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jueves, 7 de septiembre de 2023

Jn 21,10

 Les dijo Jesús: <<Traed pescado del que habéis cogido ahora>>.

El alimento que ven y que Jesús ha preparado se distingue del que ellos han obtenido por indicación suya. Este último es fruto de su trabajo; el que encuentran preparado es don gratuito. Existen, pues, dos alimentos, el que da directamente Jesús y el que se obtiene respondiendo a su mensaje. Les pide su aportación, que se unirá a lo que él ofrece: existe así el <<nuestro>> de la comunidad con Jesús.

Nótese el cambio de términos: <<los peces>> (21,6.8.11) designan el fruto objetivo de la misión; <<el pescado>>, el fruto como alimento. <<El pescado>> que ofrece Jesús (21,9.13) y que lo representa a él mismo en la eucaristía, lo designa así como el primer fruto del amor que lo llevó a la muerte y que sigue dándose a los suyos. <<Los pescados>> que los discípulos han cogido y deben aportar los representan a ellos mismos, en cuanto el desarrollo del propio amor, por el trabajo en favor del hombre, los hace don de sí que alimenta a la comunidad. En la eucaristía, por tanto, además del don de Jesús a los suyos, ha de estar presente el don de unos a otros, el amor que responde al suyo (1,16).

La comunidad vive de Jesús, de su amor, pero también de la misión, del amor al hombre, que realiza y expresa el amor a Jesús (14,21); este amor es también don suyo (el Espíritu), pero exige colaboración activa de parte de cada uno. Ambos son inseparables, los dos dan vida a la comunidad. El doble y único amor se expresa también en los dos momentos: en el esfuerzo del trabajo y en el gozo de la comunidad con Jesús.

Cuando el trabajo no produce fruto no hay qué comer (21,3.5), porque Jesús no está presente; faltan los dos alimentos. El fruto es criterio de su presencia. Solamente después de haberlo producido, entregándose a los demás, encuentra preparada la comida de Jesús y es lo primero que ven al  llegar a tierra. La presencia de Jesús se constata a través de la experiencia de su don, la eucaristía.

Nótese la alternancia en el texto entre los peces que han cogido y el alimento que Jesús da. En 21,6-8 se describe el trabajo y su fruto; en el v.9, lo que Jesús ofrece; en el v.10, de nuevo el fruto del trabajo, que Jesús une a lo que él da; los vv. 12-13 describen la invitación y la comida. No tiene sentido comer con Jesús si no se aporta nada, pero lo que se aporta no se obtiene sin él. Jesús se hace uno con los suyos: colabora en el trabajo (cf. 9,4: Mientras es de día, nosotros tenemos que trabajar realizando las obras del que me mandó) y les pide que contribuyan con su propio alimento (15,16: vuestro fruto).

sábado, 5 de agosto de 2023

Jn 20,10

 <<Los discípulos se fueron de nuevo a su casa>>.

No señala Jn comunicación alguna de palabra entre los dos discípulos, ni antes ni después de la experiencia de las señales. No cambian entre sí comentario alguno sobre lo que han visto. Este hecho confiere a la escena un carácter de paradigma, como si el autor estuviera describiendo las actitudes que el hecho de la resurrección encuentra en el interior de la comunidad.

Esta impresión se acentúa al considerar que los discípulos no continúan la búsqueda de Jesús, sino que vuelven a su casa, mientras, por otra parte, María Magdalena reaparecerá en la escena siguiente manteniendo su falsa idea de que el cuerpo ha sido robado, como si la escena de los discípulos no hubiese ocurrido. La perícopa parece, pues, un planteamiento introductorio que describe el impacto producido en los discípulos por la muerte de Jesús y las diferentes disposiciones existentes entre los miembros de la comunidad. A continuación recomenzará el relato, presentando de nuevo la figura de María; ella se encontrará con Jesús.

