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sábado, 1 de julio de 2023

Jn 18,3

 <<Entonces Judas cogió el batallón y guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos y llegó allí con faroles, antorchas y armas>>.

Al ofrecer Jesús a Judas el trozo mojado había puesto en su mano su propia persona. Judas lo cogió y salió para entregarlo (13,26.30). Ahora coge el batallón y los guardias para detenerlo y que le den muerte. Ha cumplido el encargo de Jesús: Lo que vas a hacer, hazlo pronto (13,27).

Se hace resaltar el número de las fuerzas que intervinieron en el prendimiento. Esto muestra, por un lado, el peligro que Jesús representa para el <<mundo>>, y por otro, en el plano de la confrontación entre Jesús y el <<mundo>>, retrata la intensidad de la violencia y la magnitud del odio (7,7; 15,18-25). Se presentan todos los componentes de la oposición a Jesús: el batallón representa al poder político romano; los guardias, a los sumos sacerdotes, poder religioso oficial y miembros de la aristocracia del dinero, y a los fariseos, los defensores e intérpretes de la Ley. Es una movilización de las fuerzas del <<mundo>> con toda su capacidad represiva. A la cabeza, Judas hace de jefe; es él quien coge y conduce la tropa. Es figura del jefe del mundo. De hecho, la frase está en paralelo con 14,30: está para llegar el jefe del mundo; Judas, que dispone de las tropas, representantes de los diversos poderes (el mundo), lo personifica en esta escena. En la perícopa, cada personaje o grupo está delegado por alguien superior: el batallón, por el gobernador; los guardias, por los sumos sacerdotes y los fariseos; el siervo del sumo sacerdote es su representante (18,10). Judas, el enemigo (6,70), que hace de jefe, representa a los círculos de poder (<<el jefe del mundo>>), agentes del Enemigo, cuya figura (Anás) será mencionada al final de la perícopa (18,13).

Judas camina en la noche (13,30) sin luz (11,10), en que actúa la tiniebla. Mientras duraba el día, a pesar de sus intentos, no podían llevar a cabo su propósito (11,8s). La hora final es su espacio y van a mostrar toda su capacidad de odio y de mal.

Es una operación clamorosa, no se pretende disimular nada. Dos términos: faroles y antorchas, muestran la necesidad de luz para buscar una ruta en las tinieblas. Llevan armas, instrumentos de muerte. Se identifican tiniebla y muerte. Los enemigos de la luz-vida (8,12; 11,25; 14,6) se acercan a ella para apresarla y extinguirla (1,5). Todo se centra en Judas; la redacción del texto hace que sea él, no la tropa, quien llega con faroles, antorchas y armas. Él es instrumento de todos los sistemas de poder y dispone de todos sus medios represivos.

domingo, 4 de junio de 2023

Jn 17,3

 <<y ésta es la vida definitiva, que te conozcan personalmente a ti, el único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesús Mesías>>.

La vida que Jesús quiere comunicar al hombre consiste en el conocimiento personal e inmediato del Padre, único Dios verdadero (cf. 20,17). Siendo <<Padre>> un término relativo (17,1b Lect.), conocer a Dios en cuanto tal es un hecho necesariamente relacional, de experiencia, no únicamente intelectual. Sólo puede conocer a Dios como Padre quien respecto a él es hijo. La vida definitiva implica, pues, ser hijo del Padre.

Este conocimiento es el correlativo en el hombre de la manifestación de la gloria del Padre, su amor o Espíritu. Jesús lo recibe del Padre y así es el Hijo (1,32-34); el hombre, a su vez, lo recibe de Jesús, y el Espíritu crea también en él la relación de hijo. Al aceptar ese amor como norma el hombre se hace semejante a Jesús (1,16).

También la relación de Jesús con el Padre se describe en términos de conocimiento, que significa la intimidad del amor (10,14-15 Lect.), y tal es la relación de los suyos con él (10,14). Es la experiencia descrita por Jesús en 14,20: aquel día experimentaréis (conoceréis) que yo estoy identificado con mi Padre, vosotros conmigo y yo con vosotros.

