<<¿No fue Moisés quien os dejó la Ley? Y, sin embargo, ninguno de vosotros cumple esa Ley. ¿Por qué tratáis de matarme?>>.
Jesús subraya su distancia respecto a la entera tradición judía, no se incluye entre los destinatarios de la Ley. De hecho, la época de la Ley ha pasado. En contraposición a Moisés, que dejó a los judíos la Ley, Jesús dejará a los suyos la gloria (17,22), el amor leal (1,17).
Moisés anunció la realidad que él representa (5,46), y basándose en él, va a demostrar a los dirigentes la incoherencia de su conducta con la misma Ley que profesan y se precian de observar. Afirma, ante todo, que ellos, sus custodios ante el pueblo, no la cumplen, porque la usan como medio de represión; así aparece en el propósito de matarlo, amparándose en ella.
Los dirigentes querían matar a Jesús por violar el precepto del descanso y hacerse igual a Dios (5,18). En esta ocasión, Jesús va a demostrarles con su misma Ley que no pueden acusarlo de violarla, pues los criterios que acaba de exponer (7,17s) están por encima de ella y han de guiar su interpretación. En otro momento refutará su acusación de hacerse Hijo de Dios (10,33ss). Su argumentación va a continuar, pero se produce una interrupción por parte de la gente que escuchaba.
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