domingo, 5 de septiembre de 2021

Jn 3,14-15

 Lo mismo que, en el desierto, Moisés levantó en alto la serpiente, así tiene que ser levantado este Hombre, para que todo el que lo haga objeto de su adhesión tenga vida definitiva.

La misión del Mesías consistirá en conferir al hombre el amor y la lealtad (1,17), la vida propia y peculiar del reino. Por ello, su triunfo es la cruz, demostración suprema del amor a que lleva el dinamismo del Espíritu. <<Subir al cielo para quedarse>> se identifica con ser levantado en alto, pues la cruz no será para Jesús un estado pasajero, sino el comienzo de la efusión de amor y vida que ha de durar para siempre (19,34; 20,25.27: el costado abierto). <<El cielo>> o esfera divina se sitúa en la cruz, donde el Padre está presente en Jesús y manifiesta su amor. De ahí que <<ser levantado>> signifique al mismo tiempo su muerte y su exaltación definitiva, la manifestación perenne de su gloria, que es la del padre (17,1).

Este hecho se explica con un episodio del éxodo, donde Moisés no aparece como el maestro de Israel, sino como aquel que, con su acción, crea un tipo del Mesías (5,46: de mí escribió él). El texto se refiere a Nm 21,9 cuando, ante la plaga de serpientes venenosas, fabrica Moisés, por indicación de Dios, una serpiente de bronce y la levanta en un poste. Quien era mordido, al mirar a la serpiente alzada quedaba curado, o, según la expresión hebrea, vivía. Sobre este antiguo episodio se construye un paralelo, que se desarrolla en una comparación (3,14: lo mismo ... así) de los hechos y de sus resultados. En el caso de Moisés, la vida que se obtenía era transitoria; aquí, definitiva.

La primera partícula (lo mismo) anuncia la semejanza de lo que ha de suceder con el hecho ya sucedido. De éste se menciona el agente, Moisés; se conoce el tiempo y el lugar, en el desierto. En el segundo miembro (así) no hay agente, tiempo, ni lugar definido; se expresa sólo una necesidad (tiene que) que ha de verificarse en un futuro no precisado. Sin embargo, el paralelismo es claro: a la serpiente del primer miembro corresponde <<el Hombre>> en el segundo; al <<levantar>> el <<ser levantado en alto>> (3,14) indica una señal visible, destinada a ser vista y mirada, la localización de una esfera salvadora. El Hombre levantado en alto será la presencia salvadora de Dios, el punto de confluencia de todos los que miran, el lugar de donde mana la vida divina.

Se explica así como se nace de arriba (3,3.7). Esa localización (arriba) está determinada por la imagen de la serpiente alzada que liberó de la muerte. También el Hombre tiene que ser levantado, y todo el que se adhiera a él en esa situación suya, aceptando su amor y el don de su amor, obtendrá vida definitiva, es decir, nacerá de arriba, recibiendo el Espíritu que brota de su costado (19,34).

Este signo, del que brota la vida, es la expresión del amor de Dios a la humanidad (3,16), y está alzado de modo que el mundo entero pueda verlo. Toma el puesto de la Ley, que falsamente prometía vida (cf. 1,17).

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