El Padre dador de vida es el único Dios verdadero. Todo Dios que establece con el hombre una relación señor-siervo es falso. El Padre no se impone al hombre, sino que lo acaba y lo capacita comunicándole su misma vida por medio del Espíritu-amor.

La adición: y a tu enviado, Jesús Mesías, muestra que el conocimiento del Padre es inseparable del de Jesús, que realiza su presencia (14,6.9). Él se ha definido como <<el Hijo>>, mostrando su relación con el Padre (17,1); ahora se designa como <<Mesías>>, significando su misión histórica respecto a los hombres. Es el liberador que efectúa el nuevo éxodo (8,12) y constituye la nueva comunidad humana, haciendo posible la salvación.

Es la primera vez, desde el prólogo (1,17), que aparecen asociados nombre y misión histórica: Jesús Mesías; allí se expuso cuál era su obra mesiánica: el amor y la lealtad han existido por medio de Jesús Mesías. Él, como Mesías, la realiza en el hombre, comunicándole el Espíritu (1,17 Lect.).

jueves, 25 de mayo de 2023

Jn 16,3

 <<Y obrarán así porque no han conocido al Padre ni tampoco a mí>>.

Jesús libera a los suyos del respeto a las instituciones religiosas. Tras su impresionante fachada se esconde un fraude, pues no conocen al Padre, es decir, no conocen a Dios (5,37; 8,19.47.54s)d. El Dios que ellos adoran y a quien ofrecen culto no es el verdadero (17,3), pues no está en favor del hombre (5,10; 9,24.29): es la antítesis del que se manifiesta en Jesús.

Esa es la razón de su conducta homicida: al no reconocer a Dios como la fuente de vida y el amor incondicional al hombre (el Padre), no reconocen a Jesús, que es su manifestación plena, y que con su actuación ha colocado el bien del hombre por encima de cualquier Ley e institución.

Aparece aquí de nuevo uno de los principios fundamentales de la teología de Jn: condición para dar la adhesión a Jesús es la actitud a favor del hombre (cf. 16,9), respondiendo a la experiencia de Dios como Padre y al impulso de su proyecto creador (1,4: La vida era la luz del hombre; 6,45: Todo el que escucha al Padre y aprende, se acerca a mí; 7,17: El que quiera realizar el designio de Dios apreciará si esta doctrina es de Dios).

Matar a Jesús equivaldría a eliminar a Dios como Padre. Pero al vaciar a Dios de su propio ser, llenan el hombre de Dios con la proyección de sus propias ambiciones, que despliegan su capacidad destructora. De ahí el dios homicida (8,44).

lunes, 1 de mayo de 2023

Jn 15,3

 <<Vosotros estáis ya limpios por el mensaje que os he comunicado>>.

Los discípulos están limpios, como había afirmado Jesús (13,10). Hay, por tanto, una limpieza inicial y otra de crecimiento. La primera se realiza al insertarse en la vid separándose del orden injusto, lo que, por parte del discípulo, requiere la decisión de poner en práctica el mensaje de Jesús (8,31 Lect.). La segunda, hecha por el Padre, mira a la fecundidad de esa inserción. Ellos, que han aprendido el mensaje, pueden ya empezar a dar fruto. El discurso, que expone la realidad de la comunidad en el mundo como sociedad nueva y alternativa que comienza con Jesús, vale para toda época.

El término <<limpio>>, que en lenguaje religioso se traduce por <<puro>>, pone este pasaje en relación con las purificaciones mencionadas en la escena de Caná (2,6) y en la de los discípulos de Juan Bautista (3,25); además, con el lavado de los pies (13,10s). Las tinajas vacías de Caná eran una falsa promesa de purificación; en aquella escena prometió Jesús la purificación por el Espíritu (el vino nuevo) (2,8-9 Lects.). En el episodio de los discípulos del Bautista, el bautismo de éste venía erróneamente interpretado como una purificación ritual, mientras su significado era la ruptura con el orden injusto (3,25 Lect.); esa ruptura es la condición para ser purificado, puesto que el pecado consiste en pertenecer a ese orden (8,23 Lect.). En la Cena, en respuesta a la mala interpretación de Pedro, explicó Jesús a los discípulos que no les lavaba los pies para purificarlos, pues ya estaban limpios (13,10-11 Lects.). En este pasaje se menciona por última vez el tema y se atribuye la limpieza al mensaje recibido y aceptado.

