domingo, 14 de noviembre de 2021

Jn 4,23a

 <<pero se acerca la hora, o, mejor dicho, ha llegado, en que los que dan culto verdadero adorarán al Padre con espíritu y lealtad>>.

Jn, como ya se ha dicho (4,6 Lect.), anticipa en su relato los efectos de la muerte de Jesús, de <<su hora>> (cf. 2,4; 13,1; 17,1).

El verdadero culto a Dios suprimirá el culto samaritano y el judío, para sustituirlo por un culto nuevo, que se dará no ya a un Dios lejano, sino al Padre, unido al hombre por una relación personal, y que se realizará con espíritu y lealtad.

La frase con espíritu y lealtad está en paralelo con la del prólogo (1,14): lleno de amor y lealtad. Por otra parte, en el diálogo precedente, el Espíritu ha sido simbolizado por el agua viva, que es el don de Jesús (4,14). El Espíritu, agua que mana del costado abierto, es el don del amor comunicado, en correspondencia con la sangre, el amor que Jesús demuestra dando su vida (19,34). El Espíritu es el amor; por eso, cuando Jesús lo comunica a sus discípulos, su frase es: Recibid Espíritu Santo (20,22), en paralelo con 1,16: de su plenitud todos nosotros hemos recibido: un amor que responde a su amor. De ahí que <<espíritu>>, como <<amor>>, pueda ir acompañado del sustantivo <<lealtad>> (1,14e.17 Lects.). Espíritu (amor) y lealtad en el hombre (1,17; 3,6; 7,39b) son el efecto del <<Espíritu Santo>> que se le comunica (1,33; 20,22). Como Espíritu, es la fuente de vida-amor, como <<santo>>, consagra (17,17 Lect.) dando al hombre la lealtad del amor.

En 1,14.17, el amor se expresa en términos de benevolencia desinteresada y generosa (1,14e Lect.); el espíritu expresa el mismo amor en términos de fuerza, vida y acción. Él es su dinamismo, su principio activo.

El culto con espíritu y lealtad es, por tanto, la práctica del amor fiel al hombre. De ahí que excluya los templos fabricados, ya denunciados en Is 66,1: <<El cielo es mi trono, y la tierra, el estrado de mis pies: ¿qué templo podréis construirme o qué lugar para mi descanso?>>. Dar culto al Padre es colaborar en su obra creadora, estando en favor del hombre.

Jesús, antes de ser llamamiento, ha sido para la samaritana oportunidad de ejercitar ese amor (4,7). De ahí que, para ella, ha llegado la hora de dar ese culto y de recibir el Espíritu.

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