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domingo, 5 de marzo de 2023

Jn 12,49

 Porque yo no he propuesto lo que se me ha ocurrido, sino que el Padre que me envió me dejó mandado él mismo lo que tenía que decir y que proponer.

La suerte del hombre depende, por tanto, de su actitud ante Jesús. Lo decisivo de la opción se debe a que el mensaje que Jesús transmite no es invención humana, sino mensaje del Padre, de Dios, que es vida y amor.

En la redacción de este versículo alude Jn a Dt 18,18, donde Dios se dirigía a Moisés: <<Suscitaré un profeta de entre tus hermanos, como tú. Pondré (lit. daré) mis palabras (lit. mi palabra/mandamiento) en su boca y les dirá lo que yo le mande>>. Jesús se presenta como el que ha recibido un mandamiento de Dios, que anula los antiguos.

jueves, 11 de agosto de 2022

Jn 8,49

 Replicó Jesús: <<Yo no estoy loco, sino que honro a mi Padre; en cambio, vosotros queréis quitarme la honra a mí>>.

Del primer insulto (samaritano) Jesús no se defiende porque no lo considera tal. Los heterodoxos de Samaría aceptaron su mensaje (4,4ss), mientras los ortodoxos de Judea intentan matarlo. Responde, en cambio, al segundo (loco).

Lo que él está haciendo es precisamente defender la honra de su Padre, reivindicar su fama, destruyendo la imagen falsa de Dios que ellos han creado. Defiende el honor de Dios, mostrando su verdadero rostro. Ellos no lo conocen ni conservan su mensaje (5,37s); en vez de aceptar con alegría la manifestación del amor del Padre, presente en Jesús, se oponen a éste intentando desacreditarlo. Su dios es el reflejo de lo que ellos son, no un Dios-amor, sino un dios-tirano. El verdadero Dios es para ellos una herejía y una insensatez (samaritano, loco).

jueves, 4 de agosto de 2022

Jn 7,49

 <<En cambio, esa plebe que no conoce la Ley está maldita>>.

Manifiestan su desprecio por la multitud ignorante. El pueblo no cuenta para ellos, ni su opinión tampoco. No conoce la Ley porque no la estudia; en consecuencia, no puede practicarla, y así, según ellos, tampoco agradar a Dios: están malditos. Los fariseos habían creado una religión de élite; sólo quienes estudian pueden estar a bien con Dios. Aplicaban con todo rigor las brutales maldiciones insertas en el Deuteronomio contra los que no observasen todos los preceptos de la Ley.

Como en 5,10, lo que cuenta para ellos es la observancia, prescindiendo del bien del hombre. Como custodios de la Ley, la consideran como la mediación necesaria y única. Por eso el acceso a Dios es imposible para la gente; han de ser ellos, los entendidos, quienes enseñen lo que él exige y requiere para asegurar su benevolencia. Así tienen en su mano el poder religioso y el dominio sobre la masa, que carece de opinión personal.

Jn, en este pasaje, está retratando a los fariseos, y subrayando su contraste con Jesús. Este ha curado y liberado al inválido/pueblo, ha alimentado a la gente de Galilea, mostrándoles un Dios con rostro humano, al que ellos pueden conocer, pues responde al deseo de vida del hombre. Ha invitado a todos sin distinción a acercarse para recibir el Espíritu, sin más condición que reconocer la necesidad y dar adhesión a su persona. Dios no impone leyes, pide sólo amor fiel, para lo que él da la fuerza (el Espíritu). Los fariseos han cavado un abismo entre ellos y el pueblo. Mientras Jesús se hizo servidor de la multitud (6,11), ellos se han colocado por encima de ella y afirman con arrogancia su superioridad.

Ellos se sienten seguros en la Ley, que es su dominio y su sabiduría. Confunden el conocimiento de la Ley con el conocimiento de Dios, que se manifiesta a través de su obra con el hombre. Para ellos, los que están fuera de su ámbito están desviados, y su sistema dogmático los excomulga. Son ellos, sin embargo, los que han sido extraviados por la Ley. La única desviación que conoce Jesús consiste en separarse del hombre y de su bien, separándose así de Dios, el Padre, primer valedor del hombre; equivale a situarse en el campo de la muerte y hacerse agentes de ella.

sábado, 1 de enero de 2022

Jn 4,49

 El funcionario le insistió: <<Señor, baja antes que se muera mi chiquillo>>.

