Al oírlo, dijo Jesús: <<Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios; así se manifestará por ella la gloria del Hijo de Dios>>.
Jesús comenta la noticia recibida. Esta enfermedad, por ser de uno que ha dado su adhesión a Jesús, no tiene como término la muerte. El encuentro con Jesús cambia la situación y el futuro del hombre. Él entiende que hay otra enfermedad que lleva a la muerte, cuyo tipo es la del paralítico (5,5), causada por el pecado: la sumisión a la Ley de un sistema injusto. De ahí la severa advertencia que, después de la curación, Jesús le hizo al encontrarlo en el templo: No peques más (pecado = sumisión), no sea que te ocurra algo peor, la muerte (5,14 Lect.).
<<Muerte>> significa cesación de vida, la que produce <<el pecado>> (8,21). Para los que han salido del pecado, es decir, han dado su adhesión a Jesús, la vida ya no cesará, pues él comunica vida definitiva. Ésta al ser percibida manifestará la gloria de Dios y la del Hijo de Dios, presencia de Dios entre los hombres.
La mención de la manifestación de la gloria-amor alude a la escena de Caná (2,11), donde, por primera vez, manifestó Jesús su gloria. El fruto del amor, que allí prometía para <<su hora>> (2,4), se anticipa con la resurrección de Lázaro. Como todas las señales que Jesús realiza (2,11 Lect.), también ésta anticipa los efectos de su muerte (10,18) para dar vida a los suyos. Será entonces, el último día (6,39; 7,37 Lects.), cuando Jesús, al comunicar el Espíritu (19,30.34), dará al que se adhiere a él la vida y la resurrección.
La frase, sin embargo (Esta enfermedad no es para muerte), era susceptible de ser mal interpretada; los discípulos pueden pensar que Lázaro no está en peligro de morir.
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