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martes, 5 de septiembre de 2023

Jn 21,2

 <<Estaban juntos Simón Pedro, Tomás (es decir, Mellizo), Natanael el de Caná de Galilea, los de Zebedeo y otros dos de sus discípulos>>.

En contraste con las dos apariciones anteriores de Jesús, el relato no sitúa ésta en un día preciso (cf. 20,19: Aquel día primero de la semana; 20,26: Ocho días después). La misión se realiza en todo tiempo, como la de Jesús (5,17: Mi Padre, hasta el presente, sigue trabajando y yo también trabajo).

Los discípulos están juntos, es decir, forman comunidad. Se nombra en primer lugar a Simón Pedro, que será figura central en este episodio y en el siguiente. Se le ha nombrado por última vez en el sepulcro, donde, apegado a su mentalidad, no comprendió las señales de la resurrección. Estaba incluido, sin embargo, en el grupo a quien Jesús confirió la misión y el don del Espíritu (20,19-23) y que presenció más tarde lo acaecido con Tomás (20,24-29).

Vuelve a mencionarse a Tomás, el último nombrado (20,28), que había pasado de la incredulidad a la adhesión incondicional a Jesús. Se vuelve a traducir su nombre, que ahora indica su disposición final: el que estaba dispuesto a morir con Jesús (11,16), sabe ahora adónde conduce esa muerte (14,5; 20,28).

El tercer discípulo nombrado es Natanael. No había aparecido en el evangelio desde la escena de su llamada (1,45-51). Como se vio en aquel episodio, este discípulo era figura del Israel fiel a las promesas, que esperaba el Mesías. Añade Jn la precisión: el de Caná de Galilea. Señalar en este momento el lugar de origen de Natanael, que, por otra parte, no se había mencionado en su presentación (1,45), es completamente superfluo desde el punto de vista narrativo, pues además no tendrá consecuencia alguna en la escena que sigue, donde Natanael no volverá a ser nombrado. La intención del evangelista parece ser poner en relación a este discípulo con la madre de Jesús, figura femenina del mismo Israel, que aparece en Caná de Galilea como personaje de primer plano (2,1-5). En la figura de la madre, este Israel había quedado integrado al pie de la cruz en la nueva comunidad (19,25-27); ahora, en la figura de Natanael, aparece incluido en la comunidad de discípulos.

Por única vez aparecen en este evangelio los de Zebedeo, cuyos nombres no se precisan. El grupo se completa con dos discípulos anónimos.

Son siete los discípulos presentes. No se hace alusión alguna a los Doce, número que denotaba a la comunidad en cuanto heredera de las promesas de Israel (6,70 Lect.). Ahora, en cambio, está representada por otro número, el de la totalidad determinada, que, referido a pueblos, indica la totalidad de las naciones y hace, por tanto, referencia directa a los paganos. Es ahora la comunidad de Jesús en cuanto abierta a todos los hombres, a los que estaba destinado su mensaje (19,23-24 Lects.). La nueva comunidad, que ha reconocido su origen en el antiguo Israel de las promesas (19,26-27 Lect.), renuncia a todo particularismo y reconoce su misión universal.

Destaca en el grupo la figura de Simón Pedro. Este discípulo no se definió en su primera entrevista con Jesús (1,42), pero, a lo largo del relato evangélico, ha mostrado, por un lado, una indiscutible adhesión a Jesús y, por otro, una incomprensión de su mesianismo y una oposición a su actitud que lo han llevado a renegar de él (18,15ss). Desde la escena del prendimiento (18,10s) no se ha referido ningún encuentro personal de Pedro con Jesús (véase, en cambio, el caso de Tomás, 20,24-29). La cuestión está aún por resolver.

sábado, 5 de agosto de 2023

Jn 20,2

 Fue entonces corriendo a ver a Simón Pedro y también al otro discípulo a quien quería Jesús y le dijo: <<Se han llevado al Señor del sepulcro y no sabemos dónde lo han puesto>>.

