Mostrando entradas con la etiqueta 42. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta 42. Mostrar todas las entradas

viernes, 4 de agosto de 2023

Jn 19,42

 <<Por ser Preparación para los judíos, como el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús>>.

Termina el tema de la preparación judía, que nunca pasará a la celebración de la fiesta. Esta Pascua ya no existe una vez sacrificado el Cordero de Dios (19,31.42). Los dos hombres, que lo han preparado, ya no colocan en el sepulcro el cuerpo, sino a Jesús mismo. Entra en la cámara nupcial, la de su boda definitiva.

La inminencia del descanso de precepto hace que coloquen a Jesús en el sepulcro cercano. Como la ausencia de sudario y la omisión de la losa, también la prisa da a la sepultura un carácter de provisionalidad. Jn crea el ambiente propicio para la escena de la resurrección.

José y Nicodemo pusieron allí a Jesús. Para ellos, Jesús pertenece al pasado; la muerte, como a todos, lo ha vencido.

Tal era la convicción de los discípulos que abandonaron a Jesús en el episodio de Cafarnaún: veían la muerte como una derrota (6,60ss). Jesús no consiguió convencerlos de lo contrario, y ellos lo abandonaron. Sin embargo, tampoco los que permanecieron con él se han convencido de que la muerte no es la última palabra, como aparecerá por la dificultad que experimentarán en llegar a creer en la resurrección.

SÍNTESIS

En contraposición con el testigo que vio en Jesús muerto la fuente de la vida, el discípulo clandestino y el fariseo no ven en él sino al héroe injustamente condenado, al que rinden los últimos honores.

Se muestra aquí una cuestión crucial para el cristiano: la autenticidad de su fe se mide por su actitud ante la muerte. Mientras ésta le aparezca como una derrota, el discípulo estará paralizado por el miedo a la violencia del poder; su falta de libertad le impedirá dar testimonio. En nada se diferencia del que nunca ha sido discípulo. Jesús en la cruz no es para él un salvador, sino una víctima. Puede ser un ejemplo que queda en el pasado, pero no una fuente presente y permanente de fuerza y de vida.

domingo, 5 de marzo de 2023

Jn 12,42

 Con todo, sin embargo, precisamente de los jefes muchos le dieron su adhesión, pero por causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser excluidos de la sinagoga.

Los jefes se distinguen de los fariseos (3,1; 7,26.28) y designan a los miembros del Consejo supremo, pertenecieran o no a este grupo. Ellos habían constatado las muchas señales que Jesús realizaba (11,47); tenían así una respuesta a la petición de una señal que le habían hecho en el templo (2,18),. Muchos de ellos habían comprendido y estaban de parte de Jesús, pero, por miedo a los fariseos, no se pronunciaban. Éstos, al arrogarse el monopolio de la interpretación de la Ley, se imponen a todos (cf. 9,22). En nombre de ella podían expulsar de la sinagoga. Su ascendiente ha sido ya señalado varias veces en el evangelio (7,32. 45,,; 9,13; 11,46s).

La adhesión a Jesús comportaba la ruptura con las instituciones (8,23s.31; 10,3s). No tienen valor para dar el paso, ven la luz y la reconocen, pero se quedan en las tinieblas, temiendo las consecuencias de su decisión.

Es su gran crisis: haber llegado a ver que lo que creían verdadero era falso, pero seguir defendiéndolo por miedo al riesgo del futuro. Jn describe la hipocresía, fingir creer lo que ya no se cree, para no arrostrar las consecuencias de la verdad. Cometen la traición a sí mismos, malogran su vida, pero, además, traicionan al pueblo por apego a ella (12,25). Su adhesión pública a Jesús habría hecho posible la del pueblo, que, al fin y al cabo, se fiaba de ellos (7,26: ¿Será que los jefes se han convencido de que es éste el Mesías?; cf. 12,34). Pero, al permanecer alineados con los enemigos de Jesús, proponen como luz lo que saben ser tinieblas, desorientan al pueblo y le impiden alcanzar la liberación que Jesús le ofrece. Por eso tienen pecado, porque, sin ser ciegos, ciegan al pueblo (9,40s). Ocultan la verdad, para conservar su posición.

