Jesús le dijo: <<Ponte en camino, que tu hijo vive>>. Se fio el hombre de las palabras que le dijo Jesús y se puso en camino.
Jesús no necesita bajar a Cafarnaún. Él comunica vida con su palabra, que, siendo palabra creadora (1,3), no está circunscrita a un lugar, sino que puede llegar y llega a todo lugar. Da vida al enfermo directamente, sin exigir condición alguna. La vida del hombre interesa a Jesús tanto como al padre.
Jesús no habla de curación, sino de vida. Se insinúa con esto que la vida que él ha comunicado al enfermo no es una mera restitución de la salud, una continuidad de la vida recibida del padre, sino una nueva calidad, la vida definitiva, como aparecerá en los episodios que siguen. Es una vida que no depende de la que el padre le había dado y que lo hace, por tanto, independiente de él. La liberación que hace Jesús de todo factor de muerte se efectúa de manera positiva por la comunicación de vida al hombre mismo; es la vida nueva la que permite al hombre quedar libre de lo que le impedía vivir. Al aceptar la denotación de <<chiquillo>> como <<menor>>, la frase de Jesús recuerda al funcionario su verdadera relación con el enfermo: no es un <<chiquillo>>, sino un <<hijo>>, un igual.
La anterior confesión de impotencia por parte del poderoso y la palabra de Jesús que comunica vida muestran ser él el único salvador del hombre, en toda su extensión: todo factor de muerte, desde la opresión hasta la enfermedad y la muerte física quedan superadas por la calidad de vida que sólo él puede comunicar.
Jesús dice al funcionario que se ponga en camino y vea la realidad de lo sucedido. Con su invitación, lo pone a prueba, para ver si renuncia a su deseo de señales espectaculares. Si el hombre acepta la invitación de Jesús, verá que su hijo ha salido de su situación de muerte.
Él que pedía a Jesús como poderoso, cree ahora como <<hombre>>; antes se definía por su función, ahora por su condición humana, presupuesto para toda relación personal (4,7-8 Lect.). Se fía de las palabras de Jesús y, sin más, se pone en camino. Ha renunciado a su mentalidad de poder y a las señales portentosas. Jesús ha actuado sin ostentación de fuerza.
Con su respuesta indica Jesús que la salvación que él trae no requiere la colaboración del poderoso. Él va a ocuparse directamente del hombre, en su condición de debilidad y de muerte.
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