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sábado, 5 de agosto de 2023

Jn 20,1a

 <<El primer día de la semana>>.

Mientras podía esperarse una descripción solemne del <<día solemne>> anunciado en 19,31, Jn sitúa inmediatamente después de la preparación del primer día de la semana. Terminada la creación (19,30) y preparada la Pascua (19,31-42), comienza sin interrupción el nuevo ciclo: el de la creación nueva y la Pascua definitiva. Prescinde Jn del dato cronológico exacto, para subrayar que el tiempo mesiánico sigue inmediatamente a la muerte de Jesús. <<El último día>>, que alboreó en la cruz, viene presentado ahora como <<el primer día>>, que abre el tiempo nuevo.

sábado, 1 de julio de 2023

Jn 18,1a

 <<Dicho esto, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón>>.

La expresión inicial: Dicho esto, da a la salida un carácter de decisión, enlazando la oración de Jesús (17,1-26) con el relato que sigue. Todo el discurso de la cena prepara de alguna manera este <<salió>>, que indica el comienzo del paso de Jesús al Padre (13,1). En particular, está en relación con la última frase de Jesús: pero aún se la daré a conocer (17,26), que anunciaba su propósito de ir a la muerte para manifestar al Padre y obtener para los suyos el don del Espíritu-amor. Con esta salida, Jesús muestra su determinación de dar la vida (10,18: nadie me la quita, yo la entrego por decisión propia).

El torrente señalaba el límite de la ciudad (1 Re 2,36s). Atravesándolo, había escapado David a una conjura (2 Sm 15,14.23ss). Jesús, con los suyos, abandona la ciudad, centro de la institución que busca matarlo (11,53). Deja atrás <<este mundo>> (al otro lado) para irse con el Padre (13,1). Jesús y sus discípulos van juntos. Ni él ni los suyos pertenecen a este orden injusto (8,23; 15,19; 17,6.16.18); Jn señala una vez más la mutua incompatibilidad.

sábado, 27 de mayo de 2023

Jn 17,1a

 Así habló Jesús y, levantando los ojos al cielo, dijo:

La oración que pronuncia Jesús está íntimamente ligada a sus instrucciones anteriores (Así habló), en las que ha dejado establecido el fundamento de su comunidad (13,33-35), le ha señalado el camino (14,1-14), ha expuesto las condiciones para la misión (15,1-17) y ha predicho el odio al mundo y la ayuda que en medio de la dificultad va a recibir (15,18-16,15). La realidad de todo ese programa depende de la verificación del acontecimiento salvador, obra común de Jesús y del Padre, a quien va a dirigirse ahora.

Para hablar con él levanta los ojos al cielo, que, por su excelencia e invisibilidad, es símbolo de la esfera divina. Es todavía la morada del Padre, de donde bajó el Espíritu sobre Jesús (1,32s) y de donde puede decir que ha bajado él mismo (3,13.31; 6,32.33.38.41.42.50.51.58). Jesús responde ahora a la voz que vino del cielo; manifiesta su deseo, que coincide con la promesa hecha entonces por el Padre (12,28).

En lo sucesivo, <<el cielo>> o lugar de Dios será Jesús pendiente de la cruz, nuevo santuario; con su muerte, quedará definitivamente abierto (1,51), el Espíritu bajará de su costado (19,34; cf. 7,37-39).

Hay un estrecho paralelo entre este pasaje y lo narrado en la escena de Lázaro (11,41), únicas dos ocasiones en que se explicita una oración de Jesús.

Los gestos son casi idénticos; la invocación (<<Padre>>) es la misma. La diferencia está en que en este pasaje se pide la manifestación futura de la gloria, mientras en 11,41 Jesús expresaba su acción de gracias al Padre, también en relación con la gloria (11,40; cf. 11,4).

La acción de gracias de Jesús se debía a que el Padre lo había escuchado; se refería a la realización de su obra en el hombre, precisamente lo que se pide como futuro en 17,1-3. El episodio de Lázaro, como toda la actividad de Jesús durante <<su día>>, anticipaba y explicaba los efectos de su muerte (<<su hora>>). Lo sucedido con Lázaro resulta así figura de lo que sucederá en la muerte de Jesús y, en consecuencia, en la de los suyos.

domingo, 5 de marzo de 2023

Jn 13,1a

 Antes de la fiesta de la Pascua.

Se omite toda mención de ciudad o lugar. Jerusalén ha sido nombrada por última vez en 12,12. Jesús había roto definitivamente con Jerusalén y el templo, ciudadela del sistema opresor, tierra de la esclavitud. El lugar lo crea su presencia (6,10 Lect.).

Desde la escena de Betania (12,1), esta última Pascua no se llama ya la Pascua de los Judíos, porque ahora es la Pascua de Jesús, el Cordero de Dios que va a liberar a la humanidad de su pecado. Ésta va a ser la Pascua de la liberación del hombre: va a permitirle el éxodo de la tiniebla a la luz (8,12, cf. 4,34), va a inaugurar la vida y la fiesta (7,37); será el último día (cf. 6,39 Lect.; 6,40; 7,37), en que todo quedará terminado (19,30).

martes, 24 de agosto de 2021

Jn 2,1a

 Al tercer día hubo una boda en Caná de Galilea.