La reacción de María es de alarma y va a avisar por separado a dos discípulos. Como Jesús lo había anunciado, su muerte ha provocado la dispersión (16,32: se acerca la hora y ya está aquí, de que os disperséis cada uno por vuestro lado y a mí me dejéis solo).

El primer discípulo es Simón Pedro; el segundo, aquel a quien quería Jesús. En este pasaje, la cuarta vez que aparece, cambia Jn la denominación ordinaria de este discípulo, señalándolo como el amigo de Jesús. Alude así a lo dicho en la Cena: Vosotros sois amigos míos si hacéis lo que os mando (15,14), es decir, si aman como ha amado él (15,12.17). Caracteriza, por tanto, a este discípulo como al que está dispuesto a dar su vida como Jesús; así lo había demostrado entrando con él en el atrio del sumo sacerdote (18,15b Lect.). Esta denominación sintetiza, pues, los datos que aparecían en las dos primeras ocasiones: el discípulo es el amigo de Jesús, que experimenta su amor (13,23), responde a él y cumple su mandamiento (18,15s).

Las dos veces que Pedro y este discípulo han aparecido juntos (13,23-25; 18,15ss) ha establecido Jn una oposición entre ellos dando la ventaja al segundo. Un nuevo caso aparecerá en esta perícopa.

La mención del sepulcro, de la losa y del discípulo amigo de Jesús relacionan este episodio con el de Lázaro (11,31.38a.39.41); hay que tenerlo en cuenta para la exégesis de los versículos que siguen.

En vez de anunciar que estaba quitada la losa, anuncia María que que han quitado al Señor. Lo que era señal de vida lo interpreta como signo de muerte. Para ella, Jesús es el Señor, pero un Señor impotente; piensa que está aún a la merced de lo que quieran hacer con él. No ha superado la experiencia de la entrega y muerte de Jesús. El plural que utiliza: no sabemos, muestra a la comunidad desorientada.

<<La tiniebla>> (20,1) era, por tanto, el reflejo de la situación de desamparo en que la comunidad se siente por la muerte de Jesús (16,18: ¿Qué significa ese <<Dentro de poco>>? No sabemos de qué habla; cf. 14,18: No os voy a dejar desamparados, volveré con vosotros; 16,16: Dentro de poco dejaréis de verme, pero un poco más tarde me veréis aparecer). María piensa que existen unos terceros, anónimos, quienes, como poder hostil, se han apoderado de Jesús y lo han colocado fuera del alcance de los suyos.

La comunidad se siente perdida sin Jesús. Hay una actitud de búsqueda, pero buscan a un Señor muerto. Él representaba su fuerza; al creer que ha pasado a ser debilidad e impotencia, la comunidad queda ella misma sin fuerzas.

sábado, 1 de julio de 2023

Jn 18,2

 <<(También Judas, el que lo entregaba, conocía el lugar, porque muchas veces se había reunido allí Jesús con sus discípulos)>>.

Este huerto, fuera de los límites de la ciudad, era lugar habitual de reunión para Jesús y los suyos, grupo que no se asimilaba a la sociedad. Esto concuerda con la imagen de Jesús en Jn: para las autoridades es un sospechoso (4,1), al que han querido detener (7,30.32.44.45) y quieren matar (5,18; 7,1.25; 8,37.40.59; 10,31; 11,8.53), que se ha retirado ya varias veces (4,3; 7,1; 10,40; 11,54; 12,36). El huerto era un lugar de reunión privado y clandestino. Para poder localizar a Jesús, los dirigentes tienen que esperar la delación de un miembro de su grupo.

Nunca se ha mencionado en este evangelio, ni siquiera en la cena, un lugar concreto donde habitase Jesús ni se reuniese con sus discípulos; tampoco se menciona casa alguna que sea su morada. El lugar donde habitaba, que vieron los dos primeros discípulos (1,38s), significaba la esfera del Espíritu y de la vida. El huerto, lugar de las reuniones, es un símbolo equivalente. Más allá del torrente, es decir, fuera de la institución judía, aparece como el lugar propio de la comunidad que, unida a Jesús, se encuentra en el ámbito de la vida, fuera de la tiniebla-muerte. La idea está reforzada por uso del término <<el lugar>> (ho topos), que, en oposición al templo (4,20; 5,13), denota a Jesús como lugar de la presencia de Dios y de su gloria (6,10 Lect.; cf. 2,19.21).