Puede ahora hacerse la síntesis de estos datos dispersos. La purificación la produce la opción por el mensaje de Jesús, que es el del amor. Éste separa del mundo injusto y quita, por tanto, el pecado. El mensaje, al mismo tiempo, en cuanto se hace realidad en la vida del discípulo, se identifica con el Espíritu, el dinamismo del amor. Quien, dócil al Espíritu, toma el amor activo por norma de vida (14,21: los mandamientos), está puro, y la actividad de su amor lo purifica cada vez más. En referencia al lavado de los pies, no es el ser lavado lo que purifica, sino el lavar los pies a los demás; quien demuestra su amor, queda limpio.

Aspecto positivo del concepto <<puro/limpio>> era ser agradable a Dios y tener acceso a su presencia: sólo el que practica el amor a los demás agrada a Dios (14,23: mi Padre le demostrará su amor); y no sólo tendrá acceso a Dios, sino que el Padre vendrá a habitar con él (14,23).

martes, 4 de abril de 2023

Jn 14,3

 <<Además, cuando vaya y os lo prepare, vendré de nuevo y os acogeré conmigo; así, donde estoy yo, también vosotros estaréis>>.

Jesús, el Hijo y heredero universal del Padre (1,14; 3,35; 13,3), va a acoger en su hogar a los suyos. Él va a dar la libertad a los esclavos (8,35s). Con este lenguaje figurado describe Jn la nueva relación de cada discípulo y de la comunidad con Dios. Ésta ya no es el Señor tremendo, de presencia sobrecogedora, ante el cual los hombres son siervos, es el Padre; los hombres podrán ser sus hijos, hermanos de Jesús (20,17), y vivir en su intimidad.

El mismo tema será desarrollado en 14,19-20.23. Jesús acogerá a los suyos consigo, porque es a través de la identificación con él, el Hijo único, producida por el Espíritu, como sus discípulos estarán unidos con el Padre. Va a verificarse lo anunciado en 1,51, donde, tomando pie de la visión de Jacob, les prometía que verían en él la plena comunicación de Dios con los hombres.

La frase donde estoy yo aparece además en 7,34 (cf. Lect.). 36; 12,26; 17,24. Equivale a haber nacido del Espíritu (3,6s), que lleva a término la creación. En Jesús, el proyecto de Hombre quedó realizado desde el principio (1,14), por la comunicación total de Dios a él (1,32ss: el Espíritu); su vida y su muerte son la manifestación del amor sin límite. Desde el principio tuvo la plenitud del amor, pero éste se va realizando en sus obras-señales que culminan en su muerte (1,17). En Jesús no hay obstáculo, pero sí va traduciendo en obras la respuesta a su dinamismo de amor. En él se aprende hasta dónde puede llegar la acción de Dios en el hombre y de él se recibe la capacidad para seguir su camino.

Los demás hombres nacen del Espíritu para comenzar la vida nueva, y crecen en el Espíritu a medida que se eliminan los obstáculos a su acción. Han de recorrer un camino como el de Jesús, de semejanza con el Padre, haciéndose hijos de Dios (1,12); cuando lleguen al don de sí total quedará acabado en ellos el proyecto. En Jesús hay realización progresiva; en el hombre, crecimiento. Por eso es modelo para todos, porque su camino es el del Hombre acabado. Es desde el principio el Hijo de Dios con la plenitud del Espíritu (1,32.34); por eso es el Dios engendrado (1,18). No se dice que <<nace de Dios>>, porque <<nacer de Dios>> significa en Jn recibir la capacidad de hacerse hijo con el modo de obrar (1,12-13).

<<Los Judíos>> eran incapaces de ir adonde está Jesús (7,34), por ser opresores del hombre. No podían nacer del Espíritu, por no estar dispuestos a cesar en su injusticia. Por eso no aceptan como Mesías a Jesús, que va a la muerte para salvar al hombre.

