Le objetó Nicodemo: <<¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Es que puede entrar por segunda vez en el seno de su madre y nacer?>>.
De los dos sentidos de la expresión usada por Jesús: de nuevo/de arriba, Nicodemo entiende el temporal (de nuevo), no el local (de arriba). Ante la postura radical de Jesús, Nicodemo objeta; sus preguntas son retóricas y descartan la aserción de Jesús subrayando su imposibilidad. El único presente histórico en esta perícopa (le objeta en lugar de le objetó) resalta el escepticismo de Nicodemo y subraya la permanente incredulidad de los fariseos ante la propuesta cristiana. Detrás de la escena entre Jesús y Nicodemo se transparenta el diálogo entre la sinagoga y la comunidad cristiana del tiempo del evangelista; de ahí el plural en 3,11: hablamos de lo que sabemos, que incluye la experiencia de Jesús y la de los suyos después de él.
La primera de las dos preguntas de Nicodemo plantea la dificultad para él insuperable. La segunda propone una solución irónica por lo absurda: habría que volver al seno materno para nacer de nuevo, y la vida es irreversible. Su objeción (siendo viejo) califica de utopía la exigencia de Jesús; cada uno es hijo del propio pasado, de una tradición y de una experiencia; sobre ella puede construir y desarrollarse, pero es ilusorio pretender comenzar de nuevo. Al encerrarse en su pasado profesa un determinismo que niega a Dios la posibilidad de intervenir en la historia con un nuevo gesto creador; excluye así la posibilidad del cambio radical. Jesús, por el contrario, afirma la libertad: es posible romper con ese pasado, porque es posible esperar de Dios una vida nueva. Nicodemo concibe el cambio propuesto por Jesús como resultado del propio esfuerzo: el hombre tendría que desandar su camino para volver al seno materno y nacer otra vez. Para Jesús, el nuevo nacimiento no resulta del esfuerzo humano, sino de la acción de Dios, que responde a la aceptación del hombre (1,12-13).
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