domingo, 6 de marzo de 2022

Jn 5,24

 <<Sí, os aseguro que quien escucha mi mensaje, y así da fe al que me mandó, posee vida definitiva y no está sujeto a juicio: ya ha pasado de la muerte a la vida>>.

Declaración solemne que concluye esta sección. Aceptar el mensaje de Jesús significa dar fe a Dios que lo envió. Se acentúa de nuevo la imposibilidad de separar a Dios de Jesús, de recurrir a Dios para oponerse a Jesús. Aceptar el mensaje de Dios, que es el de Jesús, produce en el hombre, ya ahora, una vida de tal calidad, que es definitiva y, en consecuencia, no puede cesar nunca. Este hombre pertenece ya al estadio de la creación terminada. Para el que la posee, el juicio es superfluo, ha pasado ya de la muerte a la vida. El verbo <<pasar>> está en relación con el éxodo de Jesús (13,1: su hora, la de pasar de este mundo al Padre; cf. 7,3). Define aquí el éxodo que él propone, que es el paso a la plenitud de vida que él ofrece, saliendo del dominio de la tiniebla-muerte. La sentencia, como inmediatamente se explicará, equivale a la exclusión de la vida. Quien ha pasado ya de la muerte a la vida, no cae bajo sentencia alguna. En 3,18, la ausencia de juicio coincidía con la adhesión a Jesús; equivale en este pasaje a escuchar su mensaje dando fe al que lo envió.

La sentencia dada por Jesús sólo sanciona la decisión del hombre de no pasar a la vida, su opción en favor de la tiniebla (3,19; cf. 1,5). Quien da su adhesión a Jesús y a su mensaje, ha salido de la zona de la tiniebla-muerte. No hay otra manera de salir más que optando por Jesús.

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Jn 21,24-25

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