En 12,26: El que quiera ayudarme, que me siga, y así, allí donde yo estoy, estará también el que me ayuda. Jesús afirma que es la decisión de seguirlo y ayudarlo en su tarea la que da al hombre el nuevo nacimiento y causa la acogida del Padre (el Padre lo honrará). A la respuesta del hombre, que se decide a seguir a Jesús, corresponde el don del Espíritu y la pertenencia a la familia de Dios.

sábado, 4 de febrero de 2023

Jn 12,3

 Entonces María, tomando una libra de perfume de nardo auténtico, de mucho precio, le ungió los pies a Jesús y le secó los pies con el pelo. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.

El gesto de María muestra su agradecimiento por el don de la vida; el precio del perfume es símbolo de su amor sin tasa.

Para describir la escena utiliza Jn el lenguaje del Cantar, mostrando que María, representante de la comunidad, asume el papel de esposa respecto a Jesús. Así Cant 1,12: <<Mientras el rey ( = el esposo) estaba en su diván (cf. Jn 12,2: reclinado), mi nardo despedía su perfume>> (Jn 12,3). El tema de los cabellos se encuentra en Cant 7,6: <<Con tus trenzas cautivas a un rey>>.

El perfume que derrama María es símbolo del amor de la comunidad por Jesús, que responde al amor que él le ha mostrado comunicándole la vida (1,16 Lect.). Al secarle los pies con el pelo, en el cual queda cautivado el esposo (Cant 7,6) se insinúa el amor con que corresponde a los suyos.

La frase final: la casa se llenó de la fragancia del perfume, contrasta con Jr 25,10 (LXX): <<Haré cesar la voz alegre y la voz gozosa, la voz del novio y la voz de la novia, la fragancia del perfume y la luz de la lámpara>>. Con Jesús, el esposo, ha vuelto la alegría que llenó a Juan Bautista (3,29); existe de nuevo la fragancia del amor. En Cant 1,3 (LXX) se identifica con el esposo: <<La fragancia de tus perfumes supera todos los aromas, perfume derramado es tu nombre, por eso las doncellas se enamoran de ti>>. La casa entera, la comunidad, se llena de la fragancia del Espíritu, amor recibido de Jesús y devuelto a él, vínculo de unión entre los discípulos.

La comunidad de Jesús se reúne en una casa que es al mismo tiempo su hogar. El término pertenece a la vida familiar, sin connotación religiosa. La casa-hogar se nombró por primera vez en el episodio del funcionario, donde aludía a la universalidad de la misión (4,53: su familia). Las comunidades de Jesús no se establecen en el área de lo sagrado, sino en la de lo humano. Pero, al mismo tiempo, esta casa-hogar es ya la del Padre, donde Jesús ha preparado sitio a los suyos (14,2s).

La comunidad cristiana celebra, pues, la nueva vida, la creación del hombre por obra de Jesús. En esa celebración Jesús está presente, y el amor y agradecimiento que se le expresa redunda en la comunidad, llenándola del Espíritu. Éste es perfume porque es vida e inmortalidad, oponiéndose al hedor que temía Marta de su hermano muerto (11,39). Aquel hedor irremediable se ha cambiado en perfume, porque la comunidad sabe ahora que la vida ha vencido a la muerte. Jesús ha llevado a cabo el designio de Dios sobre el hombre, dándole la vida definitiva. De ahí el precio del perfume. Esta vida sobrepasa todo precio.

El homenaje de la comunidad a Jesús es el de un amor auténtico, fiel, que mantendrá la lealtad a él en medio de la persecución de que es objeto.

Los datos del texto en torno a la unción pueden resumirse así: El perfume se ofrece a Jesús dentro del banquete, forma parte del homenaje que le rinde la comunidad como dador de vida. Por la alusión al Cantar, representa el amor que la esposa tributa al Esposo, el amor fiel (auténtico). Se ungen los pies de Jesús; el homenaje se convierte en servicio, señal de acogida, y recuerda el lavado de los pies que hará Jesús a los suyos y que será norma de la comunidad como expresión del amor mutuo. El perfume en lugar del agua identifica el servicio con el amor. Este amor, que tiene como centro a Jesús, llena la casa, es decir, se extiende a todos y crea el ambiente de la comunidad.

domingo, 16 de octubre de 2022

Jn 11,3

 Las hermanas le enviaron recado: <<Señor, mira que tu amigo está enfermo>>.

