<<En el lugar donde lo crucificaron había un huerto>>.
Al precisar Jn que había un huerto o jardín en el lugar donde murió Jesús quiere mostrar que dentro de su muerte había vida, como ya apareció por la metáfora del sueño (19,30). Al lugar de la Calavera, emblema de la muerte irremediable, se añade de improviso un rasgo contradictorio; por primera vez se cae en la cuenta de la coexistencia de muerte y vida en el lugar aquel. Como la del grano de trigo, la muerte de Jesús encerraba un germen vital (12,24).
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