El funcionario insiste, tratando a Jesús respetuosamente, reconociendo su superioridad. Con su petición renovada confiesa la impotencia del poderoso ante la debilidad y la muerte. Es un caso extremo, el enfermo es su hijo, y el recurrir a Jesús muestra su interés por él; a pesar del poder que ejerce, no puede dar solución al problema decisivo del hombre. El poder es impotente para salvar. Espera la solución de este poder superior al suyo y de calidad diferente.

La muerte del muchacho es inminente, de ahí la urgencia de su petición. Piensa que la salvación del chiquillo depende de la presencia física de Jesús y de la realización de un prodigio.

El funcionario no llama al enfermo <<mi hijo>>, sino <<mi chiquillo>>. No es imposible que esta denominación tenga un significado particular, en oposición a <<su hijo>>, como lo ha llamado el narrador (4,46b). El término <<chiquillo>> (gr. paidion) por un lado indica afecto (forma diminutiva) y por otro denota claramente la dependencia propia del menor. Aunque unido al enfermo por el cariño, el hombre del poder no ha establecido con él una verdadera relación paterno-filial, lo trata desde su condición de poderoso. Dado el amplio significado de la enfermedad, que, además de lo físico, abarca el área de la opresión, el término <<chiquillo>> indica desigualdad y dependencia.


lunes, 23 de agosto de 2021

Jn 1,49

 Natanael le respondió: <<Maestro tú eres el Hijo de Dios, tú eres rey de Israel>>.

Natanael comprende que aquel que renueva la elección de Israel es el que va a dar cumplimiento a las promesas, de ahí su alegría y entusiasmo. Como los discípulos de Juan, se dirige a Jesús con el título de respeto (Rabbí) que se daba a los maestros (1,38), reconociéndolo por maestro suyo y declarándose dispuesto a seguir sus enseñanzas.

Sin embargo, así como en boca de los discípulos de Juan, situados ya fuera de las antiguas instituciones, el término Rabbí (1,38), indicaba el reconocimiento de Jesús como maestro en lugar de Juan, en boca de Natanael, el hombre fiel a la Ley (1,45), denota al Mesías-maestro en la línea del pasado (cf. 3,2). Jn señala la ambigüedad que se esconde bajo los títulos aplicados a Jesús, visible también en el siguiente.

Natanael califica a Jesús de dos maneras que, sin embargo, están unidas: Tú eres el Hijo de Dios, tú eres rey de Israel. La primera expresión había sido pronunciada por Juan Bautista, pero mientras éste la proponía como conclusión de la visión del Espíritu, para Natanael es solamente la premisa para otra conclusión: tú eres rey de Israel. La misma frase adquiere, pues, un sentido diferente.

Tal diferencia de contenido podría insinuar la existencia de dos interpretaciones del título <<el Hijo de Dios>> en tiempos de Jn: Para la primera, en la línea de la declaración del Bautista, el Hijo de Dios significaría el que posee la plenitud del Espíritu, el que realiza la presencia de Dios en la tierra. Para la segunda, la de Natanael, el Hijo de Dios representaría el rey mesiánico, según las categorías del AT (<<al descrito por Moisés en la Ley, y por los profetas>>), es decir, el sucesor prometido a David (cf. Sal 2,2.6-7; 2 Sm 7,14; Sal 89,4s.27), que efectuaría una salvación sociológica. El horizonte de Natanael es nacionalista, Jesús es para él el rey esperado, el predilecto de Dios, que va a restaurar la grandeza del pueblo, implantando el régimen justo prometido por los profetas.

   

   2 SAMUEL. CAPÍTULO 7

    

Jn 21,24-25

  Jn 21,24a Jn 21,24b Jn 21,25  La comunidad presenta el testimonio del evangelista. Autor del Evangelio, el discípulo predilecto de Jesús. ...