Los discípulos le dijeron: <<Maestro, haca nada querían apedrearte los judíos, y ¿te marchas otra vez allí?>>
Los discípulos objetan. Tienen miedo por Jesús (cf. 10,31-39), piensan que su muerte será el final de todo y debe ser evitada a toda costa. No llegan a comprenderla. Sólo ven el peligro, no el motivo y, mucho menos, el fruto de una muerte aceptada por amor. No creen que Jesús disponga de su propia vida (10,18) ni que sea capaz de vencer la muerte. Quieren protegerlo del peligro, y, al mismo tiempo, protegerse ellos.
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