En la perícopa anterior, hablaba Jesús de <<el jefe del orden este>>; ahora Jn, a poca distancia, menciona <<los jefes>> del pueblo. La aproximación no es casual; éstos son la realidad de aquel símbolo. Con su conducta, que establece como valor supremo el propio interés, por encima de la verdad que ya perciben y del bien del pueblo, muestran tener por padre al Enemigo, principio inspirador del sistema de dinero y poder: como él, son embusteros proponiendo como verdad lo que saben es mentira, y asesinos, pues privan al pueblo de la vida que les ofrece Jesús (8,44) y lo llevan con ellos a la ruina (7,33s; 8,21.23).

domingo, 8 de enero de 2023

Jn 11,42

 <<Yo sabía que siempre me escuchas, pero lo digo por la gente que está alrededor, para que lleguen a creer que tú me has enviado>>.

Jesús tiene conciencia permanente de su relación con el Padre. Haberlo escuchado ahora no es más que un caso particular de lo que siempre ocurre, pues él y el Padre son uno (10,30) y están identificados (10,38); único en su designio (5,30; 6,39-40) y su acción (10,37). El Padre nunca lo ha dejado solo (8,29).

Con esta fórmula: que siempre me escuchas, descubre Jesús, al mismo tiempo, su ambiente interior de continua acción de gracias al Padre. El agradecimiento, expresión del amor, es una faceta de su relación con él. Reconoce así Jesús que su ser y su amor proceden del Padre.

Da gracias por causa de los que lo rodean. Destaca así la importancia de lo que va a hacer y quiere que se sepa su origen. Su acción se realiza en medio de un mundo hostil (<<los Judíos). Él honra a su Padre (8,49) y quiere atribuirle la gloria.

La acción de gracias responde a las acusaciones de blasfemia. Lo habían acusado de hacerse igual a Dios (5,18), de hacerse Dios (10,33); ahora quiere hacerles ver cómo él y el Padre son uno. Va a demostrarse la verdad del argumento dado por el ciego curado a los dirigentes: Sabemos que ... si uno realiza el designio de Dios, a ése lo escucha (9,31). Con el hecho quiere Jesús ponerles delante la evidencia de su misión divina. Quiere que los hombres reconozcan el amor de Dios presente y activo por su medio en el mundo. Jesús desea que, al conocer la vida que vence incluso la muerte, la humanidad se convenza.

Aparece dos veces la fe en relación con el mismo hecho. La fe de Marta es condición para ver la gloria; la de los presentes será efecto de su manifestación.

En el primer contacto con Jesús hay una aceptación de su palabra (1,39, dos discípulos; 1,43, Felipe; 4,50, funcionario; 9,7 ciego). Pero es la manifestación de la gloria-amor la que funda la adhesión a él (2,11). Por eso, la fe en Jesús como enviado, a que deben llegar los circunstantes, brotará de reconocer en la obra de Jesús la acción del Padre, que manifiesta su gloria.

Esta comunidad (Marta), por su parte, le ha dado su adhesión; pero, anclada en la tradición judía, aún no ha descubierto toda la realidad de Jesús, que él es la presencia del amor del Padre (1,51). Tiene que ver la gloria (1,39 Lect.), para vivir con él en el estado propio del discípulo (cf. 17,24).

domingo, 16 de octubre de 2022

Jn 10,42

 Y allí muchos le dieron su adhesión.

<<Allí>>, en oposición a Jerusalén y al templo, donde han querido apedrearlo (10,31) y prenderlo (10,39). Los que acuden han visto en la actividad de Jesús la del Padre y, en ella, la manifestación de su amor fiel al hombre (2,11). Reconocen por sus obras su calidad de Mesías (10,25) y le dan su adhesión.

Para dársela han de pasar una frontera. Ya durante la actividad del Bautista era Betania un lugar de ruptura. Los que no salgan, no creerán.

SÍNTESIS

Como expresa Jn con diferentes formulaciones, la comunidad de Jesús, alternativa al mundo de opresión y muerte, no se confunde con éste, tiene su frontera, representada simbólicamente por el Jordán. Es la tierra donde el hombre goza de libertad y vida, en la actividad y la entrega del amor a los demás. El alejamiento de Jesús es simbólico, sus comunidades estarán en medio del mundo, pero sin pertenecer a él. Para creer en Jesús hay que seguirlo en su éxodo.

miércoles, 10 de agosto de 2022

Jn 8,42

 Les replicó Jesús: <<Si Dios fuera vuestro padre, me querríais a mí, porque yo estoy aquí procedente de Dios; y tampoco he venido por decisión propia, fue él quien me envió>>.

