<<Vosotros enviasteis a interrogar a Juan, y él dejó testimonio en favor de la verdad. No es que yo acepte el testimonio de un hombre; lo digo, sin embargo, para que os salvéis vosotros>>.
Podrían pensar que se refiere al testimonio dado de él por Juan en la primera etapa de su labor. Aquel testimonio era válido, pero Jesús no se basa en él; para probar que su misión viene de Dios, no puede apoyarse en un testimonio humano. Aunque Juan era un enviado de Dios (1,6), no basta oponer la autoridad de Juan, que ha negado ser Elías o el Profeta (1,21), a la de Moisés. A ellos, sin embargo, les conviene recordar aquel testimonio, cuya validez confirma Jesús (en favor de la verdad), para dejar su inmovilismo y acercarse a Jesús, a quien Juan anunciaba (1,27). Así podrían alcanzar la salvación que, por su medio, Dios ofrece al mundo (3,17). Jesús no da sentencia contra sus adversarios, les da ocasión de rectificar.
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