<<para que todos honren al Hijo como lo honran a él. Negarse a honrar al Hijo significa negarse a honrar al Padre que lo mandó>>.
No se puede, por tanto, distinguir entre Jesús y Dios. En sentido descendente, de Dios al hombre, la norma que el Padre propone es Jesús y sólo él; en sentido ascendente, del hombre a Dios, el honor tributado a Dios se identifica con el tributado a Jesús. No existe un Dios que se constituya en instancia superior a Jesús y a quien se pueda apelar contra él. Él es la presencia del Padre en la tierra: no hay más Dios que el manifestado por él. Para los judíos, la Ley era norma que viene de Dios, criterio de bien y de mal, modo de honrar a Dios y de asegurar la relación con él. En todos sus aspectos queda sustituida por Jesús: él es la presencia misma de Dios, la norma, el criterio de bien y de mal; la relación con Dios se identifica con la relación con él.
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