíritu, fruto de su muerte (19,30b.34 Lect.), y con él la vida definitiva que acaba la creación del hombre; con el Espíritu los consagraba para la misión. Esta vez, en cambio, el presente indica que ya no se trata de fundar la comunidad, sino de la presencia habitual de Jesús entre los suyos en la reunión comunitaria, con alusión a la eucaristía por la mención del día de la semana (el octavo día).

Jesús llega y se hace presente para la comunidad entera, no solamente para Tomás. Él se sitúa en el centro del grupo (17,24 Lect.) porque de él dimana su vida (15,5).

Jn no ofrece descripción alguna del encuentro de la comunidad con Jesús. Sin embargo, menciona el saludo, que en la perícopa anterior abría cada una de las dos partes. En la primera (20,19-29), precedía la manifestación de Jesús y su reconocimiento por parte de la comunidad; en la segunda (20,21-23), la misión y el don del Espíritu. Dado que en esta escena ya no se trata del primer encuentro, el saludo remite a la segunda parte de la anterior. Cada vez que Jesús se hace presente (alusión a la eucaristía), renueva la misión de sus discípulos comunicándoles el Espíritu.

La comunidad celebra su encuentro con Jesús. María, en su búsqueda, lo consideraba ligado a un lugar concreto (20,2: No sabemos dónde lo han puesto; cf. 20,13)j. Él se hace presente donde están los suyos. Jn responde a la pregunta que le hicieron dos al principio: ¿Dónde vives? (1,38). Lo mismo que la comunidad permanece en Jesús, así está él presente en la comunidad (15,4).

sábado, 25 de marzo de 2023

Jn 13,26b

 Mojando, pues, el trozo se lo dio a Judas de Simón Iscariote.

La cuádruple repetición del trozo (26bis.27.30) muestra su importancia en el pasaje y anuncia un lenguaje simbólico. No se especifica de qué es, jugando con la ambigüedad pan/carne, ni en qué lo moja, creando otra ambigüedad salsa/sangre. El uso del verbo mojar, pariente de bautizar, bañar, insinúa la idea de la carne bañada en sangre. Lo que Jesús ofrece a Judas es su misma persona dispuesta a aceptar la muerte. Comer su carne y su sangre une a él (6,56: Quien come mi carne y bebe mi sangre sigue conmigo y yo con él) y da vida definitiva (6,54). El gesto de Jesús invita a Judas a ser de los suyos, a rectificar su pasado. Responde a su odio con amor, como ocurrirá en la cruz, donde ofrecerá la última oportunidad a los que lo han crucificado (19,28). Esta es la calidad del amor leal (1,14): el que no se desmiente nunca, el que espera y se ofrece hasta el último momento, aun a costa de la propia vida. Pone su vida en manos del enemigo. Ahora toca a Judas hacer su última opción: o bien aceptar el amor de Jesús y responder a él, o bien endurecerse en su postura y consumar su traición.

Vuelve a nombrarse Judas como <<de Simón Iscariote>>. Último paralelo con Simón Pedro. Este quiere averiguar quién es el traidor, sin darse cuenta de lo cerca que está el mismo de traicionarlo (13,36-38).

sábado, 11 de febrero de 2023

Jn 12,26b

 <<y así, allí donde yo estoy, estará también el que me ayuda>>

Jesús está en la esfera del Espíritu, que es la de Dios (7,34; 8,23 Lects). Quien se decide a seguirlo entra en esa esfera divina. Estar donde está Jesús significa permanecer unido a él, permanecer en su amor (15,b.9b); pero no de modo estático, sino dinámico, dejándose llevar del Espíritu, que es amor y entrega (15,10.12.13). La capacidad de amar, que en Jesús es plena desde el principio, ha de ser desarrollada en el discípulo por el ejercicio y la actividad. Así va siguiendo a Jesús, hasta alcanzar como meta un amor como el suyo (13,34; 17,24).

Jesús <<el Hijo>> tiene su lugar propio en el hogar del Padre. La adhesión dinámica del seguimiento hace al hombre hijo de Dios (1,12; 14,6 Lect.); por ella va adquiriendo su semejanza con el Padre hasta que, en el don total, la presencia del Padre sea plena en él. Llega así a realizar en sí mismo el proyecto creador.

El lugar de Jesús es, por tanto, el de la plenitud del amor que va a demostrar en la cruz, de donde brotará el fruto y desde donde tirará de todos hacia sí. La comunidad, que debe ser fecunda, lo será en ese seguimiento, estando donde está él, viviendo en el don continuo y total. La muerte será el último acto del don hecho en cada momento.

En una ocasión anterior había dicho Jesús a los dirigentes judíos que no eran capaces de ir adonde él está (7,34), porque ellos habían elegido el camino contrario al del amor al hombre. Por eso su pecado, la opresión que ejercen y la injusticia que cometen, los lleva a la muerte (8,21-24). Sólo hay vida, realización del hombre, donde hay amor. Esta frase explica la anterior: Despreciar la propia vida ... es conservarse para una vida definitiva.

El hombre libre creado por Jesús es dueño de su vida y por eso puede darla (8,32 Lect.). Lo que posee es su presente, y en cada presente puede entregarse del todo. Tal es el sentido de <<morir>>: ir entregando la propia vida, no porque otros la arrebaten, sino libremente como don de sí. Cuando el hombre va dando su vida, el Padre, por su medio, va comunicando vida a otros y acrecentándola en el hombre mismo, que se hace semejante a él. Vivir es dar vida; la vida se tiene en la medida en que se da.

martes, 12 de octubre de 2021

Jn 3,26b

 <<el que estaba contigo al otro lado del Jordán, y de quien tú, diste testimonio>>.

Le hablan de Jesús, pero sin nombrarlo: al contrario, usan un tono despectivo: el que ... de quien ... ése ... La primera frase pone a Jesús en la misma categoría de Juan o, más bien, lo subordina, pues Juan queda como centro (el que estaba contigo). además, puesto que Juan dio testimonio en su favor y lo dio a conocer (1,34), juzgan que Jesús es deudor a Juan de su fama. Se indignan de que ése, que lo debe todo a Juan, se haya puesto a bautizar por su cuenta y se lleve la gente detrás. Consideran esto una competencia desleal, la del favorecido que traiciona a su bienhechor. Estos individuos no habían aceptado o comprendido el testimonio de Juan; se han adherido a él, que era la figura popular. No han tomado en serio sus declaraciones (1,26: yo bautizo con agua; entre vosotros se ha hecho presente... el que llega detrás de mí), no se han dado cuenta de que el pueblo no pertenece a Juan (1,27: y a ése yo no soy quien para desatarle la correa de las sandalias). Como los fariseos (1,25), tampoco ellos saben por qué bautiza Juan. Ahora se muestran alarmados.

Jn 21,24-25

  Jn 21,24a Jn 21,24b Jn 21,25  La comunidad presenta el testimonio del evangelista. Autor del Evangelio, el discípulo predilecto de Jesús. ...