sábado, 5 de agosto de 2023

Jn 20,10

 <<Los discípulos se fueron de nuevo a su casa>>.

No señala Jn comunicación alguna de palabra entre los dos discípulos, ni antes ni después de la experiencia de las señales. No cambian entre sí comentario alguno sobre lo que han visto. Este hecho confiere a la escena un carácter de paradigma, como si el autor estuviera describiendo las actitudes que el hecho de la resurrección encuentra en el interior de la comunidad.

Esta impresión se acentúa al considerar que los discípulos no continúan la búsqueda de Jesús, sino que vuelven a su casa, mientras, por otra parte, María Magdalena reaparecerá en la escena siguiente manteniendo su falsa idea de que el cuerpo ha sido robado, como si la escena de los discípulos no hubiese ocurrido. La perícopa parece, pues, un planteamiento introductorio que describe el impacto producido en los discípulos por la muerte de Jesús y las diferentes disposiciones existentes entre los miembros de la comunidad. A continuación recomenzará el relato, presentando de nuevo la figura de María; ella se encontrará con Jesús.

Los discípulos no anuncian lo sucedido. Aún no han visto a Jesús, solamente han constatado su ausencia. Para dar testimonio no basta saber que Jesús está vivo, hay que experimentarlo presente. Se vuelve a la situación inicial. Los discípulos, que estaban dispersos cuando recibieron la noticia de María, seguirán dispersos hasta que Jesús les haga llegar su mensaje (20,18). Sólo él puede convocarlos.

SÍNTESIS

La experiencia del resucitado tiene dos aspectos: negativo y positivo. Es, en primer lugar, la de una ausencia, que se descubre, sin embargo, como signo de vida. En segundo lugar, reconoce y experimenta la vida anunciada. En otras palabras: Jesús ha muerto, pero no es un cadáver, está vivo y presente.

Es inútil ir a buscarlo al sepulcro, no está allí. El sepulcro es un pasado que remite al presente. No se puede vincular su memoria a un lugar determinado, ni erigirle un monumento como a un difunto ilustre. Tal ha sido la intención de José y Nicodemo. La historia de Jesús no se ha cerrado con su muerte.

Subraya la perícopa la dificultad de llegar a descubrir la vida en la muerte. La comunidad cristiana (María Magdalena) ni incluso el discípulo modelo habían llegado a comprender que la muerte física no podía interrumpir la vida de Jesús, cuyo amor hasta el final ha manifestado la fuerza de Dios.

La resurrección de Jesús funda y confirma le experiencia cristiana; el hombre creado por Jesús con el Espíritu posee una vida que, entregada al amor de los demás, supera la muerte. Tal es el proyecto creador, expresión del amor de Dios a la humanidad.

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