La comunidad cristiana vive y muere, pues, con Jesús en el lugar de la vida; es decir, para ella no hay muerte, porque según la afirmación de Jesús: Quien cumpla mi mensaje no sabrá nunca lo que es morir (8,51; cf. 11,25-26).

La precisión de Jn: muchas veces, subraya la frecuencia y, al mismo tiempo, indica la alternancia entre la vida privada de la comunidad y la labor externa de Jesús.

domingo, 28 de mayo de 2023

Jn 17,2

 <<ya que le has dado esa capacidad para con todo hombre, que les dé a ellos vida definitiva, a todo lo que le has entregado>>.

De Jesús depende el éxito de la obra creadora de Dios, pues sólo a través de él puede comunicarse a los hombres la vida definitiva (5,24.26). Jesús tiene la capacidad de hacer que el hombre nazca de Dios (1,13), dándole así la capacidad de hacerse hijo (1,12).

Al referirse al hombre como <<carne>> lo considera en una condición de vida que es efímera: es el hombre no acabado. Esa condición no se supera si no es <<naciendo de nuevo>>, recibiendo <<de arriba>> el Espíritu, principio de la vida definitiva (3,3.5-6). Al mismo tiempo, con la denominación <<carne>>, Jn evoca el elemento de la solidaridad entre Jesús, el proyecto hecho hombre (<<carne>>) y los demás hombres. Jesús es el hombre que posee enteramente el Espíritu (1,32, cf. 1,14) y puede comunicarlo (7,39). Jesús, <<carne>> más Espíritu, es el proyecto de Dios realizado y es él quien, comunicando el Espíritu que posee, da la posibilidad a los demás hombres (<<carne>>) de participar de su misma condición (1,12.13.16.17).

Todo hombre puede obtener esa vida, aceptando el ofrecimiento que el Padre le hace en Jesús. Por parte de Dios no hay discriminación alguna: será el hombre quien decida su destino (3,17; 12,46s; 15,22-24). Quien, rechazando el amor, rechaza la vida, queda en la muerte.

La comunicación de la vida definitiva indica que el mundo que el judaísmo consideraba futuro está ya presente en la comunidad de Jesús. El reinado de Dios (3,3-5) empieza a realizarse en esta tierra, porque el amor del Padre se manifiesta dando a los hombres la vida propia de la creación terminada (3,15.16; 4,14; 5,24; 6,40.50s.58; 11,25s).

Aparece en este capítulo por última vez la expresión neutra: lo que me has entregado, referida al grupo de sus discípulos (17,2.11.12.24; cf. 6,37.39; 10,29). Esta extraña designación, por la incoherencia sintáctica que crea (falta de concordancia con el plural que precede o sigue), demuestra ser una fórmula estereotipada propia de Jn. El uso del neutro singular para designar al grupo está en relación con el objetivo de la oración <<para que sean uno>> (neutro, 17,11.21.22.23; cf. 10,26.30; 11,52).

Por otra parte, este neutro singular puede ponerse en relación con la denominación <<espíritu>> (pneuma, neutro), aplicada al hombre nacido del Espíritu (3,6: del Espíritu nace espíritu). De este hombre nuevo afirma el evangelista: Aún no había espíritu, porque la gloria de Jesús aún no se había manifestado (7,39). El fruto de la manifestación de la gloria se designa, por tanto, como <<existencia de espíritu>> o como comunicación de la vida definitiva (17,2); ambas expresiones son, por tanto, equivalentes: posee la vida definitiva quien ha nacido del Espíritu. Otra equivalencia se encuentra en 1,17: El amor y la lealtad han existido por medio de Jesús Mesías; son el fruto de su misión, lo que se recibe de su plenitud (1,16); al existir <<el amor y la lealtad>> en el hombre, existe el <<espíritu>>. La expresión neutra <<lo que me has entregado>> denota, por tanto, a la comunidad en cuanto es una por ser <<amor leal>>, es decir, <<espíritu>> y poseer así la vida definitiva.