Los discípulos no anuncian lo sucedido. Aún no han visto a Jesús, solamente han constatado su ausencia. Para dar testimonio no basta saber que Jesús está vivo, hay que experimentarlo presente. Se vuelve a la situación inicial. Los discípulos, que estaban dispersos cuando recibieron la noticia de María, seguirán dispersos hasta que Jesús les haga llegar su mensaje (20,18). Sólo él puede convocarlos.

SÍNTESIS

La experiencia del resucitado tiene dos aspectos: negativo y positivo. Es, en primer lugar, la de una ausencia, que se descubre, sin embargo, como signo de vida. En segundo lugar, reconoce y experimenta la vida anunciada. En otras palabras: Jesús ha muerto, pero no es un cadáver, está vivo y presente.

Es inútil ir a buscarlo al sepulcro, no está allí. El sepulcro es un pasado que remite al presente. No se puede vincular su memoria a un lugar determinado, ni erigirle un monumento como a un difunto ilustre. Tal ha sido la intención de José y Nicodemo. La historia de Jesús no se ha cerrado con su muerte.

Subraya la perícopa la dificultad de llegar a descubrir la vida en la muerte. La comunidad cristiana (María Magdalena) ni incluso el discípulo modelo habían llegado a comprender que la muerte física no podía interrumpir la vida de Jesús, cuyo amor hasta el final ha manifestado la fuerza de Dios.

La resurrección de Jesús funda y confirma le experiencia cristiana; el hombre creado por Jesús con el Espíritu posee una vida que, entregada al amor de los demás, supera la muerte. Tal es el proyecto creador, expresión del amor de Dios a la humanidad.

jueves, 20 de julio de 2023

Jn 19,10

 Entonces le dijo Pilato: <<¿Te niegas a hablarme a mí? ¿No sabes que está en mi mano soltarte y está en mi mano crucificarte?>>.

El silencio de Jesús fuerza a Pilato a continuar. Para salir de la duda que lo inquieta recurre a la amenaza, recordando a Jesús que tiene en sus manos su vida y su muerte.

Piensa que el hecho de detentar el poder debería persuadir a Jesús a someterse a sus deseos: ¿Te niegas a hablarme a mí? No sabe que Jesús da su vida voluntariamente (10,17).

Los dos miembros de la frase de Pilato: soltarte ... crucificarte expresan la opción que tiene delante. <<Soltarte>> corresponde al veredicto que él mismo ha dado (18,38b; 19,4.6: no encuentro ningún cargo contra él) y a la propuesta que él ha hecho (18,39); <<crucificarte>> corresponde a los gritos de los sumos sacerdotes que lo presionan (19,6). Pilato es consciente de la situación en que se encuentra y se jacta de tener ese poder en su mano, el de obrar según justicia o injustamente.

La frase de Pilato: está en mi mano soltarte y está en mi mano crucificarte, contrasta con la pronunciada por Jesús: está en mi mano entregarla (la vida) y está en mi mano recobrarla (10,18). La primera describe la facultad ilegítima que se arroga el sistema injusto, pretendiendo ser dueño de la vida de sus súbditos. La segunda, la facultad propia del Hijo de Dios y de los que, por adhesión a él, se hagan hijos de Dios (1,12): no pretenden ser dueños de la vida de los demás, pero, como hombres libres, lo son de la suya propia y la entregan por los demás. Así posee el hombre su propia riqueza, que es él mismo, y es libre para darla: en eso consiste <<hacerse rey>>, acusación que será proferida contra Jesús al final de la perícopa.

Frente a Jesús, Pilato se arroga la facultad de dar sentencia de absolución o de muerte, prescindiendo de toda justicia. Es el abuso de la libertad.

jueves, 25 de mayo de 2023

Jn 16,10

 <<luego, que llevo razón, y la prueba es que me marcho con el Padre y dejaréis de verme>>.

