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viernes, 8 de septiembre de 2023

Jn 21,19b

 Y dicho esto, añadió: <<Sígueme>>.

La invitación de Jesús a Pedro está estrechamente ligada a su predicción anterior (dicho esto), que ha expuesto el desenlace del seguimiento, y a la explicación de la misma (Esto lo dijo), que le ha dado su sentido (manifestar la gloria de Dios). Ahora que Pedro sabe el final del camino, Jesús lo invita por primera vez a comenzarlo (cf. 13,36: Adonde me marcho no eres capaz de seguirme ahora, pero me seguirás finalmente).

Esta invitación que hace Jesús a Pedro al final del evangelio es la misma que hizo a Felipe antes de comenzar su actividad. Los dos primeros discípulos, preparados por Juan Bautista, siguieron espontáneamente a Jesús (1,37). Felipe lo siguió respondiendo a su llamada (1,43). Pedro, en cambio, aún no lo había seguido. Intentó hacerlo, pero se detuvo por miedo (18,15ss). La profesión de fe que hizo en Cafarnaún en nombre del grupo (6,68s) no se había traducido en la práctica. Sólo ahora que sabe y acepta la meta de su seguimiento podrá seguir a Jesús.

Una vez que, renunciando a su Mesías imaginario, se ha vinculado a Jesús, ha aprendido de nuevo su mensaje bajo la figura del pastoreo y ha deshecho sus negaciones con su triple profesión de amistad, tiene que recomenzar su discipulado y seguir los pasos de Jesús en su vida y en su muerte. Dejada aparte su obstinación, que le impedía comprender a Jesús, tiene que volver al principio, adonde estaba Felipe, e ir aprendiendo de nuevo toda la vida de Jesús hasta llegar a la cruz, como él. Jesús lo invita al seguimiento del que es símbolo la eucaristía: asimilarse a su vida y muerte.

miércoles, 9 de agosto de 2023

Jn 20,19b

 llegó Jesús, haciéndose presente en el centro, y les dijo: <<Paz con vosotros>>.

En esta situación se presenta Jesús, como lo había prometido: No os voy a dejar desamparados, volveré con vosotros (14,18); Dentro de poco, el mundo dejará de verme; vosotros, en cambio, me veréis, porque yo tengo vida y también vosotros la tendréis (14,19; cf. 16,18ss). Es el Señor que viene a liberar a los suyos (cf. Dt 7,21: <<No les tengas miedo, que está en medio de ti el Señor, tu Dios>>).

Jesús aparece en el centro de su comunidad, porque él es para ella la fuente de la vida, el punto de referencia, el factor de unidad, la vid en la que se insertan los sarmientos (15,5), el lugar donde brilla la gloria que ellos contemplan (1,14; 17,24), el santuario de Dios que los acompaña en su camino (2,19). La comunidad cristiana está centrada en Jesús y solamente en él.

La construcción de la frase muestra el modo como Jesús se hace presente. No recorre el espacio desde la puerta, su presencia se efectúa directamente en el centro del grupo.

Los saluda deseándoles la paz, como había hecho en su despedida: <<Paz>> es mi despedida; paz os deseo, la mía, pero yo no me despido como se despide todo el mundo ... me marcho para volver con vosotros (14,27s). También quiso Jesús que el anuncio de su victoria sobre el mundo infundiese paz a los suyos: Os voy a decir esto para que, unidos a mí, tengáis paz: en medio del mundo tenéis apuros, pero, ánimo, que yo he vencido al mundo (16,33). A ellos, que por el miedo han perdido la paz, se la confirma: es el saludo del que ha vencido al mundo y a la muerte.

Este saludo de Jesús significa para los discípulos el encuentro con él, correspondiente al que ha tenido con María en el huerto. Allí, su voz (20,16: María) provocó el reconocimiento, calmando la angustia de María; ahora, su saludo de paz recuerda a los discípulos su presencia en medio de ellos (14,27s) y su victoria (16,33), eliminando el miedo y la incertidumbre.

En la perícopa anterior, el encuentro se verifica al término de una búsqueda, más en consonancia con el tema nupcial; aquí se debe a la iniciativa de Jesús, el Señor que viene a estar con los suyos. Al huerto-jardín, lugar del amor, corresponde aquí el local cerrado, lugar que delimita el espacio de la comunidad en medio del mundo hostil (cf. 20,26).

domingo, 21 de mayo de 2023

Jn 15,19b

 <<pero como no pertenecéis al mundo, sino que al elegiros yo os saqué del mundo, por eso el mundo os odia>>.

Los discípulos han roto con él, por efecto de la elección de Jesús. No se puede estar con Jesús y con el mundo; optar por Jesús es romper con éste (8,31; cf. Mt 6,24). Tal es el éxodo a que Jesús invita; el paso de la esclavitud a la libertad (8,36), de la muerte a la vida (5,24). La frase al elegiros yo repite la de 15,16: os elegí yo a vosotros ... para que os marchéis, produzcáis fruto y vuestro fruto dure. Es, pues, condición indispensable para producir fruto haber salido del orden injusto. Estar con él es el pecado (8,21.23), porque es opresor del hombre (5,10; 9,14) y, por tanto, se opone a Jesús y al designio del Padre (cf. 6,40; 10,10). Odia a los discípulos como odia a Jesús (7,7), porque no se integran en él ni se hacen cómplices de su injusticia.

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sábado, 6 de agosto de 2022

Jn 8,19b

 Replicó Jesús: <<Ni sabéis quién soy yo ni sabéis quién es mi Padre; si supierais quién soy yo, sabríais también quién es mi Padre>>.

Jesús no contesta a la pregunta, pero descubre el origen y las consecuencias de su oposición. Por no reconocerlo a él, no reconocen a Dios. El único rostro de Dios es Jesús. La ignorancia que ellos habían fingido en su pregunta irónica, Jesús se la confirma seriamente: Quien no sabe quién es él, que actúa en favor del hombre, no sabe quién es el Padre, que es Dios a favor del hombre. Los que se precian de su fidelidad a Dios por la observancia no lo conocen. Para los hombres de la Ley, Dios no es reconocible como Padre.

Jn 21,24-25

  Jn 21,24a Jn 21,24b Jn 21,25  La comunidad presenta el testimonio del evangelista. Autor del Evangelio, el discípulo predilecto de Jesús. ...