El Padre ha entregado a Jesús el grupo de los que responden a la llamada de la vida, en el presente y en el futuro (6,37-40; 17,6-8.20). Son aquellos para quienes la vida es la luz (1,4) y que se dejan iluminar por ella (1,9); los que escuchan y aprenden del Padre (6,45) y ansían alcanzar la plenitud contenida en el proyecto divino (1,1c; 7,17). Jesús ha de cumplir su anhelo dándoles la vida definitiva.

 

jueves, 25 de mayo de 2023

Jn 16,2

 <<Os excluirán de la sinagoga; es más, se acerca la hora en que todo el que os dé muerte se figure que ofrece un culto a Dios>>.

Lo que podía parecer inexplicable a los discípulos y hacerles abandonar a Jesús era verse combatidos por las instituciones religiosas. En el evangelio se ha mencionado dos veces la expulsión de la sinagoga: en la primera (9,22) el pueblo temía la expulsión decretada por <<los Judíos>> contra los que reconociesen a Jesús como Mesías; la segunda vez (12,42), los jefes temían a los fariseos, el grupo de <<Judíos>> más influyente y más hostil contra Jesús (4,1-3; 7,32.47s; 8,13; 11,46), quienes podrían hacerlos expulsar si se pronunciasen en favor de él.

Jesús anuncia de antemano a los discípulos que serán marginados por los que se proclaman representantes de Dios e intérpretes de su voluntad, en particular por los defensores acérrimos de la Ley. No deben alarmarse si las instituciones religiosas los rechazan.

Jesús insiste: no sólo los marginarán, sino que llegarán a darles muerte para eliminarlos. Aquí ya generaliza a los oponentes: todo el que os dé muerte. El horizonte de la hostilidad, aun incluyendo a los judíos, se ha ampliado. El conflicto podrá surgir en cualquier país y frente a cualquier religión instalada.

Jesús les advierte que las instituciones religiosas adoran a un dios que acepta como culto la muerte del hombre. Si ése es su dios, son homicidas por esencia (cf. 8,44). Jesús ha venido a dar vida; el sistema de muerte, tipificado por la institución religiosa judía, no tiene más alternativa que matarlo a él y a los que lo hacen presente a través de su testimonio. De hecho, sus máximos representantes han decretado ya la muerte de Jesús (11,53) y la de Lázaro (12,10). Se han fabricado un dios a su propia imagen, y le sacrifican al hombre.

La institución religiosa, que dará muerte a Jesús y perseguirán a sus discípulos, es aquella cuyos súbditos, inválidos, llenaban los pórticos de la piscina (5,3). Su opresión produce muertos en vida (5,21) y da muerte al que se le opone.

domingo, 19 de marzo de 2023

Jn 13,2

 Mientras cenaban (el Enemigo había ya inducido a Judas de Simón Iscariote a entregarlo).

Jesús estaba cenando con los suyos. No se trata de la comida ritual de Pascua, anticipada, sino de una cena ordinaria. Jesús no celebra el rito establecido, la cena cristiana no es una continuación de la judía. Aparece de nuevo la ruptura de Jesús con las instituciones de la antigua alianza. La cena pascual cristiana, la cena de su éxodo, será la de su cuerpo y su sangre, preparados en la cruz (6,51.54; 19,31: Preparación, el día solemne).

<<El Enemigo>> ha sido presentado como <<el padre>> de los dirigentes judíos; es el principio de homicidio y mentira que inspira al círculo de poder: el dios-dinero, entronizado en el templo (8,44a Lect.). Dios, que es Espíritu (4,24), engendra como Padre hombres que son <<espíritu>> (3,6); el Enemigo/diablo engendra como padre hombres que son enemigo/diablo (6,70). El hombre nace de Dios al recibir su amor (el Espíritu) y tomar por norma de conducta el bien de los demás; nace del Enemigo (el dinero) al recibir el anti-amor (el deseo de lucro) y tomar por norma el interés propio despojando a los demás (12,6: ladrón = explotador); para ello usa como armas la violencia y la mentira (8,44: homicida y mentiroso).