La prueba de que Jesús tenía razón será la acogida del Padre, de la que la comunidad tendrá plena conciencia a través de la experiencia del Espíritu que de él va a recibir (15,26). Ésta será el refrendo por parte del Padre de toda la actividad y obra de Jesús; al acogerlo, Dios se constituye en juez e invierte el juicio dado por el mundo. Los enemigos de Jesús son los enemigos de Dios.

La marcha de Jesús con el Padre hará que ya no esté presente como antes; les ha asegurado ya, sin embargo, que su ausencia corporal es ventajosa para ellos (16,7) y en la perícopa siguiente les explicará que van a gozar de otra clase de visión (16,16ss; cf. 14,19-21).

domingo, 14 de mayo de 2023

Jn 15,10

 <<Si cumplís mis mandamientos, os mantendréis en mi amor, como yo vengo cumpliendo los mandamientos de mi Padre y me mantengo en su amor>>.

Jesús pone en paralelo la relación de los discípulos con él y la suya con el Padre (10,15). En ambos casos es la fidelidad propia del verdadero amor (1,14: amor y lealtad; cf. 1,16.17). Cumplir sus mandamientos equivale a mantenerse en su amor. Insiste sobre la necesidad de la praxis como criterio de la unión con él. No existe amor a Jesús ni vida bajo su influjo si no desemboca en el compromiso con los otros.

Jesús cumple los mandamientos de su Padre, y así se mantiene en su amor. Los mandamientos o encargos del Padre a Jesús se identifican con su misión: la de salvar a la humanidad (3,17; 12,47); la ha realizado liberando de la opresión de la Ley (2,13ss; 5,1ss), abriendo los ojos de los que vivían en la esclavitud ancestral (9,1ss) y dando vida al hombre muerto (11,1ss). Los discípulos son fruto de su labor (15,9). Ahora les pide como respuesta que cumplan sus mandamientos, los mismos que él recibió del Padre, transmitiendo la vida que han recibido. Como ya antes (14,21), el plural <<mandamientos>> se refiere al trabajo por el hombre, realizando las obras de Dios (9,3s).

La figura de la vid subrayaba la necesidad de la inserción para producir fruto. Ahora se sustituye por el espacio del amor, y se expresa la condición de permanencia, la actividad en favor de los demás (sus mandamientos).

Jesús da a sus discípulos un criterio objetivo de su relación con él y con el Padre: el amor de obra. La realidad de la salvación es verificable; el discípulo puede saber que se mantienen en el amor de Jesús, como Jesús sabe que se mantiene en el amor del Padre (cf. 1 Jn 3,14: nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos). El angustioso interrogante sobre si Dios es propicio ha encontrado su respuesta afirmativa en la dedicación al bien del hombre. Solamente la entrega a los demás puede dar la certeza de ser objeto del amor de Dios. Éste es el criterio que discierne la autenticidad de la experiencia interior.

Sin ese amor no existe vinculación con Jesús ni, por tanto, experiencia del Padre, que se manifiesta en él (12,45; 14,9). Si no existe el amor no queda más que un vacío, la ausencia de Dios; Dios podrá ser imaginado, pero no experimentado, pues el que no ama no puede relacionarse con el Padre. Ese vacío se llena de dioses falsos, que toman el puesto del Padre, único verdadero (17,3).

domingo, 16 de abril de 2023

Jn 14,10

 <<¿No crees que yo estoy identificado con el Padre y el Padre conmigo? Las exigencias que yo propongo no las propongo como cosa mía; es el Padre, que, viviendo en mí, realiza sus obras>>.

La presencia del Padre en Jesús es dinámica; a través de él ejerce su actividad. Jesús, por ser la localización de la presencia del Padre (2,21), lo es de su acción creadora (5,17).