Se menciona a las hermanas sin dar sus nombres y sin añadir el posesivo (<<sus hermanas>>); quedan así elevadas a categoría para significar la comunidad de Jesús, que muestra su interés por uno de sus miembros. En este contexto de amor fraterno va a ejercerse la acción de Jesús.

No hay petición explícita, les basta con informarlo (cf. 2,3). La comunidad se dirige a él con el título de <<Señor>>. Tiene plena confianza en él, porque conoce su amor y sabe que no puede dejar de acudir a la necesidad. No mencionan el nombre del hermano, sólo recuerdan a Jesús la relación que lo une con él (tu amigo / aquel a quien tú quieres). El vínculo de Jesús con cada uno de los suyos se describe como una relación de afecto y amistad (cf. 11,11; 15,14s). La enfermedad que lo lleva a la muerte no se debe a la falta de amor de Jesús.

jueves, 14 de abril de 2022

Jn 6,3

 Subió Jesús al monte y se quedó sentado allí con sus discípulos.

La determinación <<el monte>> (con art.) lo incluye en la línea de los acontecimientos del Éxodo. Con motivo de la alianza, Moisés subió al monte dos veces: la primera vez, aunque llegó él solo hasta la presencia de Dios, subió acompañado por los notables (Éx 24,1-2.9.12); la segunda, después de la idolatría del becerro de oro, subió solo (Éx 34,3). También en este episodio subirá Jesús dos veces al monte; una, al principio, donde aparece acompañado de sus discípulos; la segunda, después del conato de proclamarlo rey, él solo. 

El monte tiene numerosas connotaciones. La gloria de Dios que había brillado en el Sinaí volvió a manifestarse en la dedicación del templo del Salomón (1 Re 8,11; 2 Cr 5,14; 7,1-3). Ir al templo se decía siempre <<subir a Jerusalén>> o <<al templo>>, porque de hecho Jerusalén estaba fundada sobre un monte (cf., por ejemplo, Sal 87,1: Sus cimientos están en un monte santo; Is 2,2-5: Estará firme el monte de la casa del Señor). La misma gloria había de manifestarse en el templo ideal profetizado por Ezequiel (43,1-5). La conexión entre el Sinaí y el monte del templo se hace por la idea de la gloria y, en consecuencia, de la alianza, de la que el templo era la perpetuación visible. <<El monte>>, por tanto, representa el lugar donde reside la gloria de Dios, que, en Jn, se identifica con su amor leal, manifestado en Jesús. Más adelante (6,10) se hablará de <<el lugar>>, que, como se ha visto, es sinónimo del templo (5,13 Lect.). Todos estos datos confluyen en la expresión: Subió Jesús al monte. Jesús está en su lugar propio, la esfera divina. Allí se quedó sentado, mostrando su situación permanente, como se había quedado sentado en el manantial de Jacob (4,6). Él es para los hombres el lugar donde la gloria de Dios se localiza y manifiesta. Los discípulos están con Jesús. La esfera de Dios está abierta (cf. 1,51).

sábado, 29 de enero de 2022

Jn 5,3

 en ellos yacía una muchedumbre, los enfermos: ciegos, tullidos, resecos.

Contraste enorme entre la fiesta de los dirigentes y la muchedumbre que se describe: una masa de gente enferma, sin fuerza ni actividad, tirada por el suelo. La denominación genérica de enfermos los pone en relación con el hijo enfermo del episodio anterior, programático de este ciclo (4,46b), quien, como se ha visto, era figura del pueblo sometido al poder. El uso del término <<muchedumbre>>, que denota una masa de gente mayor que <<multitud>> (cf. 12,12), incluye a la gran mayoría del pueblo, como contradistinta de los dirigentes.

