<<Sin dejar de llorar, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco sentados uno a la cabecera y otro a los pies, en el sitio donde había estado puesto el cuerpo de Jesús>>.
María no interrumpe su llanto, pero se asoma al sepulcro; en los extremos del lecho ve dos ángeles o mensajeros de Dios. La escena, que continúa la comenzada en 20,1 sigue inspirándose en el Cantar; aparece María en su búsqueda del esposo. En el Cantar se describe así la escena: <<Me levanté y recorrí la ciudad ... buscando el amor de mi alma; lo busqué y no lo encontré. Me han encontrado los guardias que rondan por la ciudad: ¿Visteis al amor de mi alma?>> (Cant 3,2s).
Los guardianes del lecho son los testigos de la resurrección; pero, además, son mensajeros dispuestos a anunciarla. Están vestidos de blanco, el color de la gloria divina. Su misma presencia es ya un anuncio de vida y de resurrección.
Su carácter de testigos queda subrayado por la precisión del evangelista: uno a la cabecera y otro a los pies, en el lugar donde había estado puesto el cuerpo de Jesús. Colocados a un lado y a otro, muestran conocer lo que allí ha sucedido. Están sentados; el sepulcro vacío es el término de su misión; dan testimonio de que Jesús no está en él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario