El funcionario le insistió: <<Señor, baja antes que se muera mi chiquillo>>.
El funcionario insiste, tratando a Jesús respetuosamente, reconociendo su superioridad. Con su petición renovada confiesa la impotencia del poderoso ante la debilidad y la muerte. Es un caso extremo, el enfermo es su hijo, y el recurrir a Jesús muestra su interés por él; a pesar del poder que ejerce, no puede dar solución al problema decisivo del hombre. El poder es impotente para salvar. Espera la solución de este poder superior al suyo y de calidad diferente.
La muerte del muchacho es inminente, de ahí la urgencia de su petición. Piensa que la salvación del chiquillo depende de la presencia física de Jesús y de la realización de un prodigio.
El funcionario no llama al enfermo <<mi hijo>>, sino <<mi chiquillo>>. No es imposible que esta denominación tenga un significado particular, en oposición a <<su hijo>>, como lo ha llamado el narrador (4,46b). El término <<chiquillo>> (gr. paidion) por un lado indica afecto (forma diminutiva) y por otro denota claramente la dependencia propia del menor. Aunque unido al enfermo por el cariño, el hombre del poder no ha establecido con él una verdadera relación paterno-filial, lo trata desde su condición de poderoso. Dado el amplio significado de la enfermedad, que, además de lo físico, abarca el área de la opresión, el término <<chiquillo>> indica desigualdad y dependencia.
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