Los enfermos tienen tres características: son ciegos por haber hecho suya la doctrina de la Ley (la tiniebla), que les impide conocer el proyecto de Dios sobre el hombre (1,5 Lect.); tullidos, sin libertad de movimientos ni de acción; resecos, sin vida. Esta última designación remite a la visión de los huesos resecos o calcinados de Ez 37,1-14, que también eran figura del pueblo sin vida . Las dos primeras características son las citadas en 2 Sm 5,8 como excluidas del templo (Por eso se dice: <<Ni cojo ni ciego entren en el templo>>). La tercera es la del que no puede moverse. La multitud tirada en los pórticos está, por tanto, excluida de la fiesta. Así se representa la situación del pueblo, insinuada en el verso anterior. Para éste, impotente, enfermo, miserable, no hay celebración ni alegría.

La situación de esta muchedumbre explica la oposición de Jesús al sistema religioso-político (2,13ss). En su primera visita a Jerusalén fue directamente al templo, ciudadela del régimen, para denunciarlo; ahora, en cambio, va a encontrarse en el lugar donde yacen las ovejas enfermas y derrengadas. Recuerda el pasaje el texto de Zac 10,2-3 (LXX): <<Por eso fueron arrebatados como ovejas y maltrechos, porque no había curación. Contra los pastores se exacerbó mi ira; pero yo me cuidaré de los corderos y visitará el Señor ... su rebaño>>; cf. Ez 34.

domingo, 17 de octubre de 2021

Jn 3,22 -- 4,3

  • Jn 3,22
  • Jn 3,23-24
  • Jn 3,25
  • Jn 3,26a
  • Jn 3,26b
  • Jn 3,26c
  • Jn 3,27
  • Jn 3,28
  • Jn 3,29a
  • Jn 3,29b
  • Jn 3,29c
  • Jn 3,30
  • Jn 3,31a
  • Jn 3,31b
  • Jn 3, 31c-32a
  • Jn 3,32b
  • Jn 3,33
  • Jn 3,34
  • Jn 3,35
  • Jn 3,36a
  • Jn 3,36b
  • Jn 3,36c
  • Jn 4,1
  • Jn 4,2
  • Jn 4,3
  • Jesús bautiza (22) o hace bautizar a sus discípulos (4,1), mostrando así su acuerdo con el movimiento contestatario comenzado por Juan Bautista (1,28). Éste ha tenido que cambiar de lugar, ya ha comenzado la persecución contra él (23). Se quiere absolutizar a Juan Bautista; aunque él se presentaba sólo como precursor (1,6-8.15.26.30), sus discípulos pretenden oponerlo a Jesús (26); Juan reafirma su misión y manifiesta su gozo por el éxito del Mesías-Esposo (27-30).
  • Lo ocurrido con Juan ha sido la tónica general del judaísmo: se había dado valor permanente a los enviados de Dios en el AT, en particular a Moisés. Ellos y su mensaje no se consideraban anuncio y preparación del Mesías, sino término en sí mismos.
  • Sin nombrarla, se considera la figura de Moisés, el primero de los enviados (31), cuya Ley, tenida por definitiva, se convierte en obstáculo para aceptar al Mesías-Hijo, que propone las verdaderas exigencias/mandamientos de Dios (33-34), las que comunicaban el Espíritu. Jesús no es un profeta más, sino el Hijo. El Hombre-Dios no puede ser alineado con los que lo han precedido en la historia de Israel (35). Quien no lo acepta se niega a entrar en la zona de la vida/amor, queda en la zona de la muerte, contraria al Dios de la vida (35-36). El éxito de Jesús, mayor que el de Juan, provoca los recelos del partido fariseo. Judea no acepta a Jesús (cf 1,11) (4,1-3).
  • Síntesis: Ha terminado el régimen contractual de la Ley para dar paso a la relación recíproca de amor entre el hombre y Dios. La presencia inmediata de Dios en Jesús hace innecesaria cualquier clase de mediación o de intermediario. Se habían creado instituciones que tenían por objetivo servir de cauce a la comunicación con Dios. Han caducado, pero se niegan a desaparecer, revelando así su perversión: se han constituido fin en sí mismas.