Jesús los rebate siempre con el mismo argumento: ser hijo de alguien significa parecerse a él, comportarse como él. La única prueba de ser hijos es la semejanza con el propio padre. Si su conducta la aprendiesen de Dios, necesariamente querrían a Jesús, que viene de parte de Dios; en cambio, quieren matarlo, como expresión de su odio (7,7; 8,37.40). No tienen los mismos sentimientos ni el mismo modo de actuar de Dios, luego no son hijos de Dios.

Sigue, por tanto, en pie la acusación de idolatría. Por eso no reconocen al enviado de Dios ni aceptan la verdad que les propone en su nombre (8,40). Sólo se entiende a Jesús si se está dispuesto a realizar el designio de Dios (7,17), pero ellos no quieren a Jesús y detestan su actividad, que es la verdadera expresión de ese designio. El que inspira la actividad de los dirigentes no es, por tanto, el Padre que da vida, sino otro dios.

sábado, 2 de julio de 2022

Jn 6,42

 Y decían: <<Pero, ¿no es éste Jesús, el hijo de José, de quien nosotros conocemos el padre y la madre? ¿Cómo dice ahora: ´Estoy aquí bajado del cielo´?>>.

Los adversarios de Jesús protestan contra su pretensión. Su argumento se basa en un origen humano, bien conocido, que, según ellos, excluye por sí mismo todo origen divino. La pretensión de Jesús, hombre de carne y hueso, es inadmisible. Siendo un hombre, está usurpando el puesto de Dios (cf. 5,18; 10,33).

Es la misma mentalidad de Nicodemo; éste no comprendía que el hombre pueda tener un nuevo origen en Dios, equivalente a un nuevo nacimiento (3,3-6).

La piedra del escándalo es, por tanto, la humanidad de Jesús. Y, sin embargo, es precisamente en esa carne y sangre, recibida de su linaje humano, donde está la plenitud del Espíritu (1,32s) que lo hace la presencia de Dios en la tierra.

Ellos separan a Dios del hombre; no creen en su amor, generoso y gratuito, que lo lleva a comunicarse. Los adeptos de la Ley no conocen un Dios cercano.

domingo, 22 de agosto de 2021

Jn 1,42

 Lo condujo a Jesús. Jesús, fijando la vista en él, le dijo: <<Tú eres Simón, el hijo de Juan; a ti te llamarán Cefas>> (que significa <<Piedra>>).

Simón no se acerca a Jesús por propia iniciativa, se deja llevar pasivamente por su hermano. No comenta la frase de Andrés ni muestra entusiasmo alguno por Jesús. En toda la escena no pronuncia una sola palabra.

Jesús fija la mirada en Pedro, como Juan Bautista la había fijado en él mismo al principio del episodio (1,36). No se trata, pues, de una mirada de elección, sino de penetración. Lo mismo que Juan, fijando la vista en Jesús lo había definido como el Cordero de Dios, Jesús, fijando la mirada en Pedro, pronuncia su nombre y lo define como <<el hijo de Juan>>.

El hecho de que este patronímico difiera del que propone Mateo (16,17: Simón Bariona, hijo de Jonás) y la ausencia de artículo en el de Jesús (1,45: hijo de José) hacen dudar de que la expresión <<el hijo de Juan>> indique el patronímico de Simón. Por otra parte, el artículo (<<el hijo>>) querría decir que Simón era hijo único, mientras que acaba de aparecer en el texto que era hermano carnal de Andrés (1,41). Excluida, pues, la interpretación como patronímico, hay que notar que el nombre de Juan alude a las recientes menciones de Juan Bautista (1,35.40). De hecho, establece una inclusión entre 1,35 y 1,42, reforzada por 1,40. Dado el amplio significado de la expresión <<hijo de>>, que puede significar cualquier clase de relación, en este caso parece significar <<adepto de Juan>> y, articulado (en 21,15ss, sin artículo), <el gran adepto de Juan>>. Simón, por tanto, por una parte, pertenece al círculo de Juan Bautista, pero, por otra, no ha escuchado sus palabras, es decir, su testimonio de Jesús, ni ha seguido a Jesús como los dos anteriores. Se ha quedado en la adhesión al movimiento de protesta y expectación suscitado por Juan, pero sin comprender qué clase de Mesías anunciaba éste. Se ve que la repetición: uno de los que escucharon a Juan y siguieron a Jesús (1,40), preparaba por contraste la presentación de Pedro. Este aparece, pues, desde el principio, como el discípulo que ignora la idea del Mesías y de su misión descrita por Juan; no conoce la alternativa de Jesús ni tiene experiencia de ella.