<<El Enemigo>>, por tanto, el dios que es el propio interés, traducido en la ambición y la codicia, ha inducido ya a Judas a entregar a Jesús. Él está dispuesto a llevar a la práctica <<los deseos de su padre>>. Va a convertirse en su agente, aliándose con el círculo de poder. La decisión última, su identificación completa con el deseo del Enemigo, la hará al recibir la muestra de amor de Jesús (13,27).

La comunidad de intereses y de actitud entre Judas y los dirigentes parece estar indicada también por la raíz común de las designaciones: Judas-Judíos-Judea. El discípulo es un enemigo de Jesús, como lo son los Judíos que quieren matarlo (7,1); éstos dominan en la región de Judea, donde no ha sido acogido Jesús (4,1-3) y donde corre peligro (7,1; 11,7-8).

Por segunda vez aparece la denominación Judas de Simón Iscariote, que se encuentra en las tres ocasiones en que es mencionado Judas (6,71; 13,2.26) en proximidad con Simón Pedro (6,68; 13,6.9.24.36). Según se indicó en su lugar (6,71 Lect.), esta intencionada aproximación induce a pensar que el evangelista insinúa cierta comunidad de rasgos (representada por la coincidencia del nombre Simón con el patronímico de Judas) entre Judas y Pedro, los dos traidores, uno de obra y otro de palabra, uno entregando y el otro negando a Jesús. En la cena, última vez que aparecen juntos, Jesús descubrirá la traición de Judas (13,26) y anunciará a Pedro sus negaciones (13,38).

sábado, 4 de febrero de 2023

Jn 12,2

 Le ofrecieron allí una cena, y Marta servía; Lázaro era uno de los que estaban reclinados con él a la mesa.

Fuera de este pasaje, la palabra <<cena>> aparece solamente en 13,2.4; 21,20, referida siempre a la última cena. La cena de Betania se identifica, por tanto, en cierto modo con aquélla, donde se da el mandamiento que interpreta la eucaristía (13,34s). Esta cena o celebración es una acción de gracias a Jesús por el don de la vida. La celebración cristiana no se dirige a un Jesús ausente o distante, sin presente y participante.

La frase inicial es solemne: Le ofrecieron allí una cena. El sujeto indeterminado incluye a la entera comunidad, cuyo anonimato permite la aplicación a todos los tiempos. El mismo valor tiene la localización allí, que equivale a Betania, lugar simbólico que representa a la comunidad de discípulos.

Los personajes establecen relaciones diversas, mostrando ser figuras complementarias: Marta sirve; aunque sólo se ha nombrado a Jesús, el amor a él lleva al amor a los demás (14,15). Lázaro, el comensal pasivo, está en relación exclusiva con Jesús (estaba reclinado con él a la mesa). 

Esta celebración de la comunidad cristiana sustituye al banquete fúnebre. Quitada la piedra que separaba a los muertos de los vivos, y desatado Lázaro, éste puede estar presente en la cena. Lo había dejado marcharse con el Padre, pero por eso mismo está presente en la comunidad, lugar de la presencia del Padre (14,23). Recuperada de su tristeza la comunidad celebra la vida recibida, reconocida en Jesús como su fuente y en Lázaro como beneficiario. De ahí que el banquete en memoria de un muerto se convierta en acción de gracias para celebrar la presencia del dador de vida y la victoria sobre la muerte.

Este banquete, como la eucaristía misma, anticipa también en cierto modo el banquete final, cuyos comensales serán todos los que han recibido la vida definitiva.

sábado, 30 de julio de 2022

Jn 7,2

 Se acercaba la gran fiesta de los Judíos, la de las Chozas.

La fiesta de las Chozas era la más popular del año litúrgico y la ocasión en que acudían más peregrinos a la capital.