Las exigencias que Jesús propone reflejan las múltiples facetas de la actividad del amor y no son independientes de su persona. Formulan la acción del Padre en él, que es su acción en favor del hombre. El Padre ha realizado su obra en Jesús y, por medio de las exigencias que éste propone expresando su propia experiencia, realiza su obra en la humanidad. Las exigencias de Jesús concretan y acrecientan el amor, que es el Espíritu: por eso comunican Espíritu y vida (3,34; 6,63) y hacen presente a Dios mismo, que es Espíritu (4,24). Esta presencia creciente del Padre en el hombre, como principio de vida y actividad, realiza en él su obra, su designio creador. Así salva Dios al hombre.

domingo, 5 de febrero de 2023

Jn 12,10

 Los sumos sacerdotes, por su parte, acordaron matar también a Lázaro.

El acuerdo de matar a Lázaro está en paralelo con el que habían tomado anteriormente respecto a Jesús (11,53). La doble decisión de las autoridades representa la sucesión histórica de los hechos. Después de matar a Jesús quieren suprimir a su comunidad, que afirma que el resucitado vive entre ellos y que ellos participan de su vida. Lázaro aparece como figura que anticipa la resurrección de la muerte comenzada en Jesús.

La vida que Jesús comunica hace a la comunidad libre y autónoma frente al mundo, y éste reacciona como lo hace contra Jesús (15,18-21). Al existir como grupo alternativo pone en peligro las bases del sistema, mostrando la nueva realidad que se ofrece a todos. La comunidad cristiana manifiesta y prolonga la libertad de Jesús.

lunes, 15 de agosto de 2022

Jn 9,10

 Le preguntaron entonces: <<¿Cómo se te han abierto los ojos?>>.

Los vecinos y los que lo habían conocido como mendigo le preguntan ahora. La frase que usan alude a los textos proféticos ya citados antes (9,7b Lect.). El hecho insólito suscita su interés y quieren saber cómo ha sucedido.

domingo, 20 de febrero de 2022

Jn 5,10

 Dijeron, pues, los dirigentes judíos al que había quedado curado: <<Es descanso y no te está permitido cargar con tu camilla>>

Aparecen los dirigentes judíos, los que controlan la fiesta y el sábado. Estos sí son bien conscientes del día de fiesta, e inmediatamente se dirigen al hombre curado.

No les interesa su persona ni los motivos que pueda tener para ir cargado; se preocupan tan sólo de la observancia de la Ley y, en nombre de ella, le recuerdan que está prohibido llevar la camilla. Su prohibición se opone palabra por palabra a la orden de Jesús (5,8: carga con tu camilla).

La importancia del tema que aquí se aborda está en paralelo con la que asumía entre los judíos la observancia del sábado, prototipo del descanso obligatorio. Según Éx 20,8-11, se fundamentaba el precepto en el descanso de Dios acabada la creación. En el libro apócrifo de los Jubileos, anterior al NT (siglo II a. C.), se presenta el precepto del sábado como la primera ley recibida por los hombres y, por consiguiente, como el punto central de toda la Ley. Por eso, su violación por el trabajo tenía pena de muerte. Según la doctrina rabínica, este precepto obligaba tanto como todos los otros preceptos de la Ley juntos y aún más que ellos.

La observancia del sábado equivalía, pues, a la de toda la Ley; su violación o desprecio lo era de la Ley entera. Llevar la camilla a cuestas, sabiendo que era día de precepto, significaba no reconocer la Ley, considerarse libre de sus obligaciones y de la autoridad de sus custodios e intérpretes, los dirigentes.

Controlada por ellos, la Ley no tolera la libertad del hombre; éste no es dueño de sus acciones, tiene que atenerse a lo que está mandado. Invocando el día sacro, máximo precepto de la Ley, quieren quitarle la libertad que le ha dado Jesús. Es más, si éste hubiese observado la Ley, el hombre seguiría inválido.

