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domingo, 5 de marzo de 2023

Jn 12,41

 Esto lo dijo Isaías porque vio su gloria, y así habló de él.

El texto de Isaías que acaba de citarse sigue, en efecto, a la visión de Dios en el templo (Is 6,3), donde los serafines lo aclamaban con el triple Santo. El templo estaba lleno de su gloria (6,1) y lo mismo la tierra (6,3).

<<Vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo (LXX: y lleno estaba el templo/la casa de su gloria) ... ¡la tierra está llena de su gloria!>>.

La gloria que vio Isaías se identifica con la que posee Jesús, por ser la que el Padre le ha dado (17,4.22). Él es el santuario, lleno del amor fiel de Dios (1,145), que los suyos han contemplado (1,14: hemos contemplado su gloria). Es la gloria que llega a toda la tierra, el amor de Dios por la humanidad entera (3,16). La resistencia de Israel al mensaje profético anticipaba lo que tendría lugar ante el mensaje del Mesías.

La ceguera del pueblo está en oposición a la visión de la gloria, que narrará el testigo, ante la figura de Jesús en la cruz (19,35 Lect.), y que continuará en su comunidad (1,14).

sábado, 20 de agosto de 2022

Jn 9,41

 Les contestó Jesús: <<Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; pero es ahora cuando decís que veis: vuestro pecado persiste>>.

Jesús los coge con su misma afirmación. No es pecado ser ciego (cf. 9,3), sino serlo voluntariamente, es decir, rechazar la luz cuando ésta brilla ante los ojos. Con estas palabras describe lo ocurrido con los fariseos con motivo del proceso del hombre curado. La división en el grupo fariseo (9,16s), que reflejaba la lucha interna ante la interpelación planteada por la curación del ciego, ha mostrado que no eran incapaces de ver. Ellos, ante el hecho que los interpelaba (9,16), podían haber abierto los ojos a la luz, pero los han cerrado, rechazando la evidencia (9,24). Alardean, sin embargo, de una visión, que es falsa (9,24b: A nosotros nos consta). No sólo no quieren ver, sino que imponen su mentira como verdad; así lo expresaba Is 5,20: <<¡¡Ay de los que llaman al mal bien y al bien mal, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas, que tienen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo!>>. Su pecado se apoya, por tanto, en una doble mala fe: por un lado, distinguen la luz y la rechazan; por otro, proponen como luz lo que saben ser contrario a la luz que conocen. Hacen una opción consciente y torcida (3,19: la luz ha venido al mundo, y los hombres han preferido la tiniebla a la luz, porque su modo de obrar era perverso). Son ciegos voluntarios que buscan cegar a los demás. Son la tiniebla, que, proponiendo la mentira, apaga la verdad y con ella la vida.

No obran inconscientemente, saben muy bien lo que pretenden. Son ellos los que van a quedar definitivamente ciegos, excluyéndose para siempre de la luz-vida; cuando llegue la noche (9,4), que ellos mismos van a provocar con su rechazo definitivo de Jesús, su sentencia será irrevocable.

Su pecado es el mismo que Jesús había denunciado en 8,21: vuestro pecado os llevará a la muerte (8,23 Lect.). Ellos se obstinan en su mentira, y su pecado permanece. Habían declarado a Jesús pecador (9,24), mientras son ellos los que conscientemente practican el pecado (8,34). Los que en nombre de Dios expulsan son los reprobados por Dios.

El ciego de nacimiento no tenía pecado (9,3). Los fariseos, que tienen la posibilidad de responder a la luz, lo tienen. Aparece la diferencia entre oprimidos y opresores. El oprimido es ciego porque lo han privado de la posibilidad de ver. El opresor, en cambio, propone la mentira (8,44), y con ella ciega al pueblo. Viendo los efectos de su acción (5,3: una muchedumbre, los enfermos; ciegos, tullidos, resecos), deberían rectificar, pero no tienen amor (5,42); no les importa el hombre, sino su posición y su dominio (5,44). Su pecado persiste.

sábado, 2 de julio de 2022

Jn 6,41

 Los judíos del régimen lo criticaban porque había dicho: <<Yo soy el pan bajado del cielo>>.

Los adictos a la institución religiosa lo criticaban. De hecho, la frase que atribuyen a Jesús es ligeramente diversa de la que él había pronunciado antes: el pan bajado del cielo, iterada o continuamente, como la lluvia del maná (6,33); se refería al don del Espíritu, a la comunicación de vida de Dios al hombre. Ellos ponen la frase en pasado, el pan bajado del cielo, refiriéndose a un momento histórico particular.

Jesús hablaba de su misión de dar vida, que es continua; ellos, en cambio, se refieren al origen divino que se deduce de esa misión, y no lo aceptan.

domingo, 22 de agosto de 2021

Jn 1,41

 fue a buscar primero a su hermano carnal Simón y le dijo: <<Hemos encontrado al Mesías>> (que significa <<Ungido>>).

La experiencia de Andrés en su contacto con Jesús provoca en él inmediatamente la necesidad de darlo a conocer. En primer lugar va a dar la noticia a su hermano carnal, Simón. La precisión <<primero> indica que la actividad de Andrés no acabó con la invitación a su hermano.

Simón Pedro, aunque, como Andrés, era de Betsaida, en el norte del país (1,44), se encuentra en aquellos parajes atraído por el movimiento suscitado por Juan (1,42 Lect.), pero no ha escuchado su mensaje (cf. 1,37a.40a) ni, por tanto, ha seguido a Jesús (cf. 1,37b.40b).

Andrés da la noticia a Simón Pedro en los términos: Hemos encontrado al Mesías; este título, aplicado a una persona concreta, debía hacer impresión sobre él. Pedro participaba, pues, en la expectación del Mesías, cuya llegada estaba siendo anunciada por Juan Bautista (1,27). Andrés le anuncia que la espera ha terminado, el Mesías está presente.

En boca de Andrés, el concepto de Mesías ha de interpretarse atendiendo a dos factores:

a) la frase que ha oído a Juan Bautista (1,36: el Cordero de Dios), y

b) la traducción ofrecida por el evangelista (1,41: el Ungido). 

Andrés concibe a Jesús Mesías como el inaugurador de la nueva Pascua (cordero) el que con su sangre va a liberar de la muerte. Espera una nueva alianza y ha comprendido la caducidad de la antigua con todas sus instituciones. Por otra parte, el Ungido hace referencia en el texto a la bajada y permanencia del Espíritu sobre Jesús. La identificación del Espíritu con la gloria-amor (1,32s Lect.) hace ver que Andrés, que vive con Jesús, es decir, que experimenta su amor, lo concibe exactamente según lo ha descrito Juan Bautista. La frase inicial de éste: Mirad el Cordero de Dios (1,36) resumía, en efecto, toda su declaración anterior (1,29-34).

Andrés y el innominado, modelos de discípulo, han comprendido el mesianismo de Jesús. El título de Mesías, aplicado a Jesús, ha aparecido solamente en 1,17, en contraposición con Moisés. Ellos, con su experiencia del amor leal, entienden la sustitución que Jesús viene a efectuar. Andrés habla en plural: Hemos encontrado. La experiencia del Mesías es comunitaria. Él y el grupo que representa, antiguos discípulos de Juan y, por tanto, bautizados por él rompiendo con la institución existente, han penetrado el alcance del título que aplican a Jesús.

Jn 21,24-25

  Jn 21,24a Jn 21,24b Jn 21,25  La comunidad presenta el testimonio del evangelista. Autor del Evangelio, el discípulo predilecto de Jesús. ...