<<Mientras estaba con ellos, yo los guardaba unidos a tu persona -eso que me has entregado->>.
El trato y unión de Jesús con los discípulos les ha abierto ya el acceso al Padre, que será completo y personal cuando reciban el Espíritu. Ellos tienen de él una experiencia externa, por su convivencia con Jesús; pero ha de llegar a ser interna (14,17). Esto es lo que Jesús expresa: hasta ahora, constituyendo el grupo y viviendo con él, los ha mantenido unidos al Padre, presente en él. De ahora en adelante, la situación cambia: la experiencia del Padre ha de ser interior, porque Jesús mismo, presencia del Padre, será una realidad interior en los discípulos. Tendrán por aglutinante esta experiencia que producirá la perfecta unidad (17,11d). Así llegan a su estado adulto.
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