domingo, 6 de marzo de 2022

Jn 5,16

 Precisamente por esto empezaron los dirigentes judíos a perseguir a Jesús, porque hacía aquellas cosas en día de descanso.

La persecución a Jesús toma pie de su actividad en día festivo, cuyo precepto, regulado por las escuelas de interpretación, era la expresión máxima de la obligación de la Ley. Para los dirigentes era medio de control sobre el pueblo y prueba de la sumisión de éste; al observarlo, el pueblo reconocía la autoridad divina que reclamaba la enseñanza oficial. Eximirse del precepto era negar tal autoridad a su enseñanza y, por tanto, negarles el derecho a imponerla. Al no reconocer la obligación del descanso, y con ella la de la Ley, Jesús les quita la legitimación de su poder, los elimina como mediadores entre Dios y el hombre. Él no emplea violencia alguna, pero su actitud y actividad minan las bases del sistema judío. Esto es lo que los alarma. Son indiferentes al bien del hombre; lo único que importa es la incolumidad de la institución que ellos representan. A la actividad de Jesús responden con la represión.

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