La profecía de Zacarías (Zac 14,16.19) la había asociado con <<el día del Señor>>, es decir, el día de su triunfo, y acumulaba promesas para ese día; el rey mesiánico llegaría a Jerusalén cabalgando un borrico (9,9), Dios derramaría sobre la dinastía davídica y los vecinos de Jerusalén un espíritu de arrepentimiento (12,10), y para ellos se alumbraría un manantial contra los pecados (13,1). El manantial de Jerusalén había de fluir hasta los dos mares y el Señor sería el rey del mundo entero (14,8). La fiesta de las Chozas sería el punto de encuentro de las naciones paganas cada año (14,16ss). La que no acudiese no recibiría la lluvia (14,17).

Esta fiesta tenía, por tanto, un carácter mesiánico; excitaba la esperanza del futuro reinado de Dios y de la liberación del pueblo. Las festividades duraban siete días, de los cuales el primero era festivo como un sábado. Caían al principio del otoño. Como en las ocasiones anteriores (2,13; 5,1; 6,4), es una fiesta de los dirigentes (<<los judíos>>), es decir, manejada por ellos.

jueves, 14 de abril de 2022

Jn 6,2

 Solía seguirlo mucha gente, porque percibían las señales que realizaba con los enfermos.

Lo mismo que no se especifica de dónde viene Jesús, así tampoco la región donde la multitud lo seguía. Él ha curado a un enfermo que residía en Cafarnaún (4,46bss) y a otro personalmente en Jerusalén (5,3ss). Ambos, como se ha visto, eran figuras representativas del pueblo oprimido. Por otra parte, el término griego para <<enfermo>> designa primariamente al <<débil>> en general, y sobre esta equivalencia juegan los relatos. Al ver que Jesús comunicaba vida a <<los débiles>>, se suscita la esperanza de que Jesús pueda liberarlos a todos y llevarlos a una vida más humana. Los que acuden a Jesús son económica y socialmente débiles y perciben que puede ayudarles a salir de su miseria. Por eso lo siguen, aunque no tengan necesidad de curación física.

Con estas señales ha preparado Jesús su éxodo para sacar al pueblo de la opresión en que vive. Pero, a diferencia de Moisés, sus señales no van dirigidas contra los poderosos, miran directamente al bien del pueblo; no son señales de terror, sino de amor (4,48 Lect.). El primer éxodo había terminado en la tierra prometida. Este éxodo parte de ella, pues la tierra prometida (Judea, Galilea) se ha convertido en tierra de esclavitud.

Jesús ha pasado el mar, pero sin llevarse detrás a estas multitudes. No es un caudillo que arrastra (5,8 Lect.). Tendrán que dar el paso también ellos si quieren estar con Jesús. Su comunidad tiene su fundamento en una opción libre y por la libertad.

sábado, 29 de enero de 2022

Jn 5,2

 Hay en Jerusalén, junto a la Ovejera, una piscina que en la lengua del país llaman El Foso, con cinco pórticos.

Comienza el episodio por la descripción de un ambiente. En ella alude Jn a temas que aparecen en otros pasajes del evangelio.

<<La Ovejera>> es una denominación elíptica de <<la Puerta Ovejera>>, por donde entraban los rebaños en la capital. La supresión deliberada de <<Puerta>> priva a la denominación de su sentido dinámico; se convierte en el lugar de las ovejas. Se alude a las que Jesús expulsó del templo y que eran símbolo del pueblo (2,14s Lects.) y al discurso sobre el pastor y las ovejas (10,1ss); se prepara así de antemano la identificación de la multitud que aparecerá en el verso siguiente con el pueblo, abandonado por los dirigentes antes mencionados (5,1: los Judíos). Por otra parte, el término pórticos establece una relación entre este lugar y el templo (10,23: el pórtico de Salomón, en el mismo contexto de ovejas y pastor, cf. 10,26ss). El templo y la piscina son dos realidades relacionadas: el primero, el templo explotador (2,14ss), sede del culto antiguo que ha de desaparecer (4,21), es el lugar de la fiesta y el reducto de los dirigentes (los Judíos); la piscina, en cambio, es el ámbito del pueblo, circundado por la institución centrada en el templo (los pórticos), que lo priva de vida.

Los cinco pórticos de la piscina responden a una realidad histórica. Sin embargo, la mención de este detalle, innecesario para la narración, pero que establece la relación entre piscina y templo, insinúa un sentido más allá del histórico. Los pórticos del templo eran el lugar de la enseñanza oficial de la Ley de Moisés, que hacía de Jerusalén la ciudadela del saber teológico-jurídico del judaísmo, adonde acudían alumnos de todo el mundo conocido (cf. Hch 5,34; 22,3). Al mismo tiempo, la orden que Jesús va a dar al inválido estará en contradicción con la Ley (5,10); el tema del capítulo es la sustitución de la Ley por la persona de Jesús (5,22-23 Lectes.) y, al final, se hará mención de Moisés (5,45s), el dador de la Ley (1,17); esto hace ver que los cinco pórticos son un símbolo de los cinco libros de la Ley, bajo cuya opresión vivía el pueblo.

domingo, 17 de octubre de 2021

Jn 4,2

 (aunque, en realidad, no bautizaba él personalmente, sino sus discípulos).

Con esta frase precisa Jn lo afirmado anteriormente (3,22). Para establecer la diferencia entre Jesús y Juan había puesto en contraste las dos figuras. Ahora, en cambio, cuando éste ya no es necesario, precisa que bautizaban los discípulos, reflejando la praxis de las comunidades cristianas.

Aparece otra diferencia entre Jesús y Juan. La labor de éste era suya personal, sin continuación; sus discípulos no bautizan. La labor de atracción de Jesús puede ejercerse, en cambio, por medio de otros y anuncia un porvenir fecundo. Juan es un final, Jesús un principio (3,30).

martes, 31 de agosto de 2021

Jn 3,2

 Este fue a verlo de noche y le dijo: <<Rabbí, sabemos que has venido de parte de Dios como maestro, pues nadie puede realizar las señales que tú estás realizando si Dios no está con él>>.

Comienza la narración. El pronombre éste resume los datos contenidos en el versículo anterior: Nicodemo, fariseo y miembro del Gran Consejo (7,50), hombre de Ley y de gobierno. Impresionado por la actuación de Jesús, quiere manifestarle que él y otros como él están de su parte. Sin embargo, Nicodemo va a verlo de noche, circunstancia que está en relación con <<la tiniebla>> (1,5). La noche significa la resistencia a dejarse iluminar por Jesús, la luz, por causa de una ideología que se opone al amor de Dios por el hombre. El entusiasmo que Jesús no ha aceptado (2,24s), el mundo de la Ley que representa Nicodemo, son tiniebla, es decir, enemigos de la vida contenida en el proyecto divino sobre el hombre (1,4). Con esa disposición, Nicodemo se acerca a Jesús, la luz.

Se dirige a Jesús con el título honorífico, Rabbí (Excelencia), usado comúnmente con los letrados o doctores de la Ley. Habla en plural, en nombre de un grupo (sabemos), y expone la persuasión a que han llegado: que has venido de parte de Dios como maestro. El fariseo, adicto ferviente de la Ley, ve en Jesús a un maestro excepcional. Maestro, según el uso judío, era aquel que, a partir de la Ley, mostraba el camino de Dios. Precisamente la escuela farisea veía en el Mesías un maestro y legislador como Moisés, <<el maestro de Israel>>. Reconoce la superioridad de Jesús, no lo trata como mero colega (cf. 3,10), pero con la denominación <<maestro>> lo coloca en una categoría a la que ellos pertenecen: es el Mesías-maestro avalado por Dios para interpretar la Ley y a su servicio. En esas condiciones están dispuestos a aprender de él y seguir su enseñanza.