Al incluir en las palabras / mensaje de Jesús, que curan al inválido, una violación del precepto (carga con tu camilla), indica Jn la relación existente entre la Ley y la invalidez, ya insinuada anteriormente al colocar la multitud de enfermos en los pórticos que representaban la Ley (5,2-3 Lects.). Siendo ésta utilizada como instrumento de opresión, era la causa de la enfermedad y prohibía la curación. Por su medio se tenía al pueblo reducido a la impotencia. La Ley estaba al servicio del poder y, como podía deducirse del caso del funcionario real, era e poder el que tenía al hijo / pueblo al borde de la muerte (4,49.53 Lects.).

La camilla, lugar de la inactividad, se identifica con el sábado, precepto de la inactividad; es éste, y con él, la Ley entera, la causa y el aliado de la invalidez. La sumisión al régimen encarnado en la Ley es lo que convertía a la camilla en <<tu camilla>> (5,8.9.10.11). Jesús ha dado al hombre la facultad de desembarazarse de su sujeción, de disponer de lo que lo tenía subyugado. Se alían, por un lado, la fiesta de los Judíos (5,1), en la que el pueblo constituye un espectáculo de dolor y miseria (5,3); por otro, el precepto del descanso, que quiere impedirle la libertad, y con él la Ley, que, manejada por las autoridades, causa la postración del pueblo.

No se indica que el hombre hubiera salido del recinto de la piscina ni dónde se encontró con los dirigentes. Esto confirma que la piscina representaba la ciudad (5,2-3 Lects.).

domingo, 17 de octubre de 2021

Jn 4,10

 Jesús le contestó: <<Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú a él y te daría agua viva>>.

Jesús contesta de una manera indirecta, excitando la curiosidad de la mujer. Le habla de un don de Dios, de un agua viva que él es capaz de dar. Le ha pedido un favor, pero está dispuesto a corresponder con otro mayor que el suyo. Le propone superar la enemistad entablando una relación de buena voluntad mutua.

Desde el primer momento, Jesús se muestra independiente de la situación que existe entre Samaría y Judea; no reconoce las divisiones causadas por las ideologías, en particular por la religiosa. Ofrece algo que las supera, el don de Dios, que no distingue entre unos hombres y otros, porque su amor se dirige a la humanidad entera (3,16). El don de Dios es Jesús mismo (íbid.; dio a su Hijo único), que trae la salvación para todos (3,16-17). Siendo el manantial de la vida, es capaz de dar un agua viva, corriente, y la ofrece a la samaritana. Jesús está libre de todo prejuicio; para él existe sólo la relación interpersonal, manifestada en el dar y recibir.

Ella no conoce el don de Dios. Aparece el tema del conocimiento, frecuente en Oseas (4,1: no hay verdad ni lealtad ni conocimiento de Dios en el país; cf. 4,6; 6,6; 8,2).

miércoles, 1 de septiembre de 2021

Jn 3,10

 Repuso Jesús: <<Y tú, siendo el maestro de Israel, ¿no conoces estas cosas?>>.

El diálogo revela la tensión. Al reconocimiento inicial de Nicodemo (3,2) responde Jesús echando abajo sus presupuestos (3,3); ante su réplica irónica (3,4) ha insistido sin mitigaciones (3,5-8). A la segunda reacción adversa de Nicodemo (3,9) responde Jesús con una ironía. Después de su primera seguridad, Nicodemo se mantiene a la defensiva. Sólo hace preguntas, que muestran su escepticismo. Al fariseo y jefe no le cabe en la cabeza la ruptura con el pasado ni la novedad del Espíritu.

