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sábado, 22 de julio de 2023

Jn 19,14a

 <<Era preparación de la Pascua; era alrededor de la hora sexta>>.

La hora sexta (mediodía) era el momento en que, la víspera de Pascua (la preparación), comenzaban a sacrificarse los corderos pascuales en el templo. Recoge aquí Jn, por tanto, el tema del Cordero de Dios, que abre el testimonio de Juan Bautista sobre Jesús (1,29.36); con él identificaba al Mesías y describía su misión. Recuérdese que la designación <<el Cordero de Dios>> estaba en paralelo con la de <<el Hijo de Dios>> (1,34), y que la misión del Cordero, <<quitar el pecado del mundo>>, sería realizada <<bautizando con Espíritu Santo>> (1,33). Toda esta concepción del Mesías está presente en este pasaje, al recogerse el tema pascual para llevarlo a su conclusión. Ésta es la última de las seis fiestas mencionadas en el evangelio (2,13; 5,1; 6,4; 7,2; 10,22; 12,1) y la tercera Pascua (2,13; 6,4; 12,1).

La espera de <<la hora>> del Mesías, anunciada en Caná al principio de su actividad (2,4), ha mantenido en tensión el relato, orientado hacia ella (5,28; 7,30; 8,20). El período de <<la hora>> constituye la segunda parte del día sexto. Este momento condensa su significado.

Como ya ha aparecido en 4,6, la hora sexta, cifra de lo incompleto, señala la hora de Jesús en su aspecto de muerte (4,6: fatigado), mientras la hora séptima ha indicado sus efectos de vida (4,52). La hora sexta, la de la plena luz, había señalado la revelación del Mesías a Samaría (4,25s); ahora la señala para Israel.

Siendo toda la escena una anticipación de la cruz, también la hora adelanta la de su muerte; son los sumos sacerdotes, al rechazar a Jesús, los que matan al Cordero. Preparan así, como Judas (13,29 Lect.), lo necesario para la Pascua, de la que ellos no van a participar.

sábado, 6 de agosto de 2022

Jn 8,14a

 Jesús les repuso: <<Aunque yo sea testigo en causa propia, mi testimonio es válido...>>.

En 5,31 había admitido Jesús que su testimonio aislado no era válido, porque allí se trataba realmente de dirimir entre dos adversarios: él mismo y la Ley, que reclamaban ambos autoridad divina. Había que demostrar con quién estaba Dios, y en tal circunstancia no bastaba el testimonio de Jesús; había de añadirse el de Dios mismo (5,37: el Padre que me mandó va dejando él mismo un testimonio en mi favor).

En este lugar, la cuestión es diferente. Jesús no se ha colocado en terreno jurídico, ha hecho una invitación universal (Yo soy la luz del mundo) a salir de las tinieblas (el que me sigue no caminará en la tiniebla). Se ha presentado como Mesías, afirmando su misión como enviado de Dios (7,28s).

sábado, 5 de diciembre de 2020

Jn 1,14a

 Así que la Palabra se hizo hombre.

Hasta aquí el autor ha hecho una síntesis de la obra creadora de Dios, incluida la llegada histórica de la Palabra y las reacciones, negativa y positiva, que ha provocado (1,11-13). La exposición se ha hecho desde fuera, de modo impersonal. Ahora, en esta sección, Jn va a considerar la llegada de la Palabra y sus efectos positivos desde el punto de vista de la comunidad creyente a la que pertenece (1,14: nosotros hemos contemplado; 1,16: todos nosotros hemos recibido). La llegada de la Palabra se describe en términos de experiencia, la que es propia de los que han recibido, han nacido de Dios y mantienen su adhesión a ella.

Para entender bien el alcance de la frase de Jn, hay que tener presente el doble significado de logos: proyecto / palabra. El proyecto divino se ha realizado en una existencia humana, la plenitud de la vida brilla en un hombre, es visible, accesible, palpable (cf. 1 Jn 1,1-3). Por vez primera aparece cuál es la meta de la creación de Dios, a qué tiende toda su obra: lo manifiesta el Hombre que encarna su proyecto: al llegar a la plenitud humana, es Dios, pues tal era el proyecto, llevar al hombre a la condición divina (nótese la traducción alternativa de 1,1c: y un Dios era el proyecto). El hombre-Dios está presente en la tierra, él es la presencia del Padre entre los hombres (12,45; 14,9), el Dios engendrado (1,18) por la comunicación plena de la vida el Padre.

A esta expresión <<el proyecto / palabra hecho hombre>> corresponde en el cuerpo del evangelio dos expresiones: <<el Hijo del Hombre>> ( = el Hombre; 1,51 Lect.), que denota el hombre en su plenitud, el modelo de Hombre, y <<el Hijo de Dios>> (3,18; 5,25, etc.), aquel que ha recibido la plenitud de vida divina y que, por tanto, es Dios. Son dos aspectos de la misma realidad, pues el hombre no llega a serlo plenamente hasta que no sea hijo de Dios, recibiendo la comunicación de la vida divina. Ambas denominaciones están compendiadas en otra: <<el Hijo>> (3,17.35s; 5,21-23; 6,40, etc.), que denota al mismo tiempo la procedencia humana (el Hijo del hombre) y la divina (el Hijo de Dios) de Jesús.

Estas realidades se <<cumplen>> en el momento de la muerte (19,28-30, cf. Lect.) que pone de manifiesto la realidad <<carnal>> de la Palabra y, paradójicamente, su transparencia divina: en ese momento privilegiado el hombre puede contemplar en ella la gloria del Hijo que, a su vez, es la del Padre (cf. 19,35, cf. Lect.).

Jn 21,24-25

  Jn 21,24a Jn 21,24b Jn 21,25  La comunidad presenta el testimonio del evangelista. Autor del Evangelio, el discípulo predilecto de Jesús. ...