domingo, 6 de marzo de 2022

Jn 5,17

 Jesús les replicó: <<Mi Padre, hasta el presente, sigue trabajando y yo también trabajo>>.

Era doctrina corriente en el judaísmo que Dios no podía haber interrumpido del todo su actividad el séptimo día, pues su actividad funda la de cualquier ser creado.

Jesús amplía esta concepción: El Padre no conoce sábado, no ha cesado de trabajar, porque mientras el hombre esté oprimido y privado de libertad, es decir, mientras no tenga plenitud de vida, no está realizado su proyecto creador. Él sigue comunicando vida al hombre, su amor leal está siempre activo. Jesús, por su parte, actúa como el Padre, no reconoce leyes que limiten su actividad en favor del hombre.

Jesús no nombra el precepto legal. Éste no es más que un caso particular, anulado por el principio de que la actuación de Dios en bien del hombre no conoce pausa ni límite. Llama a Dios su Padre (cf. 2,16), afirmando su relación particularísima y exclusiva con él. <<Padre>> implica origen (3,16), semejanza (1,14; 12,45), amor de Dios por Jesús (3,35). Su actuación está legitimada por la del Padre; es más, la hace presente. La actitud de ellos, en cambio, carece de legitimación. Con esto, Jesús declara que una doctrina religiosa que prescinde del bien del hombre no viene de Dios, y las obligaciones que impone, tampoco.

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