De parte de Dios está colocado enfáticamente, y añade la razón: pues nadie puede realizar las señales que tú estás realizando si Dios no está con él. Las autoridades del templo, en vez de aceptar la denuncia de Jesús, le habían pedido credenciales, Nicodemo, en cambio, ve en las señales que realiza Jesús las credenciales de un enviado de Dios. Como representante de un grupo, reconoce que su enfrentamiento con la institución del templo no es un arrebato, sino que su denuncia es válida. Además, su valentía no nace sólo de arrojo personal; un hombre, sin estar apoyado por Dios, no podría atreverse a tanto.

Existen, por tanto, grupos selectos que están con Jesús y en contra de las autoridades del templo.

Las señales a que alude Nicodemo son las mismas mencionadas en 2,23 y que habían provocado la adhesión de muchos. Por parte de Nicodemo hay una doble admisión del carácter divino de los hechos: reconoce, en primer lugar, que la misión de Jesús viene de Dios; en segundo lugar, que Dios acompaña su actividad, que respalda su proceder. De la actuación de Jesús deduce su misión divina. Revela así su descontento con la situación presente.

Sin embargo, al interpretar las señales comete el error de los <<muchos>> mencionados antes (2,23): las lee también como denuncia de la corrupción institucional y promesa de restauración. Nicodemo y los que representa lo consideran el Mesías-maestro, que, inspirándose en la Ley, llevaría a cabo la reforma e instauraría el reinado de Dios enseñando a los israelitas la perfecta observancia de la Ley de Moisés. No perciben en las señales la manifestación del amor que culminará en la cruz. No comprenden el cambio de alianza, señalado por Jesús al anunciar la sustitución del templo; esperan la continuidad con el pasado (1,45b; 2,9b-10 Lects.).

Para el grupo fariseo, la Ley es el camino hacia Dios, su observancia es vida (1,4b Lect.), y toda esperanza de mejora se centra en el conocimiento y fidelidad a la Ley. Ella, como norma, es la educadora del hombre y la que le permite llegar a ser lo que Dios espera de él. El renacimiento de la nación y su prosperidad habían de venir de su aplicación escrupulosa, por reflejar ella la voluntad de Dios. En ella está el porvenir de Israel.

martes, 24 de agosto de 2021

Jn 2,2

 y fue invitado Jesús, como también sus discípulos, a la boda.

Entra en escena Jesús, por primera vez a la cabeza de un grupo de discípulos. En las narraciones anteriores no había ocupado él el primer plano; los personajes centrales habían sido Juan y los hombres que, de un modo u otro, tomaban contacto con Jesús (1,35-51). Todo había sido preparación y presentación. Ahora comienza el día de la actividad; el Mesías entra en la antigua boda, en el pueblo que vive bajo la antigua alianza, pero como invitado. No pertenece a ella, es sólo huésped; tampoco sus discípulos que forman grupo con él. La madre vive dentro de la alianza antigua; Jesús y los suyos, no. La presencia de Jesús va a poner en movimiento la escena.

lunes, 30 de noviembre de 2020

Jn 1,2

 Ella al principio se dirigía a Dios.

Cierra Jn la introducción del prólogo repitiendo la idea anterior, que expresaba la urgencia el amor de Dios, interpelado por su propio proyecto. Vuelve a nombrarse <<Dios>> (en griego con artículo), <<el Padre>>. Nadie toma su puesto (cf. 20,17) por ser él la fuente de la fuerza creadora y de la vida (cf. 14,28b). En 1,1-2, Dios aparece como término pasivo, toda la agentividad corresponde a la Palabra. Ni siquiera Dios la pronuncia, se la presenta dirigiéndose a Dios. Incluso cuando se habla expresamente de la creación (1,3), se sobrentiende que el agente es Dios, pero lo que se acentúa es la acción (dia) de la Palabra. Para Jn, desde la perspectiva del hombre, aparece en primer plano la Palabra, que se encarna en Jesús, ya que sólo a través de él y en él puede el hombre conocer a Dios (1,18).

Jn 21,24-25

  Jn 21,24a Jn 21,24b Jn 21,25  La comunidad presenta el testimonio del evangelista. Autor del Evangelio, el discípulo predilecto de Jesús. ...