Jn 4,3

 Cuando Jesús lo supo, abandonó Judea y se volvió a Galilea.

Ya Juan Bautista había tenido que emigrar de la zona donde comenzó sus bautismos (1,28) a una región situada más al norte (3,23). Ahora Jesús, que provoca, mucho más que Juan, un movimiento de adhesión, se ha convertido también en una figura inquietante y tiene que marcharse. Se va a Galilea, la provincia del norte, fuera de la jurisdicción romana, pero, sobre todo, alejada de las autoridades nacionales y religiosas de Jerusalén.

Galilea es la región donde Jesús puede circular libremente (cf. 7,1). Allí fue con sus primeros discípulos y en Caná expuso su programa (1,43; 2,1-11). Ahora regresa, y desde allí volverá a subir a Jerusalén para continuar su labor con el pueblo (5,1ss).

SÍNTESIS.

En Jesús, Dios interviene en la historia humana proponiendo un cambio en la relación con él. Hasta entonces, ésta se había realizado a través de mediadores, enviados con misión divina, pero sin experiencia directa de Dios. Con Jesús comienza la alianza nueva, caracterizada por el contacto inmediato y mutuo de Dios con el hombre. Ha terminado el régimen contractual de Ley, para dar paso a la relación recíproca del amor. En Jesús, el Hijo, se hace presente Dios como Padre, que ha puesto en él toda su riqueza, su misma gloria. Lleno del Espíritu, aliento vital de Dios, puede comunicarlo.

La presencia de Dios inmediata en Jesús hace innecesaria cualquier clase de mediación. Se habían creado instituciones mediadoras que tenían por objetivo servir de cauce a la comunicación con Dios. Cuando éste, en Jesús, llega a los suyos, estas instituciones caducan, pero se niegan a desaparecer, revelando así su perversión: habiéndose constituido fin en sí mismas, se oponen al Mesías.

martes, 31 de agosto de 2021

Jn 3,3

 Jesús le replicó: <<Sí, te lo aseguro: Si uno no nace de nuevo, no puede vislumbrar el reino de Dios>>.

La respuesta de Jesús es categórica (te lo aseguro) y enuncia una condición que no admite excepciones.

La expresión que se traduce: de nuevo, significa en griego al mismo tiempo de nuevo y de arriba. Jesús no admite los presupuestos de Nicodemo: la Ley no puede llevar al hombre al nivel requerido por el reino de Dios: la Ley es <<de abajo>> (3,31), no es fuente de vida (1,4b Lect.); la vida viene <<de arriba>>, de un nuevo nacimiento. Tal es la condición para percibir el reinado de Dios; quien no haya nacido de nuevo, recibiendo una vida diferente que tiene su origen en lo alto, no puede figurarse siquiera lo que es. La Ley no da una idea de él ni es medio para alcanzarlo.

El reinado de Dios era la meta de Israel, su ideal. En la mentalidad farisea, el Mesías, que debía inaugurarlo, sería el primer maestro y observante de la Ley. El reino se realizaría porque todo israelita sería <<justo>> conforme a esa norma, y sería desterrada la impiedad de los <<pecadores>> o descreídos.

Para Jesús, el reino de Dios, mencionado únicamente en este pasaje, supone la creación acabada: es la realidad final, la etapa definitiva y sin término. Sólo el nuevo nacimiento, que completa la creación del hombre comunicándole el Espíritu de Dios (Gn 2,7: el soplo de vida), le permite comenzar a vivir con plenitud (1,12: los hizo capaces de hacerse hijos de Dios).

martes, 24 de agosto de 2021

Jn 2,3

 Faltó el vino, y la madre de Jesús se dirigió a él: <<No tienen vino>>.

Elemento indispensable en la boda, como señal de alegría, el vino es símbolo del amor entre el esposo y la esposa, como aparece claramente en el Cantar (1,2; 7,10; 8,2...). En esta boda, que representa la antigua alianza, no existe relación de amor entre Dios y el pueblo.

