<<ahora, Padre, manifiesta tú mi gloria a tu lado>>.
Jesús vive un proceso histórico que, a partir de su llegada (1,11.15.27.30), se desarrolla en una actividad y termina con su marcha (13,1). Desde el punto de vista de su unión con el Padre, nada cambia, pues ésta es plena desde el principio (1,32), pero Jesús va actualizando con su actividad la respuesta al amor (= el Espíritu) que el Padre le comunica en plenitud; su muerte será la expresión de su respuesta total y definitiva.
Jesús pide que su muerte manifieste el amor solidario del Padre y suyo al hombre, que sea la prueba indiscutible de que su propia obra y amor son los del Padre. La adición: a tu lado, indica el carácter definitivo de esa manifestación; será la acogida del Padre como final del itinerario de Jesús (13,3: Consciente ... que de Dios procedía y con Dios se marchaba; cf. 16,10) y el estado definitivo de unión con el Padre, que manifestará permanentemente la gloria del Hijo; ésta será la que la comunidad contemple (17,24). Esta manifestación perpetua del amor demostrado en la cruz, cuyo don es el Espíritu, quedará simbolizada por el costado abierto después de la resurrección (19,34; 20,20.27).
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