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sábado, 2 de julio de 2022

Jn 6,43-44

 Replicó Jesús: <<Dejaos de criticar entre vosotros. Nadie puede llegar hasta mí si el Padre que me mandó no tira de él, y yo lo resucitaré el último día>>.

Jesús no entra en discusión acerca de su origen divino o humano; interrumpe el comentario, denunciando la actitud que delatan sus críticas. Para acercarse a él hay que dejarse empujar por el Padre, pero ellos no reconocen que Dios es Padre y está a favor del hombre (5,37s). Ese es el motivo de su resistencia. El Padre empuja hacia Jesús, porque éste es su don, la expresión de su amor a la humanidad (3,16; 4,10). Ellos, que no se interesan por el hombre, no esperan ese don ni lo desean (2,9b-10 Lect.). La actividad de Jesús en favor de los oprimidos no los interpela, siendo el único criterio para entender quién es Jesús, su misión divina y la presencia del Padre en él (5,36; 10,38). Atrincherados en su teología, que les impide ser dóciles a Dios, no aceptan a Jesús.

La resurrección era admitida y defendida por la escuela farisea, como premio a la observancia de la Ley. Jesús afirma que no depende de esa observancia, sino de la adhesión a él. No hay más resurrección que la que él da y que va incluida en la vida que él comunica (6,39 Lect.). Él es el único que dispone de la vida (5,26).

domingo, 21 de noviembre de 2021

Jn 4,43-44

 Al cabo de los dos días salió de allí para Galilea, pues Jesús mismo había declarado que a ningún profeta se le honra en su propia tierra.

Insiste el evangelista sobre la estancia de Jesús en Samaría, para subrayar la vivificación de aquel pueblo. Irse a Galilea significaba, por otra parte, alejarse de Judea. La razón contrasta con lo sucedido en Samaría. Los samaritanos lo han reconocido; en Judea, en cambio, no ha recibido el honor de un profeta (4,19): vino a su casa, pero los suyos no lo acogieron (1,11) y, entre los suyos, destaca Jerusalén, que personificaba la nación y era el lugar del Mesías. Él, que se había manifestado en el templo, experimentó la oposición de los dirigentes (2,18) y, más tarde, la hostilidad de los fariseos (4,1).

El tema del profeta rechazado por los suyos se había convertido en proverbio (Mt 13,57; Mc 6,4; Lc 4,24). En el AT el caso más claro es el de Jeremías, sospechoso para sus mismos familiares: <<También tus hermanos y tu familia te son desleales, también ellos te calumnian a la espalda>> (12,6); <<He abandonado mi casa y desechado mi heredad, he entregado el amor de mi alma en manos enemigas, porque mi heredad se había vuelto contra mí>> (12,7-8). La figura de Jesús Mesías sintetiza trazos de los diversos enviados de Dios en la antigua alianza (1,21 Lect.).

SÍNTESIS

La perícopa define el contenido del designio divino que Jesús ha de ejecutar: la comunicación del Espíritu al hombre como nuevo principio vital que sustituye a la Ley externa.

El Espíritu, que se hace constitutivo del hombre, lo desarrolla y lo fecunda, dándole la capacidad de amar generosamente. Lo eleva al nivel de existencia que se llama vida definitiva, propio de la creación terminada, completando así su ser. Lo capacita para realizar el proyecto de Dios en sí mismo, la plenitud de vida personal. El Espíritu es único, el de Jesús; por eso, aunque constituye un principio vital en cada individuo, crea la unidad en la diversidad.

Dios se define como Espíritu, es decir, como principio dinámico de amor. El sustrato del universo es un amor personal, activo y sin fronteras, hecho presente en Jesús y que por él llega a todo hombre que lo acoge en su realidad humana.

Por ser fuente de vida y amor por esencia, Dios-Espíritu es llamado Padre. Esta denominación suprime las discriminaciones, dejando en la sombra el origen étnico y los condicionamientos culturales. El único Padre de la humanidad entera crea la hermandad y la igualdad de todos. La superioridad que busca pretexto en las peculiaridades o tradiciones nacionales o religiosas queda eliminada. Reconocer a Dios como Padre exige renunciar a los particularismos.

La denominación <<Padre>> hace pasar a Dios de la esfera de lo sacro a la de la familia. Él se propone formar la familia humana. Cesa, por tanto, el culto a Dios en los templos. El Padre no exige presentes o dones, él es el dador que comunica vida. Su voluntad y designio es que ésta se extienda y florezca lo más posible. El homenaje al Padre ya no consistirá, por tanto, en un culto ritual, al estilo de Israel. No hay dos esferas, la de Dios y la de la vida. La existencia misma, dedicada al bien de los demás, es el culto al Padre, que vive con el hombre, prolongando con él su actividad en el mundo. El amor forma inmediatamente la nueva comunidad humana, que muestra al mundo la realidad de la obra de Dios.

Es el pueblo marginado quien responde a Jesús. Mientras los instalados en el régimen judío no lo han comprendido, e incluso lo han forzado a marcharse de Judea, los despreciados lo acogen.



Jn 21,24-25

  Jn 21,24a Jn 21,24b Jn 21,25  La comunidad presenta el testimonio del evangelista. Autor del Evangelio, el discípulo predilecto de Jesús. ...