En la situación triste de la falta de vino/amor interviene la madre de Jesús, que se limita a informarlo, sin formular una petición explícita. Hay que precisar, pues, a quién representa la madre, que por un lado es miembro de la boda y por otro tiene un estrecho vínculo con Jesús, el invitado.

Recuérdese, en primer lugar, que la madre no ostenta nombre propio. Nótese seguidamente que, al dirigirse a Jesús, no lo llama hijo; Jesús, por su parte, tampoco la llama madre. Entre Jesús y ella existe por tanto, una relación de origen, pero no de dependencia, ni aun de familiaridad. Ni ella pretende tener derecho alguno sobre Jesús (ausencia de petición, cf. 11,3), ni Jesús se reconoce dependiente de ella (2,4; mujer, no madre).

En la narración, construida sobre el símbolo de boda/alianza, la madre, que pertenece a la antigua alianza, pero que reconoce al Mesías y espera en él, personifica a los israelitas que han conservado la fidelidad a Dios y la esperanza en sus promesas. La madre de Jesús es, por consiguiente, la figura femenina que corresponde a la masculina de Natanael, el verdadero israelita (1,47). Este representaba al Israel fiel en cuanto objeto de renovada elección por parte del Mesías. La madre, como figura femenina, sirve para denotar el origen del Mesías, el vástago que nace del verdadero Israel y en quien va a cumplirse las promesas.

Ha reconocido al Mesías y se aviva su esperanza. Su primer paso consiste en mostrarle la carencia: No tienen vino. Con esta frase, aun perteneciendo a la boda, se distancia de ella (no tienen, en lugar de no tenemos). Sabe bien que el Dios de la alianza es amor y lealtad (Ex 34,6; cf. Dt 4,37; 7,7s; 10,15; Jn 1,14e Lect.) y que ese amor no ha cesado (cf. Jr 31,3 [38,3 LXX]: <<Con amor eterno te amé, por eso prolongué mi lealtad>>); espera el día prometido por el profeta (Jr 31,1: <<En aquel tiempo -oráculo del Señor- seré el Dios de todas la tribus de Israel y ellas serán mi pueblo>>). Expone a Jesús lo intolerable de la situación, esperando que él ponga remedio. No puede saber lo que Jesús hará, pero sabe muy bien lo que a Israel le falta. El antiguo Israel pone su confianza en el Mesías, al que ha reconocido (1,45.49). No se dirige al jefe del banquete, encargado de procurar las provisiones y responsable de la carencia de vino; pertenece a la situación, y de él no hay nada que esperar. Sólo el Mesías puede dar la solución. 

lunes, 30 de noviembre de 2020

Jn 1,3

 Mediante ella existió todo, sin ella no existió cosa alguna de lo que existe.

Resultado de la interpelación de la palabra es la creación del mundo, en particular de la humanidad (1,10: el mundo existió mediante ella, el mundo / la humanidad no la reconoció). El enunciado negativo (sin ella no existió cosa alguna, etc.) elimina toda excepción; nada existe fuera de la voluntad y del proyecto divino, expresado y realizado por su Palabra. No hay dualismo cósmico, ni principio cósmico del mal opuesto y antagonista de Dios. No hay criatura que no sea expresión de Dios ni, por tanto, que sea mala de por sí. Si el mal existe, no se debe a la obra creadora.

Al ser la Palabra la fuerza creadora de todo, funda el origen de todo (1,1: al principio). La enseñanza rabínica, al considerar la Ley como preexistente y divina, la tenía por agente de la creación. Así se lee en Pirqe Abot 5,1: <<El mundo fue creado por diez palabras>> (el decálogo, la Ley propiamente dicha). Juan, en cambio, desde su primera frase, opone la <<Palabra>> a <<las palabras>> de la Ley, disintiendo de esa doctrina. Frente a la Palabra, la Ley, dada por medio de Moisés (1,17), queda relativizada y circunscrita a una época determinada de la historia.

Jn 21,24-25

  Jn 21,24a Jn 21,24b Jn 21,25  La comunidad presenta el testimonio del evangelista. Autor del Evangelio, el discípulo predilecto de Jesús. ...