Al haber sido anunciado Jesús como el nuevo esposo, por boca de Juan Bautista (1,15.27.30), la boda adquiere inmediatamente sentido simbólico, como ya se ha expuesto anteriormente. El evangelista sitúa el episodio en un pueblo de montaña, a unos 15 kilómetros de Nazaret. La determinación de Galilea distingue esta Caná de otros del mismo nombre.

La nueva mención de Galilea, región adonde se marcha Jesús en cuanto forma el primer grupo de discípulos (cf. 1,43), recuerda la libertad de acción de que en ella podía gozar, por oposición a Judea, donde Jesús se verá perseguido (4,1-3; 7,1). Caná, además, estaba situada en la parte montañosa de Galilea, lugar clásico de los rebeldes contra el régimen imperante en Jerusalén. En este ciclo, en que Jesús propone la sustitución de las instituciones judías, anuncia su programa en Caná y, una vez hecha su denuncia del templo (2,13ss) y comenzada su labor en Judea (3,22ss), para evitar la fiscalización que allí ejercían los fariseos (4,1-3), volverá a Caná (4,46a), desde donde comenzará su labor directamente con el pueblo (4,46b).

Es probable que el nombre <<Caná>>, relacionado con el verbo hebreo qanah (adquirir, crear), haya sido elegido por Jn para hacer alusión al <<pueblo adquirido, creado por Dios>> (Ex 15,16; Dt 32,6; Sal 72,4), sujeto de su alianza.

domingo, 29 de noviembre de 2020

Jn 1,1a

 Al principio ya existía la Palabra.

Al usar la expresión al principio, enlaza Jn su evangelio con el relato de la creación del mundo (Gn 1,1ss), ofreciendo ya una línea de interpretación de su escrito. Lo que en él va a narrarse está en relación con la obra creadora de Dios.

Jn declara la existencia de una realidad anterior al principio descrito por el Génesis: <<Al principio creó Dios el cielo y la tierra>> (1,1). Precediendo a la creación misma, existía una Palabra divina que había de guiar y realizar la creación entera. Asume Jn la idea expresada en el libro de los Proverbios (LXX) refiriéndose a la Sabiduría: <<El Señor me estableció como principio de sus caminos para (realizar) sus obras, me constituyó al principio antes que existiera el tiempo, antes de crear la tierra (8,22-24). <<Cuando colocaba el cielo, allí estaba yo con él>> (8,27). Según este libro, la Sabiduría precedió a la creación y acompañaba a Dios en su obra, hasta terminarla con la existencia de los hombres (8,31). La consecuencia moral propuesta por el autor es que el hombre debe ajustar su vida a esa sabiduría primordial, debe escucharla para tener vida; quien la odia, ama la muerte (8,32-36).

Siguiendo la línea de los Proverbios, Jn coloca la existencia del Logos antes de la creación efectiva. El significado del término griego se desdobla así en dos: proyecto (hokmah, hekma, sophia) en cuanto representa el designio de Dios en la creación (thelêma en el resto del evangelio, cf. 4,34; 5,30; 6,39s, etc.) y palabra (dabar, memra) en cuanto formula el proyecto y lo ejecuta. Es la palabra creadora del Génesis (1,3.6.9, etc; y dijo Dios), literariamente personificada en la literatura targúmica, la que realiza el proyecto divino.

Cuando Jn habla del Logos (proyecto / palabra), lo supone conocido de sus lectores (<<la Palabra>>, con artículo), quienes de hecho han podido contemplarlo (1,14) en su llegada histórica.

En el principio absoluto existe, pues, al lado de Dios, su palabra, que es su proyecto formulado. Su contenido irá realizándose en la obra creadora. Es designio primordial, palabra divina absoluta, original, que relativiza todas las demás. Las dirigidas por Dios al hombre en la Ley y los profetas no eran más que expresión parcial de su plenitud. Si se llega a conocer esta Palabra, expresión perfecta de Dios, todas las demás pierden su fuerza, al percibirse su fragmentariedad y su imperfección.

Lo mismo vale en cuanto proyecto: todas las maneras de concebir al hombre, los ideales humanos propuestos en la antigua alianza, en particular la realización del hombre por medio de la Ley (cf. 3,3-8), quedarán superados cuando se conozca el verdadero y entero proyecto de Dios sobre el hombre en Jesús Mesías.

El esquema sapiencial, que sirve de matriz literaria al prólogo, llegó a incluir en algunas versiones más recientes (Eclo 24,23; Ba 4,1) la identificación de la Sabiduría con la Ley de Moisés. Según este esquema, la Sabiduría que estaba junto a Dios en la obra creadora, que finalmente escogió como morada la heredad de Israel (Eclo 24,8), tiene su última concreción histórica en el <<libro>> de la Ley. Esta misma concepción aflora con frecuencia en las escuelas rabínicas: abundan las opiniones que se refieren a la Ley de Moisés como preexistente y como principio creador.

Es claro que Juan tiene en cuenta tales opiniones y que polemiza con el esquema sapiencial introduciendo en él un elemento corrector: no es la Ley de Moisés la manifestación última y cabal de la Sabiduría; la expresión cumplida de la gloria / esplendor divinos es la Palabra en su concreción humana (1,14.17).

GÉNESIS. CAPÍTULO 1.

Jn 21,24-25

  Jn 21,24a Jn 21,24b Jn 21,25  La comunidad presenta el testimonio del evangelista. Autor del Evangelio, el discípulo predilecto de Jesús. ...