sábado, 29 de enero de 2022

Jn 5,5

 Había un hombre allí que llevaba treinta y ocho años con su enfermedad.

Era un inválido que apenas podía moverse (5,7) y que, como aparecerá en seguida, estaba postrado en una camilla o camastro. Este hombre tiene una enfermedad. Dos veces aparece en Jn este sustantivo (astheneia); la segunda vez designará la enfermedad de Lázaro, que no era para muerte (11,4). Esta sí lo es, como se verá a continuación por el significado de los <<treinta y ocho años>>. La entera muchedumbre sufre de la misma enfermedad, pues las tres precisiones (ciegos, tullidos, resecos) se aplican a todos los individuos que la componen. Esto señala al enfermo como figura representativa: este hombre encarna la muchedumbre. La curación que va a efectuar Jesús no va dirigida únicamente a un individuo, es el signo de la liberación de la multitud de marginados, miserables, sometidos a la Ley. Así se explica la violenta reacción de los dirigentes, que, inmediatamente, pensarán en matarlo (5,18).

La cifra treinta y ocho ha de interpretarse en su relación con cuarenta. Cuarenta años equivalían a una generación; en el AT se usa esta cifra para indicar un período largo y homogéneo, por ejemplo, el de un reinado o un tiempo de paz. En este contexto equivaldrían a la vida entera del individuo, en su condición de invalidez. Está, pues, al final de su vida, y es en este momento cuando se le acerca Jesús. Referidos al pueblo, recuerdan sobre todo los cuarenta años de estancia en el desierto, donde murió la entera generación que había salido de Egipto (Nm 32,13; Jos 5,6; Sal 95,10), sin llegar a la tierra prometida. La situación de esta muchedumbre es la de quienes van a morir sin haber salido del desierto, sin haber conocido la felicidad que Dios prometía. La precisión de los treinta y ocho años se encuentra en Dt 2,14,indicando el tiempo que duró aquella generación; esto muestra de nuevo el carácter representativo del inválido: los treinta y ocho años de enfermedad significan que el pueblo está a punto de muerte, como lo estaba el enfermo de Cafarnaún (4,46b).

Sin embargo, la expresión <<en su enfermedad>> (en lugar de simplemente <<enfermo>>, indica que él es de algún modo responsable de ella; de hecho, este individuo <<ha pecado>> (5,14: No peques más): esto es lo que produce su estado de muerto en vida. No es solamente ciego (cf. 9,1-3), sino que su ceguera lo lleva a la invalidez y a la falta de vitalidad. Representa, por tanto, al pueblo que da fe a la ideología propuesta por los dirigentes (<<los Judíos>>), a la doctrina oficial de la Ley (la tiniebla), y no reconoce el proyecto divino sobre el hombre (1,10). Al reprimir la aspiración a la vida, se ve reducido a un estado de muerte (5,24), que lo llevará a la muerte definitiva. Aparece así el episodio como una escenificación de lo anunciado por Juan Bautista a propósito de Jesús: el que va a quitar el pecado del mundo (1,29).

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