Jesús anuncia a Simón que será conocido por un apelativo. Jn es el único evangelista que da el término arameo: Cefas (cf. 1 Cor 1,12; 3,22; 9,5; 15,5; Gál 1,18; 2,9.11.14), traduciéndolo a continuación al griego. El arameo cefas (kepha), como el griego petros, es un nombre común, que significa <<piedra>>.

Jesús no cambia el nombre a Simón, le anuncia que será conocido por un sobrenombre o apodo: Piedra. Nunca Jesús lo llamará Pedro; en la única otra ocasión que se dirija a él por su nombre (21,15ss), volverá a llamarlo <<Simón de Juan>>. El evangelista, en cambio, sí lo llama Piedra/Pedro, ordinariamente junto con el nombre propio: Simón Pedro (1,40; 6,8.68; 13,6.9, etc.).

No hay  datos para establecer si este sobrenombre tenía un significado obvio en aquella cultura. Para determinar su sentido habrá que prestar atención a los pasajes donde el evangelista emplea como designación el sobrenombre solo, no acompañado del nombre <<Simón>> (1,44; 13,8.37; 18,11.16.17.18.26.27; 20,3.4; 21,7.17.20.21). Solamente al final del evangelio podrá llegarse a una conclusión.

El sobrenombre <<Pedro>> proporciona una clave de lectura, ya conocida por los lectores (1,40: Simón Pedro), que de algún modo anuncia su modo de ser y de actuar. Por parte de Jesús, la escena muestra que es bien consciente desde el principio de cuál va a ser la actitud de Pedro en lo sucesivo (cf. 6,64).

La entrevista de Jesús con Simón Pedro es muy singular, como se ve. No hay llamada de Pedro por parte de Jesús, ni invitación a seguirlo; Pedro, por su parte,, tampoco se ofrece. Solamente en 21,19 después que haya profesado tres veces su amor a Jesús, le dirigirá éste la invitación que hace a Felipe desde el principio (1,43).

Andrés y el innominado (1,35.40) se han pronunciado por Jesús antes que comience su actividad, por la experiencia que nace del contacto personal con él (1,39: se quedaron a vivir con él; 1,41: el Mesías). Pedro, aunque establece contacto con Jesús, no se pronuncia. Su actitud queda en suspenso; es el único de los cuatro discípulos mencionados por su nombre, en esta parte introductoria (Andrés, Simón Pedro, Felipe, Natanael), que no expresa reacción alguna favorable respecto a Jesús.

SÍNTESIS

Aparecen en esta perícopa dos tipos de hombres que han sido discípulos de Juan Bautista y que, por tanto, han recibido su bautismo, símbolo de ruptura con las instituciones y de adhesión al Mesías esperado. Sin embargo, el evangelista marca la diferencia entre ambos.

Los del primer tipo no sólo han roto con la situación, esperan al Mesías descrito por Juan: el que, por haber recibido la plenitud del Espíritu, es el Hijo de Dios, el que con su muerte va a inaugurar la nueva alianza y, comunicando el Espíritu, va a quitar el pecado del mundo, es decir, va a liberarlo de la esclavitud, conduciéndolo con un nuevo éxodo a la alternativa de la vida. Los discípulos así preparados siguen espontáneamente a Jesús. Su deseo queda completado por la iniciativa de éste, que los interpela, y experimentan el lugar donde vive, es decir, conocen la alternativa que él propone: la de la cercanía e intimidad con Jesús, y optan por ella. Estos discípulos representan un sector de las comunidades cristianas, los que de veras comprenden a Jesús y su mensaje y han roto definitivamente con las estructuras caducadas de la antigua alianza.

El segundo tipo está representado por Simón Pedro. Éste, aunque discípulo ferviente de Juan Bautista, no escucha su mensaje ni sigue a Jesús, se deja llevar pasivamente a su presencia. Ha roto con las instituciones, pero no conoce la calidad ni la misión de Jesús como Mesías y no sabe la alternativa que propone. Así como Andrés expresaba su propia experiencia personal de Jesús con el término <<el Mesías>>, concebido a la manera de Juan, Pedro no tiene comentario alguno sobre su encuentro.

 

Jn 21,24-25

  Jn 21,24a Jn 21,24b Jn 21,25  La comunidad presenta el testimonio del evangelista. Autor del Evangelio, el discípulo predilecto de Jesús. ...