jueves, 14 de abril de 2022

Jn 6,2

 Solía seguirlo mucha gente, porque percibían las señales que realizaba con los enfermos.

Lo mismo que no se especifica de dónde viene Jesús, así tampoco la región donde la multitud lo seguía. Él ha curado a un enfermo que residía en Cafarnaún (4,46bss) y a otro personalmente en Jerusalén (5,3ss). Ambos, como se ha visto, eran figuras representativas del pueblo oprimido. Por otra parte, el término griego para <<enfermo>> designa primariamente al <<débil>> en general, y sobre esta equivalencia juegan los relatos. Al ver que Jesús comunicaba vida a <<los débiles>>, se suscita la esperanza de que Jesús pueda liberarlos a todos y llevarlos a una vida más humana. Los que acuden a Jesús son económica y socialmente débiles y perciben que puede ayudarles a salir de su miseria. Por eso lo siguen, aunque no tengan necesidad de curación física.

Con estas señales ha preparado Jesús su éxodo para sacar al pueblo de la opresión en que vive. Pero, a diferencia de Moisés, sus señales no van dirigidas contra los poderosos, miran directamente al bien del pueblo; no son señales de terror, sino de amor (4,48 Lect.). El primer éxodo había terminado en la tierra prometida. Este éxodo parte de ella, pues la tierra prometida (Judea, Galilea) se ha convertido en tierra de esclavitud.

Jesús ha pasado el mar, pero sin llevarse detrás a estas multitudes. No es un caudillo que arrastra (5,8 Lect.). Tendrán que dar el paso también ellos si quieren estar con Jesús. Su comunidad tiene su fundamento en una opción libre y por la libertad.

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Jn 21,24-25

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