miércoles, 1 de septiembre de 2021

Jn 3,7

 No te extrañes de que haya dicho: <<Tenéis que nacer de nuevo>>.

Jesús quiere ayudar a Nicodemo, que no comprende. En los primeros enunciados expresaba la necesidad a modo de condición indispensable: Si uno no nace ... no puede (3,3.5); ahora la expresa de modo positivo: Tenéis que nacer de nuevo/de arriba.

No basta haber nacido de la carne. Pero la exigencia de Jesús tiene, además, otro aspecto: la <<carne>> vincula con una madre (3,4: volver al seno de su madre y nacer), es decir, con una raza y un pueblo. El nacimiento de que habla Jesús está en relación con entrar en el reino de Dios. Para los judíos, el reinado de Dios se ejercería, al menos primariamente, en Israel y comenzaba con su restauración, es decir, suponía unos límites o privilegios de raza. Ser hijo de Abrahán daba ya derecho a ese reino. Jesús ha contrapuesto los dos nacimientos; no es el primero, el de la raza, el que garantiza la pertenencia al reino, sino el segundo; no la ascendencia, sino el acabamiento de la obra de Dios en el hombre.

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