Jesús lo llama <<el maestro de Israel>>, título que ellos daban a Moisés, el único de quien se profesaban discípulos (9,28s), la única voz que seguía resonando (3,31: que es de la tierra). Siendo Nicodemo una figura representativa, engloba el magisterio fariseo, característico de la sinagoga, que exalta y perpetúa a Moisés como legislador y maestro. Pero Moisés fue más que maestro, anunció un futuro (5,46: de mí escribió Moisés); y, además, la tradición profética ofrecía datos que hacían comprensible las afirmaciones de Jesús (cf. Jr 31,31ss; Ez 36,25ss: >>Os rociaré con agua pura ... Os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo ... Os infundiré mi espíritu>>; cf Jn 5,39: Son las Escrituras las que dan testimonio en mi favor). Pero ellos habían mutilado el AT (5,40: no queréis acercaros a mí; 5,47: si no dais fe a sus escritos), reduciéndolo a una enseñanza legal (el maestro de Israel); incluso al Mesías lo esperaban como maestro (3,2). Con el apego a un código que excluía de antemano toda novedad, se habían cerrado al Espíritu y a la acción de Dios. Habían sustituido el Espíritu por la letra, su dinamismo por el Libro.

miércoles, 2 de diciembre de 2020

Jn 1,10

 En el mundo estaba y, aunque el mundo existió mediante ella, el mundo no la reconoció.

La mención de la actividad creadora y el paralelismo con 1,3 indican que el sujeto es la Palabra. Tanto en griego como en castellano, el paso de <<luz>> a <<palabra>> es imperceptible (en griego por la isomorfia de los pronombres, en castellano por la comunidad de género entre los dos términos). En la luz-vida que llega al mundo están presentes el proyecto de Dios y su palabra creadora, su ideal para el hombre y su interpelación al mundo / humanidad. Sin embargo, contradiciendo al deseo de vida implantado en ella, la humanidad no reconoció el proyecto divino ni hizo caso de la interpelación. Aunque le era connatural, lo rechazó y, con ello, rechazó la vida. Vivía en régimen de muerte, dominada por la tiniebla, y se negó a responder al ideal de plenitud humana al que estaba destinada por la creación misma.

En este verso se resume la situación de la humanidad hasta la llegada histórica de la Palabra: una negativa a realizar el proyecto divino, la sumisión a la tiniebla. Esta no se identifica con la humanidad, que podría escapar de ella y pasarse a la zona de la luz; es la ideología propuesta por un sistema que subyaga y somete al hombre, quitándole hasta el deseo de su propia plenitud. La humanidad en su conjunto se deja dominar por ella y renuncia a la vida, su único bien.

La frase <<el mundo no la reconoció>>, que describe el rechazo voluntario del proyecto de Dios sobre el hombre, anuncia <<el pecado del mundo>>, que va a ser quitado por el Cordero de Dios (1,29 Lect.). La humanidad está dominada por el pecado, por aceptar un régimen de opresión; se niega a dejarse iluminar por la luz-vida, a dejarse interpelar por la palabra.

No existe zona neutra entre la luz y la tiniebla. La humanidad está sumergida en ésta y tiene que salir de ella para pasarse a la zona de la luz. Como estar con la tiniebla significa carecer de vida, vivir en régimen de muerte, el paso a la luz-vida equivale a nacer de nuevo (3,3: si uno no nace de nuevo no puede vislumbrar el reino de Dios), a una resurrección (5,25: los muertos van a oír la voz del Hijo de Dios, y los que la escuchen tendrán vida).

En resumen: desde el principio, el proyecto de Dios era que el hombre alcanzase la plenitud de vida, la vida divina. En la humanidad (el hombre, el mundo, todo hombre), sin embargo, ha dominado una entidad maligna (la tiniebla) que ha impedido que el hombre viva, sometiéndolo a un régimen de muerte. Siempre había podido el hombre experimentar el anhelo de vida, pero la humanidad en su conjunto lo había reprimido, aceptando la opresión. La voz de Juan pretendía despertar ese anhelo y sacar al hombre de su resignación, anunciando la alternativa. Por eso su bautismo significará ruptura con la institución existente y propósito de adhesión al liberador que llega.

Jn 21,24-25

  Jn 21,24a Jn 21,24b Jn 21,25  La comunidad presenta el testimonio del evangelista. Autor del Evangelio, el discípulo predilecto de Jesús. ...