domingo, 13 de marzo de 2022

Jn 5,31-32

 <<Si yo fuera testigo en causa propia, mi testimonio no sería válido. Otro es el testigo en mi causa, y me consta que es válido el testimonio que da sobre mí>>.

La situación se concibe figuradamente como un litigio en que Jesús, frente a un adversario, tiene que probar la validez de su causa. Cada uno aduce testigos para probar su legitimidad, pues no se admite como válido el solo testimonio de las partes contendientes. El adversario implícito es la Ley, que, según la opinión de los judíos, tenía a su favor el testimonio de Dios. Jesús va aducir testimonios en favor suyo. No va a apoyarse en el suyo propio, pero sabe que tiene en su favor otro testigo irrecusable que demostrará la legitimidad de su postura.

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