<<guárdalos unidos a tu persona -eso que me has entregado->>.
Como los discípulos están unidos a Jesús, la vid verdadera, de quien reciben vida (15,1-8), así han de mantenerse unidos con el Padre, permanecer en su ámbito. De este modo no cederán al mundo hostil que los rodea. La defensa contra él está en la unidad del grupo. Jesús pide al Padre que los mantenga unidos a su persona; pero no existe unión (2,19-21). Jesús expresa en otros términos lo que había dicho en su exhortación a los discípulos: Mantened vuestra adhesión a Dios manteniéndola a mí (14,1). Sabe que la única garantía de unión con el Padre es la unión con él, y pide al Padre que asegure la adhesión de los discípulos a él mismo, el único lugar de encuentro con el Padre.
Este ruego de Jesús cumple el anunciado en 14,16-17: yo ... le rogaré al Padre y os dará otro valedor que esté con vosotros siempre, el Espíritu de la verdad. Lo que allí se expresaba como don del Espíritu, se formula ahora como presencia personal del Padre (guárdalos unidos a tu persona). La unión se realiza por la comunicación de su Espíritu, que, al crear la relación de amor con el Padre, lo hace presente y mantiene en el ámbito de su presencia.
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