sábado, 29 de enero de 2022

Jn 5,7

 Le contestó el enfermo: <<Señor, no tengo un hombre que, cuando se agita el agua, me meta en la piscina; mientras yo llego, otro baja antes que yo>>.

En cuanto enfermo, no tenía esperanza. Responde respetuosamente (Señor); sigue pensando que su salvación está en la piscina y expone a Jesús su situación de dependencia. No puede ir él solo y nadie se presta a ayudarle. El agua de la piscina se agitaba de cuando en cuando, y esto se consideraba una señal prodigiosa que habría curado cualquier enfermedad. De hecho, se atribuían a la agitación del agua de la piscina propiedades curativas. Pero este agua no sirve a Jesús, como no servía la del pozo de Jacob (4,13). Aquélla no apagaba la sed, ésta no cura. No se afirma que los que bajaban quedasen curados.

El verbo que usa Jn, <<agitarse>>, se refiere siempre (en el NT, 17 veces) a personas, no a elementos. Indica, en particular, la agitación producida en un grupo o multitud (Hch 15,24; 17,8.13; Gál 1,7; 5,10). La agitación del agua representa, por tanto, la ilusión del pueblo oprimido por encontrar remedio en agitaciones populares. Es el señuelo de una liberación que nunca llega a efectuarse. Anhelos esporádicos, vanas revueltas mesiánicas que surgían en la multitud desamparada, sin resultado alguno. Ponían su esperanza en el uso de las fuerzas o en la presión sobre el poder.

La mención del agua entronca con las menciones anteriores y anuncia las que van a seguir. El agua es factor de vida, pero hay aguas, como la del pozo de Jacob (4,13) y ésta, que, aunque la prometen, no la pueden dar. El agua de vida es la del Mesías (4,14), el Espíritu que brotará de él como de nuevo templo (7,37-39), las aguas mansas de Siloé, la piscina del Enviado (9,7 Lect.) situada fuera de la ciudad, en oposición a ésta. La curación resultaba imposible (Zac 10,2: <<porque no había curación>>). El enfermo la deseaba, pero estaba fuera de su alcance. Ahora, pensando aún en la piscina, es decir, en obtener una solución sin salir de los límites de la institución en cuyos principios cree (cf. 5,14), espera ayuda de Jesús , pero él le dará la salud de otro modo.

CAPÍTULO 10. ZACARÍAS.

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Jn 21,24-25

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