<<Vosotros adoráis lo que no conocéis, nosotros adoramos lo que conocemos; la prueba es que la salvación proviene de los judíos>>.
La frase: lo que no conocéis, es alusión a Dt 13,7: <<Si ...: ´Vamos a dar culto a dioses extranjeros, desconocidos para ti y para tus padres´>> (LXX: <<a los que tú no conocías ni tampoco tus padres...>>; cf. 13,3.14). Jesús denuncia, por tanto, la idolatría de los samaritanos. No hay duda alguna sobre quién representa al verdadero Dios, si Jerusalén o el Garizín. El culto celebrado en este monte era idolátrico. El único Dios verdadero es aquel a quien está dedicado el templo de Jerusalén (2,15: la casa de mi Padre). Por eso la salvación sale de la comunidad judía, no de la samaritana. El salvador ha de ser enviado del verdadero Dios.
Además, los samaritanos, por su cisma, no han recibido el mensaje profético, que aseguraba la continuidad de la revelación; los judíos, en cambio, a pesar de sus infidelidades, tienen en sus manos los testimonios que Dios había ido dejando en la historia y que preparaban el camino al Mesías (5,39: las Escrituras dan testimonio en mi favor). Dentro de la comunidad judía se ha ido verificando ese designio de Dios como preparación a la época nueva; por eso es de ella de donde ha de salir el salvador, en el contexto de la antigua revelación, que ha terminado con Juan Bautista (1,31: para que se manifieste a Israel). Jesús procede de la comunidad judía (2,1: la madre de Jesús), aunque ese origen suyo no va a tener por consecuencia la continuidad de su obra con el pasado (1,17).
La salvación que <<proviene de los judíos>> es Jesús mismo como Mesías (4,26), <<el rey de los judíos>> (18,33; 19,3.19). Su reino, sin embargo, será universal, pues no morirá solamente por la nación, sino para reunir en uno a los hijos de Dios dispersos (11,52); así lo anunciará en la cruz el letrero redactado en tres lenguas (19,20) y la división del manto en cuatro partes, herencia del crucificado para la humanidad entera (19,23 Lect.). Esta universalidad del salvador será reconocida por los samaritanos (4,42: El salvador del mundo).
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