<<Llegó también Simón Pedro siguiéndolo, entró en el sepulcro y contempló los lienzos puestos, y el sudario, que había estado sobre su cabeza, no puesto con los lienzos, sino aparte, envolviendo determinado lugar.>>
Pedro, cuyo seguimiento había fracasado en el atrio del sumo sacerdote (18,15ss), mientras el otro discípulo siguió a Jesús, se siente ahora seguro siguiendo al discípulo fiel; corriendo tras él, podrá alcanzar su meta. El que es amigo de Jesús marca el camino. Pedro no se detiene a mirar, entra directamente.
Dentro del sepulcro ve lo que el otro había visto desde la puerta, los lienzos puestos, es decir, las sábanas extendidas señal de la boda preparada. Pero descubre también el sudario.
El sudario es el único elemento común de la sepultura de Jesús con la de Lázaro: es el símbolo de la muerte. En cambio, las vendas que ataban a Lázaro, impidiéndole marchar (11,44), no corresponden a los lienzos de Jesús. Por otra parte, el sudario, en el caso de Lázaro, le cubría la cara (11,44); en el de Jesús, sólo la cabeza.
La posición del sudario se caracteriza distinguiéndola de la de los lienzos, que es la principal: no puesto con los lienzos. Está separado (aparte) del lecho del sepulcro, lugar reservado para Jesús; la muerte se ha alejado de él para siempre. Por el contrario, este símbolo de muerte envuelve determinado lugar; lo extraño de la expresión apunta a un sentido simbólico. <<El lugar>> ha designado constantemente en Jn el templo de Jerusalén o, por oposición, el lugar donde se encuentra Jesús, el nuevo santuario. Aquí, este lugar, separado del que es propio de Jesús, alude sin duda al templo, centro de la institución judía que le ha dado muerte.
La muerte (el sudario) queda ya, por tanto, lejos de Jesús; al señalar Jn que el sudario había estado sobre su cabeza, en vez de envolvérsela, vuelve a caracterizar su muerte como un sueño que no interrumpe la vida. El sudario, en cambio, envuelve el templo: esa muerte será definitiva. Se cumple la predicción de Jesús en 2,19: Suprimid este santuario y en tres días lo levantaré. Al matar a Jesús han intentado suprimir la presencia de la gloria de Dios, que habían ya expulsado de su templo, convertido en casa de negocios (2,16); pero con ello han condenado a su propio templo a la destrucción (2,19 Lect.). Esto significa el sudario que envuelve aquel lugar: la muerte de Jesús pesa sobre la institución judía; la muerte, vencida por Jesús, amenaza sin remedio a la institución que lo condenó.
Resumiendo estos datos, el lecho del sepulcro, con las sábanas puestas (20,5), visto desde la puerta, aparecía como un tálamo nupcial, significando vida y fecundidad. Sólo al entrar se descubre el sudario: la fiesta de bodas anula la muerte pasada. Los lienzos o sábanas puestos (20,6.7) van a servir aún; el sudario, que lleva en sí la muerte, cubre la institución homicida.
No señala Jn reacción alguna de Pedro ante los signos.
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