domingo, 18 de junio de 2023

Jn 17,13

 <<Pero ahora me voy contigo, y hablo así en medio del mundo para que estén colmados de mi propia alegría>>.

Menciona Jesús de nuevo su marcha, que ocasiona su oración. El tema de la alegría ha aparecido ya en el discurso de la cena en varias ocasiones; con una formulación casi idéntica, en 15,11: Os dejo dicho esto para que llevéis dentro mi propia alegría, y así vuestra alegría llegue a su colmo.

Era la alegría del que recoge fruto y experimenta el amor de Jesús y del Padre (15,11 Lect.). La condición para ello era mantenerse en el amor de Jesús por la práctica de sus mandamientos (15,10). Aquí, una vez que ha pedido al Padre que los guarde unidos a su persona para que sean uno (17,11b), es la alegría de saberse queridos por el Padre, que los hará objeto de su solicitud (cf. 15,1); ve Jesús en esa unión la promesa del fruto, que causará ulterior alegría. Se insinúa lo que va a ser explicitado después: será la unión entre los discípulos la que mueva el mundo a creer en Jesús como enviado del Padre: así recibirán los hombres la vida definitiva (17,2).

La unión de los discípulos en el ámbito del Padre supone la experiencia continua de su amor (el Espíritu), que los lleva a la actividad del amor con los demás. Ese flujo de vida incesante recibida y comunicada es la causa de la alegría y crea el ambiente de fiesta propio de la Pascua que va a inaugurar el Cordero de Dios.

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