domingo, 20 de febrero de 2022

Jn 5,10

 Dijeron, pues, los dirigentes judíos al que había quedado curado: <<Es descanso y no te está permitido cargar con tu camilla>>

Aparecen los dirigentes judíos, los que controlan la fiesta y el sábado. Estos sí son bien conscientes del día de fiesta, e inmediatamente se dirigen al hombre curado.

No les interesa su persona ni los motivos que pueda tener para ir cargado; se preocupan tan sólo de la observancia de la Ley y, en nombre de ella, le recuerdan que está prohibido llevar la camilla. Su prohibición se opone palabra por palabra a la orden de Jesús (5,8: carga con tu camilla).

La importancia del tema que aquí se aborda está en paralelo con la que asumía entre los judíos la observancia del sábado, prototipo del descanso obligatorio. Según Éx 20,8-11, se fundamentaba el precepto en el descanso de Dios acabada la creación. En el libro apócrifo de los Jubileos, anterior al NT (siglo II a. C.), se presenta el precepto del sábado como la primera ley recibida por los hombres y, por consiguiente, como el punto central de toda la Ley. Por eso, su violación por el trabajo tenía pena de muerte. Según la doctrina rabínica, este precepto obligaba tanto como todos los otros preceptos de la Ley juntos y aún más que ellos.

La observancia del sábado equivalía, pues, a la de toda la Ley; su violación o desprecio lo era de la Ley entera. Llevar la camilla a cuestas, sabiendo que era día de precepto, significaba no reconocer la Ley, considerarse libre de sus obligaciones y de la autoridad de sus custodios e intérpretes, los dirigentes.

Controlada por ellos, la Ley no tolera la libertad del hombre; éste no es dueño de sus acciones, tiene que atenerse a lo que está mandado. Invocando el día sacro, máximo precepto de la Ley, quieren quitarle la libertad que le ha dado Jesús. Es más, si éste hubiese observado la Ley, el hombre seguiría inválido.

Al incluir en las palabras / mensaje de Jesús, que curan al inválido, una violación del precepto (carga con tu camilla), indica Jn la relación existente entre la Ley y la invalidez, ya insinuada anteriormente al colocar la multitud de enfermos en los pórticos que representaban la Ley (5,2-3 Lects.). Siendo ésta utilizada como instrumento de opresión, era la causa de la enfermedad y prohibía la curación. Por su medio se tenía al pueblo reducido a la impotencia. La Ley estaba al servicio del poder y, como podía deducirse del caso del funcionario real, era e poder el que tenía al hijo / pueblo al borde de la muerte (4,49.53 Lects.).

La camilla, lugar de la inactividad, se identifica con el sábado, precepto de la inactividad; es éste, y con él, la Ley entera, la causa y el aliado de la invalidez. La sumisión al régimen encarnado en la Ley es lo que convertía a la camilla en <<tu camilla>> (5,8.9.10.11). Jesús ha dado al hombre la facultad de desembarazarse de su sujeción, de disponer de lo que lo tenía subyugado. Se alían, por un lado, la fiesta de los Judíos (5,1), en la que el pueblo constituye un espectáculo de dolor y miseria (5,3); por otro, el precepto del descanso, que quiere impedirle la libertad, y con él la Ley, que, manejada por las autoridades, causa la postración del pueblo.

No se indica que el hombre hubiera salido del recinto de la piscina ni dónde se encontró con los dirigentes. Esto confirma que la piscina representaba la ciudad (5,2-3 Lects.).

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