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domingo, 6 de marzo de 2022

Jn 5,28-29

 <<No os asombre esto, porque se acerca la hora en que van a oír su voz los que están en el sepulcro, y saldrán: los que practicaron el bien, para comparecer y tener vida; los que obraron con bajeza, para comparecer y recibir sentencia>>.

Los dirigentes no deben extrañarse de lo que Jesús afirma. El criterio de juicio que él representa vale lo mismo para el pasado, porque corresponde al proyecto creador (1,1.4a). También los ya físicamente muertos (los que están en el sepulcro, por oposición a 5,25, los muertos en vida) son juzgados por la misma norma.

Esta hora va a llegar, pero aún no está presente (en oposición a 5,25). <<La hora>> se refiere a la muerte de Jesús (2,4; 13,1; 17,1). Será entonces cuando comience realmente la nueva época de la humanidad (1,14.17).

La vida que Dios da al que opta por ella no está limitada por la muerte, el sepulcro no va a impedir su continuación. La muerte no iguala a los hombres, ni siquiera a los del pasado. Quien haya practicado el bien no tendrá una muerte definitiva, se levantará para seguir viviendo. Quien haya practicado el mal; quedará definitivamente excluido de la vida.

El criterio será, pues, la conducta con el hombre, manifestación de la actitud interior: practicar el bien es lo mismo que practicar la lealtad (3,21a) o actuar en unión con Dios (3,21b); se opone a actuar con bajeza (3,20), es decir, en contra del hombre.

El pasaje está inspirado en Dn 12,2: <<Los que duermen en el polvo despertarán, unos para vida definitiva, otros para derrota definitiva>>. La frase de Jn 5,29: para comparecer y tener vida, y su paralelo negativo describen, bajo la figura de un juicio, la suerte del hombre. Como en Dn 12,2, a la vida se opone la sentencia o derrota, que es la no vida, la muerte. No se opone una vida feliz a una desgraciada, sino vida a sentencia que excluye de la vida. Cada hombre, con su conducta hacia sus semejantes, lleva al éxito o al fracaso el proyecto de Dios sobre él. Quien opta por la luz, que es la vida y el amor, tendrá vida definitiva. Quien opta por la tiniebla, que es la muerte y el desprecio del hombre, se condena a muerte definitiva.

domingo, 14 de noviembre de 2021

Jn 4,28-29

 La mujer dejó su cántaro, se marchó al pueblo y le dijo a la gente: <<Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho; ¿será éste tal vez el Mesías?>>.

La palabra que designa el cántaro es la misma empleada en el episodio de Caná para designar las tinajas (2,6). Como allí éstas representaban la Ley, también el cántaro es imagen de la Ley que la mujer toma del pozo para buscar la vida en ella. La mujer estaba supeditada a la vasija, donde bebía el agua que no apagaba su sed.

Abandona el cántaro, que era su conexión con el pozo; rompe con la Ley. Esta es su respuesta de fe al Mesías que se le ha dado a conocer. Ha comprendido la novedad que representa respecto al pasado. Al contrario de Nicodemo, que no veía la posibilidad de un nuevo principio, la mujer lo ha entendido perfectamente.

Va a invitar a <<los hombres>> (la gente) a que vayan a ver a <<un hombre>>; así presenta a Jesús. No hay miedo a acercarse. No lo describe como un judío, pues Jesús ha anunciado el fin de la discriminación. Es sencillamente <<un hombre>> que tenía sed, como todos. En el fundamento de la común humanidad funda la mujer su invitación a acercarse a Jesús.

Su mensaje es modesto, lo propone en forma interrogativa; quiere que cada uno, como ella, llegue a su conclusión personal. Sus palabras son una invitación que abre una esperanza. La representante de Samaría se individualiza. Anuncia a sus paisanos que Jesús le ha dicho todo lo que había hecho. Esta frase es importante, pues se repetirá textualmente en 4,39. La mujer insiste en que Jesús le ha descubierto su pasado; esto supone que ella ha reconocido su adulterio.

La noticia de la samaritana a sus paisanos está inspirada en Os 7,1: <<Cuando cambie la suerte de mi pueblo, cuando cure a Israel>> (el reino del norte con centro en Samaría), <<se descubrirá el pecado de Efraín y las maldades de Samaría>>. Al saber los samaritanos que se han descubierto sus pecados, comprenden que ha llegado el cambio de suerte, el momento de su curación. De ahí la pregunta de la mujer: ¿Será el Mesías?, y la prontitud de los samaritanos en acudir a Jesús.

El comportamiento de la mujer es parecido al de los discípulos cuando encontraron a Jesús. Andrés fue a buscar a su hermano Simón (1,41); Felipe, a Natanael (1,45). Ella va al pueblo y anuncia.

Jesús, en primer lugar, ha ofrecido el agua viva; sólo después de haber despertado el anhelo ha denunciado sus maldades a Samaría. Primero expone la calidad de su don, luego señala los obstáculos para recibirlo. Comienza con lo positivo, su denuncia no deja a nadie desamparado. No pide una ruptura que deje en el vacío, abre una puerta invitando a pasar de la muerte a la vida.

Jn 21,24-25

  Jn 21,24a Jn 21,24b Jn 21,25  La comunidad presenta el testimonio del evangelista. Autor del Evangelio, el discípulo predilecto de Jesús. ...