en ellos yacía una muchedumbre, los enfermos: ciegos, tullidos, resecos.
Contraste enorme entre la fiesta de los dirigentes y la muchedumbre que se describe: una masa de gente enferma, sin fuerza ni actividad, tirada por el suelo. La denominación genérica de enfermos los pone en relación con el hijo enfermo del episodio anterior, programático de este ciclo (4,46b), quien, como se ha visto, era figura del pueblo sometido al poder. El uso del término <<muchedumbre>>, que denota una masa de gente mayor que <<multitud>> (cf. 12,12), incluye a la gran mayoría del pueblo, como contradistinta de los dirigentes.
Los enfermos tienen tres características: son ciegos por haber hecho suya la doctrina de la Ley (la tiniebla), que les impide conocer el proyecto de Dios sobre el hombre (1,5 Lect.); tullidos, sin libertad de movimientos ni de acción; resecos, sin vida. Esta última designación remite a la visión de los huesos resecos o calcinados de Ez 37,1-14, que también eran figura del pueblo sin vida . Las dos primeras características son las citadas en 2 Sm 5,8 como excluidas del templo (Por eso se dice: <<Ni cojo ni ciego entren en el templo>>). La tercera es la del que no puede moverse. La multitud tirada en los pórticos está, por tanto, excluida de la fiesta. Así se representa la situación del pueblo, insinuada en el verso anterior. Para éste, impotente, enfermo, miserable, no hay celebración ni alegría.
La situación de esta muchedumbre explica la oposición de Jesús al sistema religioso-político (2,13ss). En su primera visita a Jerusalén fue directamente al templo, ciudadela del régimen, para denunciarlo; ahora, en cambio, va a encontrarse en el lugar donde yacen las ovejas enfermas y derrengadas. Recuerda el pasaje el texto de Zac 10,2-3 (LXX): <<Por eso fueron arrebatados como ovejas y maltrechos, porque no había curación. Contra los pastores se exacerbó mi ira; pero yo me cuidaré de los corderos y visitará el Señor ... su rebaño>>; cf. Ez 34.
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